miércoles, 18 de febrero de 2015

Sedmikrásky - 1966


Directora: Věra Chytilová

  Sitio de películas de culto, navego entre las numerosas posibilidades priorizando aquellas cuyos metrajes no se extiendan mucho -más de dos horas, por ejemplo- para así aprovechar mejor el tiempo que tengo a solas con este computador. Sigo navegando y me encuentro con "Sedmikrásky", titulada Las margaritas o Locas margaritas en español, Daisies en inglés, que dura tan sólo 72 minutos. Una ganga. Además no había visto nada proveniente de la ya desaparecida Checoslovaquia ni tampoco de su directora, quien con esta obra deja su nombre resonando en varios círculos más o menos importantes en esto del cine. Una obra rupturista y para algunos casi mítica, era que no si se le considera avant-garde. ¿Será tan así? "Sedmikrásky" me ha parecido a priori interesante, con buenas ideas y momentos, pero como obra cinematográfica deja bastante que desear. Importante, sí, pero insatisfactoria.


  Dos muchachas deciden que ha llegado la hora de comportarse mal, pues como ellas mismas dicen, el mundo está cada vez más malo y deben estar a la par. Llegadas a la conclusión, la acción: hacer locuras en restaurantes, romper cosas, instaurar el desorden en lugares ordenados, etc.:las chicas están desatadas. Y así como lucen las cosas, parece que no tienen planes de ponerle fin al desenfreno.


  Para ser honesto, "Sedmikrásky" debió haber durado mucho, mucho menos. No más de cuarenta minutos. En serio, los 70 y pico definitivos se hacen excesivos para lo que ofrece y desarrolla Chytilová, la directora. Y no lo digo con desdén ni molestia sino con cierto pesar, pues las ideas e intenciones de la directora -y mucha gente con ella, se nota-, nada reprochables considerando el escenario en que se ubica -un país con un gobierno autoritario, en lo político como en lo moral: dominar a las personas desde la mente y el sentir-, habrían quedado el doble de contundentes en mitad de tiempo. Porque verán, cuando estas chicas dicen que el mundo está mal y que ellas deben comportarse de la misma manera que él, entre otras cosas que se señalan por debajo, dicen que lo que vende el gobierno es una soberana estupidez y que toda su cháchara no sólo es incoherente sino que injustificada -por no decir cosas peores-; no sólo eso, también gritan a los cuatro vientos que la gente debe liberarse y dejarse llevar... yo agregaría con moderación, porque el vecino merece respeto, pero la idea se entiende por completo: fastidiar a los fascistas y recuperar la humanidad perdida... no es el desorden per sé, es la seguridad de ser independiente, de no ser castigado por no dejarse lavar el cerebro. También critican los superficiales valores y conductas, sobre todo citadinas, que la gente sigue a raya; ahora bien, no sé si la directora le achaca esto exclusivamente al autoritario gobierno o si es una crítica extendida a la sociedad en general, demasiado preocupada del orden, perfecto y milimétrico, y que enloquece cuando algo no va acorde según sus propias y variopintas tradiciones. Está claro que mientras más gente reciba su palo, mejor, lo que queda bastante claro con el mensaje final: "Este filme está dedicado a los que se vuelven locos con unas ensaladitas pisoteadas" -la traducción, yo no sé checo-. Sí señor, entendemos la idea y la apreciamos, nadie duda de su inmenso valor y sobre todo de la valentía de haberla hecho: producto de ello, la directora fue impedida de hacer cine en su país hasta 1975. Qué loco, y eso que lo de estas chicas, estas margaritas, parece bastante inocente y simpático... ¿cómo es que molestó a tantos peces gordos? No me digan que esta gente sabe leer películas, a menos que un asesor les dijera "señor, esa película es subversiva y se burla de su incuestionable autoridad. ¡Debe censurarla!". Genios, por eso llegan al poder.
  Oh, y no deja de ser significativo el hecho de que al principio, y recalco simbólicamente el principio, las chicas se muevan como muñecas -sonidos lo confirman- y hablen mecánicamente, cuando todavía están en control, y recién cuando deciden ser malas, se liberan y actúan de una manera más natural, más humana. Claramente, muchos palos para el gobierno, para la autoridad.


  Dicho esto, habiendo dejado sobre la mesa de qué trata esta película, llegamos al aspecto que falla: la narrativa. "Sedmikrásky", además de ser un alegato contra la autoridad moral -hablando en simple- también es una pieza de avant-garde, con el obvio significado de ello: la subversión cinematográfica; reglas que se rompen y transmutan, una estética que juega consigo misma constantemente, un relato que avanza "inconexamente", etc. Sabemos que los mejores exponentes del avant-garde, de lo experimental, logran generar toda una experiencia cinematográfica, nuevos mecanismos y poderosas miradas; pero lo de "Sedmikrásky" no va más allá de ser una traducción literal de la imagen respecto de las ideas e intenciones planteadas, y en ese sentido es coherente consigo misma (con la idea), pero no ayuda mucho a que como película (como cine) ésta logre potenciarse, síntoma que se hace notorio en su relato, término que en este caso tiene límites difusos... Dicho de otra forma, la esencia de la película queda un tanto débil porque aunque la idea de las cosas está clara, no lo está el desarrollo y la ejecución, no realmente mala pero progresivamente agotadora, lo que hace que el conjunto quede irregular, desequilibrado. Digo, se pudo haber utilizado con mayor precisión y contundencia, actitud, esto del montaje, de los colores, de los saltos de espacio, de las elipsis, de los sonidos... en palabras simples: el mensaje no se acopla con la imagen (lo cinematográfico). Espero me haya hecho entender...
  Y como lo cinematográfico no es sólido desde sus cimientos, al poco rato el relato -concepto vago, volveré a ello- se repite y se vuelve cansino, jugando en contra de las intenciones "revolucionarias" de la directora, pues pierden el impacto inicial; digo, aunque la idea sea buena, si la reiteras no variando nada, pues entonces la cosa queda sobrecargada. Y eso es exclusiva responsabilidad del relato... el relato... oh, las señales se han alineado para que sea hora de explicar qué demonios es el relato de "Sedmikrásky": para comprenderlo, tiene mucho que ver la palabra "inconexa" que utilicé no mucho antes, puesta entre comillas porque no creo que esté bien empleada -aunque la traje a colación por haber sido utilizada por otros, incluso algunas sinopsis-. El asunto es que luego de que las chicas deciden volverse malas y desordenadas, van de un lugar a otro haciendo lo que les dé la gana, sin seguir una línea "lógica" de acontecimientos; es decir, si en una escena están arruinando el show de unos bailarines, a la siguiente se encuentran en una pradera, luego almorzando con un viejo, luego en sus camas recortando revistas..., todas acciones que no hayan su causa inmediata en lo anterior, y que además saltan de una a otra espontáneamente y sin razón aparente, desplegando como transición alguna cortina de flores, frutas, fotos, etc. Lo inconexo vendría siendo que no hay orden narrativo en su sentido más estricto, pero es obvio que "Sedmikrásky" no tiene nada de inconexa: es perfectamente lógica. Es inmediatamente notorio que sigue una línea clara: el recorrido del caos social por parte de dos muchachas que tienen un único objetivo: fastidiar; una vez fastidiados los pequeños, que fastidien a los medianos, y que luego vayan subiendo y subiendo de nivel.
Aclarado ello, está claro que no me quejo del relato como tal -como historia construida y organizada de determinada manera-, que me parece coherente y sólido en sus bases, me quejo de que es un relato innecesariamente dilatado y, entre otras consecuencias, irregular.
  "Sedmikrásky" comienza con toda su potencia para luego diluirse entre desórdenes y desobediencia civil por parte de las muchachas, aunque debo decir que al final se recuperó la fuerza inicial. ¿Por qué? Sencillo: porque tanto al inicio como al final las intenciones discursivas de la directora se acoplaban de lo más bien con la ejecución plástica de las mismas; en el metraje medio, ambos aspectos comenzaron a ir cada uno por su cuenta, sin complementarse como en los buenos momentos.


  Pues ya lo he dicho, "Sedmikrásky" es una película necesaria e importante pero, por desgracia, insatisfactoria e irregular. Es, más allá de la crítica sobre su gobierno, una parábola sobre lo que pasa en la humanidad al ser diferente, al ir a contracorriente de los demás. La desenfadada e incontrolable conducta de las muchachas y las consecuencias que se producen entre ellas mismas, entre ellas con otros, y entre ellas con los gordos, es fiel muestra de ello. Pienso que, a pesar de todo, "Sedmikrásky" no deja de ser contundente y directa al grano en lo que quiere hacer, que lo hace sin miedo ni arrodillándose. Si tan sólo la directora hubiese afinado un poco más el metraje, creo que estaríamos ante una de las obras memorables del siglo anterior.
  Y antes de que se me escape de la mente: las actrices, cuyas actuaciones no son nada del otro mundo pero sí tienen de bueno que comparten la misma energía que desprende la película; es decir, las chicas actúan sin complejos, sin pensar en el qué dirán, sin censuras, sin la más mínima intención de actuar apropiadamente a los estándares más o menos convencionales -aunque como dije, actúan apropiadamente para lo que la cinta significa-, etc.
Y encuentro muy bueno que exista esa energía, que se siente con más potencia en los buenos momentos, aunque queda desgraciadamente inocua en los peores; un arma de doble filo, eso es lo que es el desenfado de la directora, de su obra... Obra que, por lo demás, sale tan magullada como airosa de esta valiente apuesta. En cualquier caso, bien por ella.
  Insisto, quizás ésta no sea una gran y maravillosa película, pero vaya que es importante, y sólo por eso debe o merece ser vista. Les dejo la decisión a ustedes.

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