viernes, 28 de noviembre de 2014

Signs - 2002


Director: M. Night Shyamalan

   Adivinen: después de haber visto "The village", me dieron profundas y poderosas ganas de ver "Signs", la película que Shyamalan había hecho dos años antes. Más encima repite -en sentido inverso... e ilógico- Joaquin Phoenix; aparece el gran e ídolo Mel Gibson -al cual ninguna mafia ni propaganda podrá destruir sus méritos y talento, interpretativo y como director-; el hermano menor de Macaulay Culkin, Rory; y una pequeña y tierna Abigail Breslin. Ya dije que "The village", a pesar de todas sus fallas y caídas, me terminó gustando; pero la cosa es que "Signs" logra gustarme aún más, principalmente porque, a diferencia de aquella cinta sobre una aldea rodeada de un misterioso bosque, ésta logra mantenerse firme de principio a fin, y tampoco cae en dicotomías sobre ser y aparecer. A fin de cuentas, una fantástica película.


  Graham es un ex-reverendo que vive con su hija e hijo y hermano menor en una tranquila granja de por ahí. Pero cuando una mañana, sin ninguna explicación aparente, su cosecha aparece aplastada, y peor aún, con extrañas formas que parecen mensajes o símbolos, la vida en general parecerá haberse vuelto loca.


  Supongo que, después de todo, Shyamalan no es siempre puro misterio, una incógnita que necesita sea como sea, incluso desesperadamente, ser revelada en el transcurso de la película. "Signs" es un gran ejemplo de cómo pudo haber sido "The village" para evitar los fallos que tuvo: más psiquis e intimidad de los personajes y menos ruido externo, sin que esta manda necesariamente le reste importancia a sea lo que sea que causa la extrañeza en la vida de los personajes Shyamalanos. Así, en "Signs" se nos introduce en la cabeza rápidamente toda la paranoia extraterrestre, pues toda esa simbología sobre cosechas y pastisales se asocia inmediatamente a la mitología popular de que seres de otros confines del universo o están comunicándose con nosotros vía mail, o simplemente están trazando rutas para invadirnos... o saludarnos y tomar té, en carne y hueso. Shyamalan aprovecha todo este contexto para situar a una familia que perdió recientemente su bastión: la madre y la esposa; y a un pater familias que ha perdido su fe por el triste acontecimiento descrito. Ahora bien, en este punto no hay que engañarse: Shyamalan no va a explorar ni reflexionar profundamente en temas como la familia, la fe, el amor, el miedo ni la redención, pues no es realmente lo suyo; lo que sí hará es aprovechar esos mismos temas -además de la paranoia y todos sus mitos- para elaborar un muy cuidado relato que funciona de mil maravillas ya que toma como base aquellos elementos con los que uno se puede identificar fácilmente; por lo mismo, la empatía se logra sin mayor complejo y, una vez identificados y encariñados con esta tierna y simpática familia, a sufrir y pasar miedo. Dicho esto, ¿qué es lo que le interesa a Shyamalan? Hacer que el espectador se involucre al cien por ciento... y lo logra, pues es un buen director que sabe cómo armar y filmar un relato.


  Quiero aclarar algo, por si las moscas: el haber dicho que el cine de Shyamalan es principalmente entretención -o la búsqueda de que el espectador se involucre de manera profunda y tormentosamente positiva- no significa que el hombre no tenga inquietudes y que sea una simple pizarra en blanco; a Shyamalan se nota que le interesa la reacción que tendría la gente común y corriente -un aldeano trabajador, un granjero y su familia, un niño que sufre bullying, etc.- ante hechos que escapan a su entendimiento pero que se posan frente a ellos repentinamente y sin posibilidad de retroceso: acción y reacción, un enfrentamiento. Y, al tratarse de Shyamalan, un enfrentamiento que no cae en estridencias sino que se da, principalmente, a través de la mente y las pulsiones: hacer frente a los miedos personales, a lo que nos aprisiona y nos detiene, a lo que nos avergüenza. De esta forma, aunque "Signs" no sea una profunda metáfora sobre lo que se les ocurra, sí está notablemente construida desde lo más importante: lo íntimo. Y no es de extrañar que casi toda la acción de la película suceda en la casa de Mel Gibson -sea dentro o fuera en el patio-, pues en la casa está el núcleo de todo y el verdadero peligro: otra pérdida.


   Y una vez aclarado que no hay ningún tipo de reproche en el guión -o lo más importante de él: la familia del loco Mel-, pues es bastante fácil lo que sigue: Shyamalan me parece un gran narrador -frase que ya utilicé en "The village" pero que vuelve porque es sumamente necesaria-; elabora relatos precisos y su estilo a la hora de dirigir no me puede parecer más apropiado: con parsimonia, sin caer en vanos excesos efectistas, y siempre -aunque suene a redundancia- con esa elegancia a la hora de filmar y generar sensaciones, labor que por lo además lleva a cabo con mano firme, de principio a fin ¿Qué lleva con mano firme? La tensión, el miedo, la incertidumbre; porque deben tener claro una cosa: Shyamalan acierta completamente en construir su historia en base a la incertidumbre de la situación y no a la situación en sí -la línea que separa ambos puntos es fina pero reconocible-; por eso sentimos miedo, por eso sentimos una irrevocable e insoportable sensación de peligro, porque no sabemos qué le pasará a la familia, que nada malo merece. Y ojo -ya se imaginarán esto-, que el susto sostenido durante todo el metraje es principalmente psicológico, obra y gracia del complejo arte de sugerir y hacerte pensar que tanto lo peor como lo mejor o la nada misma tienen la misma posibilidad que la otra de ser una realidad; en suma: toda una maraña de sensaciones en el estómago y la cabeza y el pecho. No obstante, hay un par de sustitos que, no obstante, no molestan en nada pues se originan a partir de la tensión continuada, que sigue firme luego del sobresalto... así se la pasa uno: a veces sí, a veces no, ¿cuando?, ¡¿CUANDO?!
  A propósito de la familia del buen Mel, alrededor y desde ésta hay un adorable, asombroso y muy sano sentido del humor. No ahondaré en esto, pero ya lo notarán desde el principio con los gestos de Mel, de Joaquin, y también del resto. Y no piensen mal, pues a pesar de las risas y los sustos garantizados, también habrán momentos conmovedores... honestamente conmovedores.
  "Signs" me parece una película completísima y, mejor aún, que no ofrece falsas expectativas ni intentos por impresionar fácilmente. "Signs" no tiene nada de tramposa en su ser. "Signs" es completamente creíble tal como se desarrolla.


  Y para terminar, debo decir que he quedado con más ganas de Shyamalan; y es que "Unbreakable" se asoma como otra pieza imprescindible. Habrá que esperar eso sí, pues tengo planes cinéfilos que ya no quiero posponer. Igual me interesa la etapa de Shyamalan en que la prensa y "crítica" "especializada" comienza a ponerse realmente malvada con él; no me trago de buenas a primeras que "Lady in the water" sea una basura, pues qué pueden saber los críticos... en cualquier caso, ya lo dije: habrá que esperar. Por mientras, no pierdan el tiempo y corran a ver "Signs", estoy seguro que no se arrepentirán.
  Me voy a despedir de la única manera en que puedo ahora mismo: ¡grande Mel Gibson!, ¡no te mueras nunca! Lo digo en serio... y pregunto seriamente: ¿Estamos solos en el universo?

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