lunes, 2 de noviembre de 2015

Take aim at the police van - 1960


Jūsangō taihisen yori: Sono gosōsha o nerae
Director: Seijun Suzuki

  Antes que todo, un aviso de utilidad pública: no vean, repito, NO VEAN el s06e04 de "The Walking Dead", que es una auténtica basura de mierda. Al parecer los esquemas se repiten y, tal como en las dos temporadas previas, luego de tres primeros episodios que siguen una línea argumental determinada (sin gracia en la cuarta, notable en la quinta), el cuarto episodio rompe toda continuidad y nos traslada a otro conflicto. No es tan así en la presente temporada, pero, ¿para qué interrumpir la intensa trama comenzada en el primer momento del s06e01 con la historia pasada de un personaje tan pero tan patético? ¡Y se le dedican 60 minutos a su inútil drama! Pero como soy bueno les aviso que si lo evitan no se perderán de absolutamente nada importante (yo sólo vi 20 minutos). Hay que cagarse... En fin... Porque a veces hay que prevenir calamidades, me tomo una pequeña pausa del cine de John Ford (con lo bueno que es, no me arriesgaré a algún tipo de saturación) para durante cinco o siete días ver y comentar películas japonesas que tratan temas criminales sin ser directamente yakuza para sus cosas. Comenzamos con una película de Seijun Suzuki, admirado y más o menos desconocido director japonés que al parecer tiene influyentes y memorables piezas en su filmografía, aunque no será "Take aim at the police van" una de ellas, tristemente.


  Daijiro Tamon es un oficial de prisiones que está a cargo de un camión que transporta varios presos a vaya uno a adivinar. Alguien decide atacar al camión, lo que resulta con dos presos muertos y Daijiro suspendido de sus funciones por seis meses, tiempo que utilizará en averiguar qué demonios ha ocurrido en verdad, pues la cosa huele a gato encerrado.


  Hay buenas intenciones en "Take aim at the police vain", eso se nota de inmediato, pero lamentablemente le falta pulcritud narrativa y pericia cinematográfica. Mala no es, que quede claro de inmediato, sólo que no ejecuta sus elementos y posibilidades de la manera más provechosa. Todo lío se inicia en la enrevesada y compleja trama, y desde luego, en la manera en que se desarrolla, la mayoría del tiempo sin una intención narrativa clara (¿qué importa en este relato?, ¿es una historia de detectives propiamente tal?) más allá de tener como propósito "aclarar" los detalles del complicado entramado argumental, lo que sería suficiente si lo hiciera notablemente bien y no pretendiera centrarse en conflictos más o menos ajenos al esclarecimiento de esta conspiración. No es que sean muchos personajes, tampoco es que hayan demasiados giros (que no sorprenden del todo, además de parecer antojadizos y algo inverosímiles); es la forma en que está todo ordenado lo que afecta al resto de aspectos cinematográficos, por ejemplo la dirección de Suzuki. Más allá de la trama que se desarrolla frente a nuestros ojos, no me queda claro qué se nos quiere contar, qué historia. Con este dilema de fondo, la puesta en escena de Suzuki, si bien habilidosa y con personalidad, sufre inconsistencias e irregularidades, sobre todo en encontrar el tempo adecuado para la imagen o el fotograma, descompensado entre el toque de acción (que era básicamente lo que buscaba, según leo en wikipedia, la Corporación Nikkatsu, que producía películas de esta índole de manera industrial) y el drama humano. Y es que como película de acción la cosa tampoco funciona mucho, precisamente porque el guión es torpe y no deja caer la información de manera natural y fluida (afectando la interrelación de escenas y al conjunto en general, sin mencionar que algunos personajes no tienen una presentación tan adecuada para el rol que juegan), lo que se traspasa a la puesta en escena de Suzuki, de atmósfera y ritmo dados a altibajos. Hay cosas interesantes, desde luego, como por ejemplo el montaje, especialmente demostrado en aquellas secuencias en que el protagonista, oficial de prisiones convertido en detective amateur (pero perspicaz y actitud), contempla frente a sus ojos un collage de esos instantes importantes que pueden marcar un antes y un después en esta historia. También es interesante que se quiera elaborar un argumento tan complejo en su red, lástima que el contenido de fondo no sea un buen complemento y ulteriormente no tengamos mucha idea de qué pasó en realidad más allá de que alguien traicionó a otro alguien y así... No he quedado conforme con "Take aim at the police van", sobre todo por la poca coherencia interna que demuestra su trama, más interesada en parecer un relato negro que en serlo de verdad (peca de superficial, pues no sólo de detectives y claroscuros se hace lo noir: debe haber algo podrido que sostenga el relato), pero es innegable que su visionado es interesante y justifica el poco tiempo que demanda, pues tiene detrás a un director cuyo legado hay que descubrir (mientras más temprano en su carrera mejor), aunque en la presente ocasión se quede corto en la pulcritud narrativa y la ejecución formal del fallido relato. No será un memorable e imprescindible hardboiled nipón, pero lo intenta y nos quedamos con los aspectos positivos de la función, pocos pero promisorios; al fin y al cabo, lo importante es descubrir cine y siempre ir en busca de joyas. Ya veremos más adelante si Suzuki le hace justicia a la fama que le precede.

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