domingo, 22 de enero de 2017

Rapado - 1992


Director: Martín Rejtman

Me encontré con "Rapado" por pura casualidad, y como estamos comentando películas argentinas pensé: "mejor momento que éste no vas a encontrar, pibe", así que acá, como ven, la estoy comentando.


Al final "Rapado" no es tan mala como me lo parecía al inicio; es tediosa la gran mayoría del tiempo, pero también es cierto que es legible y coherente. Sin embargo, al inicio, digamos los primeros veinte minutos, no paraba de preguntarme cuáles eran las intenciones del director, quien ha dicho que no le gustan las películas grandilocuentes, que no le gusta ese cine lleno de diálogos y de artificios, al menos en el contexto o años en que rodó esta película. Es que en ese lapso inicial verdaderamente no pasaba nada, absolutamente nada de nada. Resulta que al protagonista le roban la moto, las zapatillas y el dinero de su billetera, y éste, impasible, como si nada hubiese pasado, sin mostrar alteraciones en su personalidad, continúa su vida monótona y sin brillos. Este tono decididamente distanciado y apocado (tanto en puesta en escena como en dirección de actores) no funcionaba, ni siquiera podía entender cuál era su fin: ¿era con fines irónicos, como una tragicomedia?, ¿era un drama social con todas sus letras? Poco podía sacarse en limpio de una serie de escenas en que nada pasaba tanto a nivel macro de relato (¿hacia dónde nos llevaba el argumento, por dios?) como a nivel micro de escena, pues ya digo que acá los personajes hablan poco, se mueven lentamente e indecisos y sus actividades son tan apasionantes como mirar una pared. Si Rejtman quería elaborar un retrato de la nada sobre la futilidad de la vida, pues era un retrato muy, muy vacío, y no es chiste lo que digo, miren que ayer nada más Raúl Perrone hacía una gran película sobre la nada y el sinsentido ("Zapada, una comedia beat"). No obstante, hay una escena decisiva que marcará el porvenir de la película: el protagonista se encuentra con una moto en la calle, aparentemente desprotegida, y se sube en ella para robársela. La moto no funciona, el chico pone la misma cara de siempre y se va, pero algo queda ahí, algo comienza a crecer y quizás yo estoy comenzando a entender: ¿el estilo distanciado con que se describe esta monotonía es una forma de exponer lo desgraciadamente fácil que es comenzar a robar, a hacer cosas reprobables?, ¿una forma de criticar lo maleable de la moral humana, esencialmente oportunista y egoísta? No es que las respuestas lleguen iluminadas en grandes letreros de neón, pero la película empieza a hacerme sentido: comprendo las constantes referencias a la delincuencia, con montones de billetes falsos pululando por ahí y motos dejadas con total confianza, como si estos personajes viviesen en los límites de la criminalidad, tentados por ella. A lo mejor no es el robo lo que los atrae sino sus posteriores resultados, la idea de que con las ganancias su vida puede ganar en intensidad y aventura, qué sé yo. A lo mejor no es el robo en sí mismo sino la escapatoria, metafórica y literal, que puede suponer. Por lo demás, no hay que ignorar el gran trabajo de fotografía, tanto en las composiciones como en el exquisito y fascinante uso de los colores... quizás a Rejtman no le gustasen los artificios pero la riqueza en sus imágenes no es casualidad. ¿Será admirador de Fassbinder? No me extrañaría...
En cualquier caso, si bien "Rapado" se hace paulatinamente legible, sigue careciendo de contundencia en su propuesta (se pudo haber aprovechado más el carácter disruptivo que sobrevuela desde la primera tentativa de robo, gradualmente sin tanto hermetismo), al menos para que no dé la sensación de que oscilamos constantemente entre el tedio absoluto y un potente conflicto que subyace a esa superficie gris. Más equilibrio, más contundencia, más sequedad. Superando sus primeros veinte minutos, "Rapado" se hace una película realmente interesante de la mano de un director con un discurso cinematográfico claro, aunque no del todo bien ejecutado en tanto relato/narrativa. La siguiente película de Rejtman se llama "Silvia Prieta" y su premisa me atrae un montón, pero la dejaremos para más adelante, pues mañana nos volvemos a este lado de la cordillera. Para que conste, "Rapado" no tiene desperdicio, pero no esperen una película fácil y complaciente.

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