domingo, 27 de septiembre de 2015

The Texas Rangers - 1936


Director: King Vidor

  King Vidor, un nombre de esos que te dicen "ven a ver mis películas", aunque admito que pensé que no encontraría westerns en su filmografía, ¿por qué?, llámenlo infundada sensación o, derechamente, estupidez e ignorancia. Primero iba a ver "Billy the Kid", del mismo Vidor, pero, por desgracia, no encontré subtítulos ni en inglés ni en español, así que hago inmediatamente el llamado a que si alguien sabe dónde están, pues que me deje el link o algo así, aunque tampoco se sientan obligados, vamos, puedo acostumbrarme a que no se cumplan ciertos deseos. Por suerte también está "The Texas Rangers", violento western que lo deja a uno con la boca abierta por lo contundente de su propuesta. ¿Una sorpresa? No realmente, pero, definitivamente, sí más de lo que esperaba. 


  Tres forajidos que se dedican a asaltar diligencias y demás (en realidad, cualquier cosa que les reporte ganancias) llegan a Texas para seguir con lo suyo, salvo que comienzan algunos problemitas relacionados con los Rangers, un grupo de hombres recios, con la ley de su lado, que quieren mantener su tierra limpia de criminales sin dar su brazo a torcer por ningún motivo.
  

  Las constantes son inevitables, y yo no tengo la culpa. No es una queja, no es un reproche ni una crítica, es, más o menos, un aviso, para que no piensen que siempre comento las mismas cosas. Aunque partiré por algo diferente. El título, "The Texas Rangers", indica claramente que la película tiene como tema central a los Rangers de Texas, esa fuerza policial que enfrenta criminales; la primera secuencia es todavía más esclarecedora al adelantarnos lo admirable de su labor en una tierra llena de malhechores y sin suficientes oficiales de la ley para defender a los indefensos, más aún, lo valiente que resulta dedicar la vida al servicio y protección de los demás. A más de alguno (a mí me pasa) se le podría activar la alarma de "película panfletaria" o similar, que el metraje entero, más que ofrecernos una buena historia, simplemente pondrá en pantalla un descarado y desvergonzado intento por ensalzar valores, hechos e implicancias históricas para relacionarlas con el presente, casi como una propaganda gubernamental que quiere reclutar policías y militares y qué sé yo. No sucede tal cosa. "The Texas Rangers" es una película con principios y con identidad, que cuenta con un excelente guión y una fantástica narración de King Vidor, de puesta en escena cruda y sin amilanarse ante lo salvaje y lo violento de la situación de turno. Debo decir que me sorprendió un montón lo explícito de los tiroteos, los flechazos, las rocas cayendo sobre hombres, las cabezas machacadas, etc., todo parte de un cocktail de hombres en permanente lucha, pisando constantemente territorio enemigo o tierra de nadie, viviendo con la muerte susurrando sin descanso al oído de la civilización. "The Texas Rangers" no utiliza a los Rangers para besarles el trasero sin miramientos; más bien evalúa concienzudamente su valor narrativo, los coloca en un relato y un espacio, crea una atmósfera a partir de su presencia y sus valores (reducidos principalmente a la Ley versus el crimen, sin intervenir presupuestos conservadores más propios de la época de producción que de la trama, algo que suele pasar en varias ocasiones, sobre todo en el cine actual), y deja que la historia fluya y se desenvuelva de manera natural a partir de esa semilla que son los Rangers; dicho de mejor forma, los Rangers son un coherente y verosímil trasfondo del cual surge el gran conflicto del relato, la constante de la que les venía hablando: el dilema moral: estos tres amigos forajidos se separan y dos de ellos, con motivos dudosos en vez de nobles, se unen a los Rangers, mientras que el otro sigue su camino de malhechor. A medida que avanza la historia, la amistad no cesa pero la moral de los otros dos comienza a ablandarse y enderezarse, hasta que llegue el momento de la verdad, cuando, eventualmente, los amigos Rangers tengan que enfrentarse al amigo criminal, debiendo decidir entre la amistad o la nueva moral y, desde luego, un par de cosillas más que son personales, así que un poco de privacidad, por favor. Pueden deducir que los personajes, primarios, secundarios y hasta terciarios, no son muñecos huecos que reciten himnos morales o tengan conducta intachable o, en contraste, sean ultra malvados que digan groserías sin cesar mientras matan embarazadas, cocinan fetos y matan perros, caricatura que se suele ver en ocasiones, triste decirlo (y recordarlo); al contrario, los personajes, sobre todo los tres amigos, son un ejemplo de construcción e interpretación, no porque sean ultra complejos sino porque exudan naturalidad y empatía, carisma y un mar de ambigüedad moral que no se puede encasillar ni en el bien ni el mal, pues ni el criminal es un maníaco homicida ni los Rangers unos santos. De hecho, es bien sabido que todos los de la época solían matar sin mucha reflexión cuando alguien les blandía sus armas en la cara. ¿Cómo juzgar de manera tan tajante y tendenciosa algo que era común y parte de la cultura general? No señor, acá la cosa va sobre el honor y las consecuencias de los actos, independiente del filtro moral que se le ponga; eso sí, hay honores y honores, y el que propone "The Texas Rangers" no engaña a nadie, va directo al grano, y, lo más importante, no busca sobreponerse al relato ni a lo cinematográfico, forzando la narración hacia terrenos que no vienen al caso. Un relato transparente, en definitiva, aunque se maten indios a destajo y los héroes sean... ya saben quiénes. Más que el mensaje, que ya digo no me es empalagoso, quédense con lo fuerte de la narración y los duelos.


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