lunes, 23 de noviembre de 2015

Carne - 1991


Director: Gaspar Noé

  ¿Cuál es el argumento preferido al que recurrimos en este blog? Ya resulta insultantemente obvio: al de la duración de la película en cuestión, a veces única salida para no dejar días sin comentarios vertidos, vacíos por completo. "Carne" es un mediometraje de casi cuarenta minutos dirigido por Gaspar Noé, un nombre que me imagino habrán oído o leído, porque el hombre da que hablar, oh sí. "Irréversible" es la única película de Noé que había visto hasta ahora (de "Enter the Void" vi noventa minutos, no porque haya querido detenerme como porque el internet o el servidor decidieron fallarme y no cargar el resto del film, hace unos tres años y medio atrás), y siempre he tenido muchas ganas de explorar el violento y provocador universo de este hombre. De momento "Carne" me ha dejado satisfecho por completo, aunque de una manera diferente, cómo no considerando de quién viene.


  "Carne" es la historia de un carnicero que vive solo con una hija que o es muy tímida/retraída o tiene algún problemita mental. En cualquier caso, la vida de ambos no es fácil, aunque tampoco es especialmente difícil: simplemente gris, terriblemente gris. Las cosas pueden ir cambiando, en todo caso...


  Me gusta el cine de Gaspar Noé. Considero que Gaspar Noé es un tipo valiente y coherente, sin medias tintas, de una cosmovisión avasalladora y rebosante de posibilidades. Pienso que el cine de Gaspar Noé es grande por ello: por no ir atrás, por ir hacia adelante, por no tener miedo, por no tener consideración, por seguir sus impulsos, por dejarse llevar por el instinto, por tener ideas, por seguir sus ideas, por tener personalidad, por no tener vergüenza, por no quedarse en un punto fijo, por no cesar en la exploración de sus límites, por no acomodarse. Porque si intentamos definir al cine de Gaspar Noé en una palabra, ésa sería la incomodidad: el cine de la incomodidad. Y no me refiero a una incomodidad proveniente del uso de imágenes grotescas o situaciones escabrosas, de la construcción de una indisimulada y deliberada atmósfera malsana (con una puesta en escena violenta, directa, que prácticamente nos abofetea con cada momento que pasa), intenciones que de todas formas Noé lleva a cabo con tremebunda y contundente ejecución y visión, lo que por sí mismo podría sostener al film completo, si bien acá el contenido es esencial. A la incomodidad que me refiero, y lo que diferencia a Noé de la simple provocación proveniente del intelectualoide onanista, es a la incomodidad discursiva, que no deja títere con cabeza puesto que a lo que apunta es a la condición humana en general y no a pequeños colectivos con mayor o menor poder y/o influencia mediática. La provocación, en este caso, no obedece a lo pueril y lo irreflexivo. El cine de Noé quiere remover conciencias y tambalearnos en nuestros propios asientos, el cine de Noé quiere liberarnos de la esclavizante comodidad en que vivimos, de nuestra comodidad; y para ello apela a la interpelación directa con el espectador, al ataque dialéctico de sus valores morales, apela a recordarnos constantemente que no somos nada, que no tenemos poder de decisión sobre la vida, que somos meros muñecos con limitada capacidad de autonomía que se dejan llevar por la corriente de hechos: somos víctimas del tiempo, de la violencia, de la propia oscuridad. Partiendo de una idea tan elocuente e impactante (pero cierta, al fin y al cabo), no es de extrañar que el lenguaje empleado por Noé sea tan crudo, tan violento, y no es de extrañar que Noé no tema cruzar los límites de lo que se les ocurra: los del lenguaje mismo, los del buen gusto, los de la corrección discursiva, los de la moral..., creando una experiencia que nos guía por los recovecos más temibles del ser humano.
  "Carne" es la historia de un hombre atrapado. Atrapado por sus propios deseos, obsesiones, culpas, decisiones, etc.; atrapado por su entorno, su vida, su tiempo. "Carne" dura unos 36 minutos y yo, les juro, podría haber visto 90 más, mínimo. "Carne" es tan fascinante en su retrato de este hombre, a la postre del hombre, que la dolorosa pero necesaria exploración desplegada tenía material de sobra sobre el que reflexionar; pero había que seguir una línea argumental, y por eso llegamos al final, de momento...

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