jueves, 5 de noviembre de 2015

Koruto wa Ore no Pasupōto - 1967


Director: Takashi Nomura

  Pensé que iba a comenzar esta entrada contando brevemente los extraños y tranquilizadores sueños que tuve anoche, pero por desgracia ya lo he olvidado todo. Será... Igual este blog es de cine solamente, así que mejor me atengo a ello. Por lo mismo, procederemos a comentar la mejor película que hemos visto en esta semana criminal japonesa, o sea, "A colt is my passport". Una película hermosa y en cierta forma atípica, pero ya me explayaré mejor (espero) sobre ello después del salto.


  El gran Joe Shishido interpreta a un asesino a sueldo que es contratado para matar al jefe de una familia cuyos negocios se interponen con el de aquellos que lo contrataron. A pesar del profesionalismo de Shishido, las cosas se complican y pronto la vida se convertirá en un duro juego de supervivencia.

  
  Establecer comparaciones puede ser odioso, especialmente para el que sale perdiendo, pero para aquel que necesita explicarse, pues la cosa resulta ser más sencilla. "A colt is my passport" es mucho mejor que "Rusty Knife" porque la primera hace bien todo lo que la segunda hace mal, o dicho de forma más lacerante, triunfa en donde la otra falla estrepitosamente. Ambas son películas que comienzan con un conflicto puramente causal y que desarrollan un relato de acción/reacción entre dos partes enfrentadas; posteriormente, las dos convierten dicho conflicto en el contexto para un conflicto esencialmente moral y de tintes trágicos. "A colt..." triunfa con holgura por varias razones muy sencillas de explicar y comprender. A todo esto, la comparación establecida demuestra que en el cine no hay recetas ni fórmulas matemáticas exactas a la hora de narrar y dirigir una película, pues como se ha dicho, las mismas cosas que funcionan de maravilla en una pueden ser la perdición de otra; todo depende de quien se encuentre detrás de cámara, detrás del guión y también dentro de la imagen. Volviendo a las comparaciones, que ahora me doy cuenta no son tan sencillas de escribir (por eso el breve paréntesis previo: para pensar), "A colt..." triunfa por sobre la otra, en primer lugar, principalmente porque es capaz de dar el salto de lo causal a lo moral/trágico con fluidez y coherencia interna, sin quebrantar el relato en dos, sin quedar coja de un lado. "Rusty Knife" dejaba de lado el enfrentamiento entre fiscal y jefe criminal y como consecuencia de ello el relato perdía ritmo y consistencia, pues los ires y venires pasaron a ser un estático y anodino cúmulo de lamentaciones superficiales y predecibles. Por el contrario, "A colt..." mantiene el conflicto causal como motor narrativo, como impulso argumental, pero cediendo terreno al contenido drama del protagonista, que por lo demás no tiene que ver con cosas tristonas y melancólicas que surgen a pito de nada. El conflicto del protagonista es mucho más sencillo en sus planteamientos pero complejo y profundo en su desarrollo estético y narrativo, a todas luces un plus: menos es más. Si en "Rusty Knife" el protagonista se la pasaba llorando, el gran Joe Shishido se contiene y simplemente hace lo que tiene que hacer, dejando que el espectador escrute su rostro, su actuar y su situación, completada con otros personajes de carne y hueso que le dan vida y fuerza a esta existencialista historia. No describiré lo trágico del conflicto moral y existencial, primero porque lo he intentado fallidamente un par de ocasiones y mejor decidí no escribir nada a escribir puras tonteras, y segundo, porque es mejor que ustedes reciban de primera mano la enorme actuación del nipón, que logra aunar tanto fuerza física como fuerza emocional en sus trabajos. Entonces, resumiendo y terminando con la comparación, "A colt is my passport" es una excelente película porque tiene forma y tiene fondo, tiene una gran dirección y tiene un contundente guión; además la banda sonora (¿no les recuerda un poco a las de Ennio Morricone?) es realmente sublime y la atmósfera, en general silenciosa y densa, te atrapa por completo. Eso sí, una advertencia: ésta no es una cinta veloz así como para entretenerse con disparos y persecuciones; es pausada y más cercana a la pulsión de los personajes (por algo conectamos con ellos tan fácilmente), a una tensión atmosférica. No diré que es sensorial, pero sí que es (aunque suene a sinónimo, perdonen si parezco idiota) perceptiva: necesitamos estar atento a las miradas, a lo que nos ofrece la imagen audiovisual. Eso sí, el tramo final no los puede dejar descontentos, con lo frenético a la vez que anticlimático que es (aunque esto último se pueda aplicar al metraje entero)... En fin, ya verán ustedes, yo sólo les digo que estamos ante una casi obra maestra y que si no la ven se pierden de una gran experiencia (y de otra gran interpretación de Joe Shishido). Ahora a dormir...

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