jueves, 21 de enero de 2016

Bone Tomahawk - 2015


Director: S. Craig Zahler

  Ésta iba a ir ayer y la de ayer iba a ir hoy, pero había que darle un descanso a mi inofensiva y poco exigida mente y también al buen Kurt Russell, que se toma bastante bien los malvados y malintencionados tweets que los mordaces twitteros escupen cuando les llega una iluminación mental. Yo prefiero las reacciones de Elisabeth Moss y Sarah Paulson, pero me estoy metiendo en territorios que no me corresponden ni interesan salvo para no quedarme dormido entre comida y comida. Todo lo anterior tendría sentido si hubiese subido esta entrada el sábado, pero me daba pereza actualizar el cuerpo entero, así que mejor incluyo esta pobre aclaración temporal. Sigamos: "Bone Tomahawk" es la opera prima de un sujeto que, vengo a ver, ha publicado nada menos que cuatro novelas, las que me parece no han sido traducidas al español (y que tampoco lo harán muy pronto, a menos que gane un premio literario de alcance mundial o su siguiente película sea un éxito de taquilla), una lástima toda vez que lucen interesantes (admito que todo me parece interesante, más o menos). En cualquier caso, acá venimos a hablar de cine, o ése es el intento...


  Cuatro hombres emprenden la búsqueda de un criminal, la esposa de uno de ellos y el ayudante del sheriff, quienes son secuestrados por unos nativos caníbales que harán cosas muy feas si es que el rescate no sucede a tiempo.


  Pues sí, los fines de semana, por lo general, me pillan con la mente más o menos apagada, así que esta entrada constará, mayoritariamente, de comentarios breves (ojalá) sobre los aspectos más formales de la película, que siempre es lo más fácil de observar y plasmar. Quizás en algún momento me dé un golpe reflexivo que logre escribir antes de que se me olvide, pero no prometo nada. Así, comencemos:
  "Bone Tomahawk" consta de una puesta en escena y una narración sobria, contenida, cruda, precisa y, en definitiva, que va al hueso (uy...). Más importante, está ejecutada con paciencia y madurez, sin premuras de ningún tipo ni mucho menos recreaciones en los detalles escabrosos y sórdidos, que los tiene en su justa medida. Esta decisión busca construir, poco a poco (aunque no se demora nada en ponernos la piel de gallina), una oscura, inquietante y tenebrosa atmósfera cuyo gran exponente es el miedo, justamente, a lo escondido, a la amenaza más o menos furtiva. En este sentido, el uso del sonido (con esos tremebundos gritos de los caníbales) es formidable y la puesta en escena muestra a la perfección el enfrentamiento, mucho más profundo e implícito de lo que sugiere el conflicto con los caníbales y/o la búsqueda de la esposa, entre el hombre y la naturaleza: la suya propia, la del "otro", la del paisaje. Si bien la búsqueda constituye el eje central del relato, el principal motor narrativo, el hecho de que la misma sea también una exploración da cuenta de por dónde van los tiros del director, sumado al hecho de que los cuatro hombres que exploran mantienen importantes diferencias entre sí, en cierta forma desnudando las distintas caras de una época, una sociedad. Esta exploración como motivo también sirve para elaborar un cuidado y muy bien escrito relato centrado sobre todo en el viaje y el contacto con lo externo. El director demuestra, además de tener una buena pluma, la posesión de una mirada incisiva y un pulso firme que no necesita artificios para hacernos sentir miedo e inquietud, solamente la incierta presencia del enemigo acechante: el agobiante fuera de campo que nos ahoga en un miedo tan irracional como palpable. Creo que lo que también potencia el miedo es el carácter, digamos, "ultrasalvaje" o "precivilizado" de los caníbales, su cualidad antehumana o antihumana, como si pertenecieran a otro tiempo y su sola existencia e interacción con el hombre blanco supusiera una seria amenaza para la sociedad construida, un catalizador para el descenso a los infiernos (interesante que la secuencia de la búsqueda sea ciudad/comisaría/hogar->desierto/valles->cavernas, ésta última constituyendo el corazón del caos o destrucción humana).
  Está demás decir que "Bone Tomahawk" no es una película frenética, por el contrario, a pesar de que no le faltan acontecimientos (organizados fluidamente, "con buen ritmo"), la imagen de S. Craig Zahler se caracteriza por un tempo pausado y una crudeza que le quita toda espectacularidad hasta los momentos gore (pues este no es un horror facilista y superficial sino un horror, digamos, atmosférico, latente) pero que no deja de potenciar lo infernal de fondo. Sin embargo, no le falta sentido del humor, amén de un sensacional Richard Jenkins que nos saca una tierna sonrisa hasta en los momentos más infartantes (como cuando los caníbales prueban el licor de la cantimplora de Kurt Russell y, al escupirlo del asco, Jenkins susurra "no debe ser peor que la carne humana"), aunque, por favor, no nos equivoquemos: Jenkins no es el personaje chistoso cuya única función es hacer reír para que la cosa no sea tan horrible; él, al igual que el resto, es un humano de carne y hueso con una admirable moral y una forma distinta de afrontar la adversidad. De paso: brillante construcción de personajes, todo ellos presentan algún punto fascinante.
  En fin, dije que no me iba a alargar, así que acabemos con lo obvio: "Bone Tomahawk" es una excelente película, una excelente opera prima, y es de esas películas que definitivamente hay que ver.

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