jueves, 2 de abril de 2015

The Gambler - 2014


Director: Rupert Wyatt

  Del director de la primera película de la nueva saga de "El planeta de los simios", que no dirigió la segunda entrega por problemas creativos y porque en el estudio querían sacarla lo más rápido posible, en contra de la opinión de Wyatt, que quería desarrollar el proyecto con cautela. Al final, fuera de la saga y reemplazado por un tal Matt Reeves, títere favorito de hollywood. Y, luego de la decepción, ¿a qué se dedicó Wyatt? A su tercer largo, "The Gambler", remake de la película homónima del '74. No he visto la versión original, pero no creo que importe pues viendo la presente es fácil notar que no estamos ante una gran ni inspirada película, sino más bien ante una efectiva y cumplidora, a fin de cuentas entretenida nada más, lo que a todo esto no es un adjetivo que eleve la calidad de una película sino más bien una manera de señalar que por lo menos el visionado no se les hará insoportable. ¿Esperaba más? Viejo, ni siquiera sabía que iba a terminar viéndola... las probabilidades son...


  Jim Bennett es un profesor de Lengua Inglesa -o literatura, qué sé yo-, de buena educación y situación económica, que además es muy dado a los juegos de azar. Como consecuencia de ello, le debe dinero a un coreano, un negro y un gordo, y ninguno de ellos está dispuesto a extender la deuda más allá de una semana. ¿Y Jim Bennett? Sin dinero y, aparentemente, sin que le importe mucho el lío que lo envuelve. ¿Qué hace? Pues...


  La película está muy ligada, espiritualmente hablando, a su protagonista... o eso me parece a mí. Porque lo más interesante de "The gambler" es, justamente, Jim Bennett, un tipo que probablemente nunca lo ha pasado realmente mal -así como tener hambre, frío, tristezas extremas- en cuanto a lo material pero que sí se nota vacío y conflictivo en lo emocional, como si necesitara un impulso eléctrico para vivir, un impulso causado por deudas para con peligrosos mafiosos, por ejemplo. Aclaro que todavía no llego al punto en que película y protagonista se ligan íntimamente, pero estamos cerca... de hecho, ya llegamos: dicha actitud de Bennett, cuyas deudas ni siquiera parecen afectarlo -convirtiendo su mecanismo de insuflar vida a su vida en un rotundo fracaso-, descreída y nihilista, se funde con el tono que Wyatt le imprime a la acción: la estética de la convulsa quietud, de la tormenta calmada. Por ende, las deudas están e importan hasta cierto punto -y ponen a girar ciertos engranajes-, pero no nos sentimos afectados pues el protagonista tampoco le da mucho color al asunto. Esa impasibilidad es fruto de la realización, y es un muy buen logro, a mi entender: hacer que dicha quietud sea dramáticamente sólida. En vez de la urgencia, el director se instala en la nada que habita su protagonista, que vive por igual las amenazas, las apuestas perdidas y las clases aburridas que dicta y a las cuales nadie pone atención. Lo que digo es que se entiende la idea y, además, se representa bien en imágenes, aunque tampoco es que el elemento conceptual de la película/protagonista sea muy profundo... Pero funciona y a ratos sobresale... Por desgracia, y no sé por qué me lamento dado que parecía obvio, con el correr del metraje algo de conflicto emocional tiene que sentirse, y es ahí cuando la alumna estrella de Bennett, que aparece desde el inicio, comienza a cobrar protagonismo, haciéndole replantear a Bennett su cosmovisión y por lo tanto su vida entera y cómo la vive -miren ustedes que original eso-. Con ese replanteamiento escondido bajo la capa de desapego que hemos visto hasta entonces, comienzan los "problemas" y la necesidad de cerrar cabos... El punto, mi punto, es que la película, así como el protagonista, pasan de un interesante punto de vista -una vuelta de tuerca al perdedor desesperado que lo intenta todo a base de humillaciones infructuosas- a un conservador convencionalismo, en el que se nos señala que hay cosas por las que levantarse en la mañana; o que estar vivo es, a pesar de todo, mejor que estar muerto; o que siempre va a haber alguien que cree en ti y que te puede hacer mejor persona, que puede iluminar ese oscuro mundo en el que vivías: que vivir vale la pena. Qué bonito, ¿no? Suele ser así: el seguro nihilista sucumbe a los encantos de una joven ingenua pero de "buena oratoria". Oh, y olvidaba que Bennett escribió una novela, según otros personajes una de las mejores criticadas en su año de publicación, cuyo éxito aún así no le logró insuflar algo de "esperanza" o felicidad a su aburrida y monótona vida... pero sí lo hace una estudiante que le dice que es un buen novelista... Ya...
  Y bueno, el resto de lugares comunes, como que en los juegos de azar Bennett pase de la mala suerte inicial a la súper buena suerte final, no ayudan mucho a creernos una historia que se juraba "diferente" pero que al final muestra la hilacha y deja ver su alma puramente comercial: todos somos felices. El final es cursi a más no poder -una maratón hacia el amor y su efecto liberador, puaj-, la "evolución dramática" del protagonista no es convincente -lo digo de nuevo, que un tipo tan seguro en sus ideales comienza a tambalearse por una estudiante más o menos estudiosa es poco creíble, es más, una clara señal de que alguien se arrodilló a las normas de lo convencional, tanto moral como narrativa-, y prácticamente lo mismo que lo anterior, la particular redención del protagonista, más que un aporte a la película, supone un retroceso y una debilidad. "The gambler" es la crónica de cómo un sujeto distinto y único pasa a convertirse en uno más... Decepcionante.
  Por último, no negaré que Wyatt sabe dirigir apropiadamente y dota de sólido ritmo a su película, que no sufre de sobresalto alguno: se pasa rápido y ligero. Además, las secuencias iniciales en las que Bennett juega blackjack están realmente bien hechas, capaces de generar nerviosismo y expectación. El guión cumple en términos narrativos, es decir, no deja cabos sueltos y sabe llegar a su desenlace sin inventarse estupideces, aunque ya se dijo que los acontecimientos revelan el alma buenista, convencional y caritativa de los responsables de esta historia -de esta versión; insisto, quizás la "The gambler" original tiene más mala leche-. A grandes rasgos, la cinta de Wyatt cumple: está bien realizada y escrita, y aunque es entretenida y el interés se mantiene, finalmente no es ni apasionante ni trascendente. Pero... ¿se le puede pedir eso a una cinta estrictamente comercial? No lo sé... algunas lo logran, confunden el panorama con sus logros y hacen que todos pensemos que se puede creer en un hollywood inteligente y espiritual... utopías, utopías.
  Quiero decirlo de nuevo y, si es que puedo, en palabras distintas: el gran error de "The gambler" es que transmutó el conflicto de su protagonista. Era mejor cuando Bennett estaba no sólo rodeado de deudas sino de vacíos y horas sin importancia, lo que ni siquiera parecía molestarle mucho a él sino al resto del mundo; más bien, el conflicto de Bennett es para con el mundo y no con su propia existencia, el conflicto de Bennett es para con la necesidad que el otro tiene de hacer que el distinto, un tipo como Bennett, se "normalice" y pase a ser uno más del montón. Ni los mafiosos lograban instaurar miedo en el semblante de Bennett ni su madre lo hacía sentir mal por su lejanía emocional... nada de nada, y así estaba bien: una película no de argumento sino de, digamos, no-atmósfera como eje central y dramático. Pero llega la estudiante, un par de palabritas bonitas y sonrisitas forzadas, y el Bennett este cambia toda su cosmovisión: para ser libre no se necesita no-estar con los otros ni negarles la existencia en el lenguaje, simplemente se necesita saldar las deudas y cerrar los lazos superficiales con ellos... Que al final al tipo le comience a importar la vida y todos los valores mundanos por una niña cualquiera... En fin, si ese es el mundo en el que este sujeto quiere vivir, allá él.
  "The gambler" no me ha gustado ni tampoco la considero una buena película, pero en términos objetivos, es efectiva y cumple lo que su trailer y sinopsis prometen. Satisfecho no, conforme sí. Supongo que nada más se le puede pedir a un producto de este tipo... Sigo siendo un ingenuo. Y claro, prefiero mil veces el póker...

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