viernes, 6 de enero de 2017

Cuesta abajo - 1995


Director: Israel Adrián Caetano

Hoy comentaremos dos cortometrajes argentinos, uno dirigido por Bruno Stagnaro y otro dirigido por Israel Adrián Caetano, que es uruguayo pero hace películas en Argentina. ¿Por qué estos dos directores específicamente? La respuesta la obtendrán mañana, pero tampoco es una adivinanza muy complicada si es que se sienten intrigados por mis inocentes juegos. Mientras piensan en ello, pasemos a hablar de "Cuesta abajo".


Un transportista de pollos le echa bencina a su vehículo cargado de pollos y luego parte hacia su destino, que ojalá fuera un santuario para pollos, si bien ustedes y yo sabemos que desgraciadamente no es así. En todo esto, triste decirlo, no hay nada fuera de lo común... hasta que el conductor se da cuenta de que está atrapado en el kilómetro 840 de la carretera. Poco a poco, el conductor se desespera al ser prisionero de un bucle espacial y de seguro temporal, aunque no es que vayan a llegar científicos a explicar la malformación en el conducto espacio-tiempo (¿lo que digo tiene sentido o simplemente soy de esos que creen que saben pero en realidad hablan puras idioteces?), por lo que tendrá que arreglárselas solito. "Cuesta abajo" no es más que un interesante ejercicio de extrañeza y suspenso, algo artesanal pero bastante efectivo sobre todo en aquellos breves momentos en que el corto se cuadra con la situación del protagonista, invadido por el desconocimiento y la incógnita, al ser una narración inmersiva. ¿Qué sucede, qué hacer, qué sentir? El final, en el que se atan cabos y el tiempo se come su propia cola, no es tan impactante ni sorprendente como de seguro se esperaba, y en cierta forma pienso que contraviene los principios de la narración, basadas en el suspenso más estricto, al decidirse por un recurso esencialmente efectista (y predecible). Sin embargo, le da su toque de curiosidad, aunque me hubiese gustado más un protagonista definitivamente atrapado en ese kilómetro por toda la eternidad, vagando sin fin. Con tal de que esos pobres pollos no hayan llegado a su cruel y sangriento destino, todo bien, ¿no? Ahora que lo pienso, tampoco hubiese sido un gran final, porque al poco tiempo el sujeto habría comenzado a comerse a los pollos, lo que sería lo mismo. Supongo que, a fin de cuentas, estamos todos condenados.
Buen cortometraje el de Israel Adrián Caetano. Sólo espero que ningún pollo haya salido lastimado en el rodaje. Si quieren verlo, hagan click en este enlace.

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