jueves, 3 de marzo de 2016

Katzelmacher - 1969


Director: Rainer Werner Fassbinder

  "Katzelmacher" es el segundo largometraje de Rainer Werner Fassbinder, quien se lo dedica a Marieluise Fleisser, escritora y dramaturga alemana de la que Fassbinder adaptó, un par de años después, "Pioneers in Ingoldstadt". Luego de sus dos primeros cortos, el director alemán estuvo un tiempo dedicado casi exclusivamente al teatro, dato no menor a la hora de "analizar" la puesta en escena de sus primeros filmes. Como sea, "Katzelmacher" es otro interesante ejercicio cinematográfico que contiene esa inconfundible e infaltable identidad fassbinderiana, elemento al que es imposible resistirse pues, pase lo que pase, es lo que saca lo mejor de sus filmes: ¡y es que Fassbinder sin Fassbinder, lisa y llanamente, no es Fassbinder! Ya parezco un fanático enceguecido ¿eh? Descuiden: esta retrospectiva la haremos en calma y por partes, como deben ser: degustando este cine con mayúsculas en todo su esplendor y sabiendo apreciar incluso sus características menos vistosas. Así no tendremos que pasar largos días escuchando la misma cantinela, de la que tampoco vengo a disculparme, por favor.


  En un pequeño y modesto edificio iremos conociendo las historias, roces y filiaciones de un grupo de jóvenes sin oficio ni beneficio que habitan el lugar casi como fantasmas. Sus líos aparentemente escalarán una vez llegue un extranjero que, sencillamente por no encajar, se convierte en el blanco de todo veneno proveniente de estos "exclusivos" residentes.


  Es una frase que acabo de leer por ahí que me gustó bastante y que trata sobre cómo se relaciona el cine de Fassbinder con el mundo: sus filmes no son fáciles de degustar, puesto que el cineasta alemán siempre da rienda suelta a su personal y complejo discurso (por lo demás, jamás limitado, siempre en permanente mutabilidad y ramificación) mediante capacidades expresivas radicales, disconformes y atrevidas, entre otros adjetivos, que no buscan la entretención o la evasión ni tampoco el virtuosismo frívolo y barato, sino un fotograma auténtico y coherente con la propia esencia del film: Fassbinder buscaba la mejor forma de hacer que fondo y forma confluyeran en una sola y poderosa entidad cinematográfica, aunque ésta última descripción requiere más mesura si la aplicamos a "Katzelmacher", que, no me malentiendan, es una película que me gusta mucho y que funciona a la perfección tal como está planteada y desarrollada, sólo que la frase en sí te hace imaginar que se refiere a obras maestras y maravillas del séptimo arte ¿no? Sobre la obra de este director, acá siempre estaremos al borde del arrebato cinéfilo, pero son cosas de la sana subjetividad. "Katzelmacher", que es una muy buena película, quizás no llegue a tanto considerando la ingente filmografía de su director, plagada de excelentes títulos y no pocas obras maestras que eclipsan el buen hacer de las menos alabadas y/o conocidas por más meritorias que éstas sean... Supongo que así es la vida de algunos... ¿Sería como ser el doctor menos bueno de una notoria familia de doctores? En fin, ya ven que me gusta hablar incoherencias a veces, mantiene la lucidez intacta, creo... Como sea, todo el rollo del inicio venía a colación debido a que "Katzelmacher" no es una película fácil, ya sea por su carencia de trama o motor narrativo en su acepción más convencional (¿cuando ha sido convencional el buen Fassbinder?); ya sea por la reiteración y el "aburrimiento" con lo que juega el guión a lo largo de ochenta minutos; ya sea por una puesta en escena despojada y desnuda, incluso más que en "Liebe ist kälter als der tod", película que le antecede, aunque esa desnudez se explica por dos incontestables motivos: el primero, el componente discursivo del film, igual de incendiario pero más acotado en su universo; el segundo, la influencia teatral que arrastraba Fassbinder (y que no se veía en sus cortos) desde sus años adelante y detrás del telón. Demás está decir que ambos motivos se complementan a la perfección.
  "Katzelmacher" es otra de las avezadas lecturas que el director hace sobre la sociedad alemana, esta vez de una manera menos amable y sentimental. Así, estos ociosos amigos que intercambian novias como si nada y planean atracos sin éxito alguno (ni siquiera lo intentan...) podrían representar ese sector cuya máxima de vida es el desapego total y el desprecio a los objetos materiales, entre ellos el humano mismo, que se creen tan contestatarios hasta que demuestran todo su conservadurismo e hipocresía moral y discursiva cuando un extranjero, un griego interpretado por un cándido Fassbinder, llega al lugar y comienza a inflamar la vena racista y nacionalista de estos individuos tan solo con su inofensiva presencia. No es una película protagonizada por inmigrantes y prostitutas y criminales y demás "escoria", sino por alemanes comunes y corrientes cuyo mayor sufrimiento proviene de su propia mezquindad, la anodinia a la que se acostumbran. Así, ¿cómo filmar las "andanzas" de gente que no hace absolutamente nada sino conversar en los mismos lugares una y otra vez, básicamente sobre las mismas cosas (ellos mismos, la locataria, la animadversión para con el griego)? La respuesta es clara: mediante la falta total de estilización, la imagen más despojada posible. Puede que exagere, pues claramente hay cuidado en la composición y en el contado despliegue de la cámara, pero la idea apunta, justamente, a la representación de la nada en la que viven estos personajes, lo que se ve potenciado con la no-trama del film, su no-estructura. El hilo del "relato" vendría siendo las conversaciones y uno que otro intercambio de parejas (y posteriormente el griego), pero la gracia de la película es mostrar un estado de las cosas, uno que no cambia, por lo tanto, ¿por qué habría de cambiar y de avanzar la película misma, si lo que quiere exponer en imágenes no lo hace? En "Katzelmacher" no pasa nada a la vez que pasa un montón, y sólo esa pulsión subyacente es lo que le otorga al conjunto, digamos, un arco narrativo: el crecimiento de las contradicciones y prejuicios y resentimientos sociales, primero alimentados entre ellos, escalando poco a poco hasta que el griego los hace explotar. Pero no crean que verán una película  muy animada... Por último, no hay que obviar la dureza con que Fassbinder ataca a estos rebeldes de cartón y su falsa militancia, en realidad una manera de disfrazar su flojera y la incapacidad (por no decir cobardía) de tener el estilo de vida subversivo con el que tan satisfactoriamente se engañan. No por nada Fassbinder no actuó como uno de estos ociosos sino como el pobre griego, el que verdaderamente busca algo de libertad o felicidad, sin mencionar que en "Liebe ist kälter als der tod" sí que se reserva el rol de un inconformista más auténtico aunque no por ello fatua y puerilmente idealizable.
  ¿La lección? No había que hacer enojar a Fassbinder...

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