sábado, 14 de marzo de 2015

'71 - 2014


Director: Yann Demange

  Pero qué graciosa es la vida, o quizás ni tanto... juzguen ustedes: habré dicho un par de veces, a lo largo de los último dos meses, que mi computador murió y blablabla. Pues bien, encontré trabajo y todo, y ayer, mientras volvía a mi casa en mi auto a eso de las dos de la mañana luego de un arduo pero satisfactorio día laboral, unos perros se cruzan en mi camino, que por lo demás era una calle completamente vacía a excepción mía y los susodichos, y para evitar dañarlos, desacelero pero sin frenar del todo. No obstante, aún así los desgraciados se las arreglan para morder una de las ruedas delanteras y desinflarla. Así me agradecen los ingratos, y uno que quiere evitar atropellarlos... En cualquier caso, avanzo un par de semáforos hasta que me doy cuenta que la rueda no da más, y como justo había una gasolinera al otro lado de la calle, voy y me estaciono para cambiar la malograda rueda. El lugar estaba vacío, lo cual era muy interesante. Saco la rueda de repuesto, las herramientas, y comienzo a hacer lo mío. Como no estaba muy entrenado en esos menesteres, me demoro bastante en hacer prácticamente nada, hasta que llega un sujeto que le va a echar bencina a su auto. Me observa, se acerca y me ofrece su ayuda, la cual acepto de muy buena gana. Terminamos de cambiar la rueda y el sujeto se va luego de yo darle los agradecimientos de rigor, que no son más que palabras de buena crianza. Se sube a su auto y raudo parte a su destino, mientras que yo aprovecho de echarle aire a las otras ruedas para luego continuar con mi interrumpido camino. Llego a mi hogar pensando que es hora de cambiar de ruta y así evitarme otro encuentro con esos perros de mierda, hago lo que siempre hago antes de dormir, y me duermo a eso de las cuatro de la mañana. Me despierto a las once, me ducho y voy a reparar la rueda desinflada. No es tan caro como yo pensaba, esto es cifras astronómicas a pagar, lo cual me alivia bastante... En fin, vuelvo a mi casa y me siento a escribir estas líneas. Y ahora, a decirles qué me parece la opera prima de Yann Demange, quien antes se había dedicado a la televisión británica. ¿Habrá sorteado con éxito el salto a la pantalla grande?


  Gary Hook es un joven soldado británico que, junto a su pelotón, es destinado a las peligrosas calles de Belfast, escenario de uno de los conflictos más injustos de la historia -si me permiten la opinión-, para mantener el orden y ayudar a las fuerzas policiales locales. El joven soldado se pierde y lo pasa muy pero muy mal, solo y abandonado el pobre.


  No era mi intención ver esta película. No tenía el más mínimo deseo de verla. Salió el trailer, los típicos comentarios auspiciosos y entusiastas, y yo no sólo estaba indiferente sino que indignado, lo que hacía que mi intención de no ver esta película se acrecentara. Pero la terminé viendo porque, en un inicio, tenía la idea de vapulearla hasta decir basta, lo cual no haré porque no es una mala película -aunque no es para que la aclamen como se ha hecho- y, más importante, no es tendenciosa en la elaboración del conflicto en que sitúa la acción y el desarrollo de la trama.

  Verán, y les doy todo el derecho a llamarme tonto si me equivoco en algo -además de saltarse el párrafo si así lo prefieren-, la historia de todo este conflicto, simplificada y descrita según cómo yo lo entiendo y recuerdo, es así:
  La isla de Irlanda siempre ha sido de los irlandeses, quienes aún sin ser ordenados políticamente hablando -hace un par de siglos, en los albores del conflicto-, no se sentían parte de lo que es el Reino Unido, cuya corona intentaba a toda costa succionar la isla para sí, pero sin muchos resultados.
Por desgracia, Irlanda tenía mucha población y un hongo que mató las cosechas de papa -la principal fuente de subsistencia de sus habitantes- hizo que gran cantidad de gente muriera y otra gran cantidad emigrara, principalmente a Estados Unidos, donde era tratados prácticamente como ratas -considerados ladrones, violadores y borrachos-. Aprovechando esto, muchos británicos llegaron a poblar Irlanda con tal de ejercer influencia en pos de la corona, lo cual si mal no recuerdo, se hacía no de manera estrictamente oficial; es decir, la corona tenía el control de la isla pero sin haberla succionado a su ente político. Los británicos -escoceses e ingleses, en su mayoría- comenzaron a irse al norte pues se sentían incómodos entre tantos irlandeses hambrientos y católicos, formando mayoría en ese sector del mapa.
Vale la pena señalar que el punto religioso es muy importante: aunque no todos los irlandeses son católicos, la gran mayoría sí lo son; y aunque no todos los británicos son protestantes, la mayoría sí lo son... El punto es que cada religión va asociada a cada posición política. Como ven, el conflicto es tan nacionalista como religioso: doblemente tenso y peligroso.
En fin, los irlandeses, mayoría en la isla, querían su autonomía pero los británicos protestantes bloquearon todos esos nobles intentos, pues no querían pertenecer a ese potencial Estado. El asunto es que, entre insurrecciones fallidas y actos rebeldes, un partido político -el Sinn fein- y su brazo armado -el IRA- comenzaron a luchar en contra de los invasores, lo que llevó a una negociación con la corona la cual arrojó que Irlanda sería un Estado libre, pero el territorio de mayoría británica protestante formaría parte del Reino Unido. Esos "irlandeses" -entre comillas porque quienes detentan ese territorio no son realmente irlandeses- votaron que sí a la unión y formaron lo que hoy conocemos como Irlanda del Norte. La cosa se calmó un poco luego de esto, pero el conflicto, siempre latente, resurgió a mediados de los sesenta cuando el odio que sienten los británicos, esos que se sentían tan incómodos entre los irlandeses hace un siglo, hacia los católicos comenzó a escalar y volverse verdaderamente sádico e injustificado. Porque los irlandeses, en su propia aunque usurpada tierra, eran tratados como ratas: discriminados, no se les permitía ejercer cargos públicos, sufrían tremenda violencia, segregación, etc. Era un apartheid en toda regla, aunque como la corona estaba detrás la cosa no eran tan grave a los ojos del mundo.
Así hasta que los irlandeses católicos comenzaron a protestar por mejores tratos, para que respetaran sus derechos humanos vulnerados impunemente. Como es de esperar, la represión fue brutal y todo esto reactivó con más fuerzas el conflicto entre los nacionalistas irlandeses, quienes quieren que Irlanda entera sea parte de la República de Irlanda -como corresponde-, y los que no quieren unirse a la República de Irlanda -que ya sabemos no son irlandeses de verdad-. Desde luego, los unionistas o lealistas -comienzo a enredarme en este punto, mi memoria falla-, quienes "luchaban"/masacraban con sus fuerzas locales, comenzaron a recibir la ayuda oficial por parte del Reino Unido y su ejército, del cual Gary Hook, nuestro protagonista, forma parte. Es decir, usurpadores ayudando a usurpadores a seguir con el robo histórico...


  Me perdonarán la "clase de historia", más para aclararme la mente a mí mismo que para enseñarles a ustedes -no pretendo entrometerme en sus conocimientos ni ideas propias, claro que no-, pero es el trampolín que me ayuda a volver al inicio de una manera más precisa -según yo-: la premisa me parecía poco menos que indignante tomando en cuenta todo lo anterior. O sea, una potencia roba el territorio de otro, ¡¿y resulta que la pobre víctima es un soldado invasor abandonado a su suerte en "territorio enemigo"?! ¡¿Los irlandeses son los culpables de este conflicto acaso?! Hay que ser muy descarado, viejo... Desde luego, nadie alega nada pues como el Reino Unido es la potencia -amiguita de Estados Unidos y su tropa de feladores- y a Irlanda usualmente se le ignora y/o mira en menos, el asunto no tiene la gravedad suficiente para nadie, ni siquiera para la "informada" ciudadanía que deja sus opiniones, tan precisas y concisas, en twitter y facebook. Pero claro, si el soldado británico fuese estadounidense y el territorio, en vez de Belfast, fuese Irak, la polémica estaría asegurada -véase todo el lío con "American Sniper" de Clint Eastwood, que aún no he visto-: "cine yanqui propagandístico y patriotero...".
  Pero el asunto es que "'71", aunque se ubica desde el punto de vista del soldado abandonado -y digámoslo: un jovencito no tiene la culpa de lo que hacen los peces gordos del gobierno y no merece tales tribulaciones-, no toma posiciones políticas y étnicas al respecto, simplemente se conforma con armar una historia arquetípica de persecuciones en un ambiente convulso. Sólo al inicio, en el preludio al abandono del soldado, cuando el regimiento tenía que ayudar a los cerdos sadistas de la policía local a allanar unas casas en busca de armas -a costa de niños y mujeres, qué importa-, se vislumbra cierta posición, en todo caso, ambigua y para nada complaciente con ningún lado. Eso me alivió, he de admitir; no quería estar todo el visionado enojado por un "cine" deshonesto y vende humos. Y bueno, luego del abandono, la peligrosidad de Belfast, propiciada por radicales de ambos bandos, es un inocuo escenario para que se desarrollen dos conflictos: el principal, que es el del soldado huyendo de los salvajes católicos que lo quieren matar por ser británico, y el secundario, el que hace que todo termine yendo en una sola dirección, que consiste en otros tipos que quieren matar al soldado porque éste vio algo que no debió haber visto... Aprovechando que hablo del soldado, debo decir que el actor que lo interpreta, el sobrevalorado Jack O'Connell, tiene un cometido muy discreto y apenas roza lo aceptable, y eso que en el poster oficial hay una cita que alaba su actuación como si fuese digna de los más grandes de la materia... así con la propaganda -porque no hay que negar que la prensa y la promoción de la cinta aprovechan el conflicto de fondo para vender-...
  La trama, y fundamentalmente su desarrollo, no es nada del otro mundo: no es más que un cumplidor thriller que les hará pasar una hora y media más que aceptable. Es cierto que el guión recurre a coincidencias difíciles de tomar en serio, pero son sólo un par y tampoco desmoronan el poco inspirado entramado argumental. Debajo de la trama, y de manera muy poco sutil, está la típica lección moral: toda guerra, todo enfrentamiento -del tipo que sea-, lleva inevitablemente a la violencia sin sentido y a las muertes que se pudieron haber evitado, sobre todo las de los más jóvenes, envalentonados por adultos ya afectados por la sangre... oh, también que el poder y la ambición y la corrupción y los pecados capitales son males que llegan incluso a trascender los mencionados conflictos etno-políticos, haciendo que éstos se perpetúen sin cesar. Desde luego, del tema territorial no se dice nada, pero es que la película no trata de eso y no le interesa en lo absoluto: un thriller a secas y nada más, el cual cuenta con una dirección por parte de Demange bastante normalita y carente de personalidad, abusando de la cámara en mano más desestabilizada e irritante posible. Y aunque hayan varios buenos momentos, la intensidad no es abrumadora ni asfixiante: un director al uso, como digo.
  Así que no se dejen engañar por el escenario, pues bien pudo haber ocurrido en las favelas brasileñas con narcos y policías vendidos, en Washington DC con empresarios malvados y políticos vendidos, o tantos otros lugares más... ¿A quién le importa lo que pasa en el mundo si en el fondo todos se odian y se la meten doblada entre sí? "'71" es un thriller inocuo y vacío, pero cumple. Hasta mañana.

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