Mucha locura es la que reina y se respira en estos días: Septiembre ha comenzado con lluvias, cuando en esta misma fecha, años atrás, ya podía palparse el luminoso y cálido escenario primaveral. Pero no me molesta la lluvia, absolutamente todo lo contrario: el frío despierta las pasiones con más fuerza: te obliga a quedarte en la casa e imaginar cómo paliar el frío. Y mientras el tiempo (meteorológico, aunque el otro también) parece no seguir lógica alguna, la actividad humana pretende seguir el mismo camino, justamente al inicio de septiembre: en un hecho bautizado como "The Fappening" -qué gran nombre, cuanta imaginación-, se filtraron las fotos íntimas de gran cantidad de famosas, la más "destacable" Jennifer Lawrence, aunque me gusta más Kate Upton. De todas formas no me acercaré a dicho material, probablemente lleno de virus, y mejor no correr el riesgo; hay cosas que con el tiempo, eventualmente, llegaremos a conocer (mejor). De todas formas me asalta una duda: ¿por qué demonios subes fotos desnudas tuyas a internet, aunque sea a una cuenta privada? Siendo un famoso, es obvio que los hackers estarán al acecho. Pero volviendo a lo que es el cine propiamente tal, lamento informar que, gracias a la maldita universidad, no he podido ver Upstream Color, la segunda película de Shane Carruth, de quien comenté recientemente su opera prima, Primer. En cambio he tenido que ver tres películas para analizarlas sociológicamente, siendo una de esas "La canción de Carla", una cinta que me decepcionó terriblemente, pues es de aquellas que comienzan de lo más bien pero que terminan rozando el ridículo. Oh no, no he quedado nada conforme, y eso es decir malditamente poco, maldita sea.
George es un escocés que se gana la vida manejando un bus del sistema público de transporte. Un día una pasajera nicaragüense llama su atención, y como la tipa se mete en problemas, qué mejor que nuestro hombre para ir a ayudarla y luego enamorarse de ella. La mujer se llama Carla, a propósito, y le gusta la música. Mientras más se conocen, George más se da cuenta de que Carla esconde un episodio terrible de su pasado, relacionado a la revolución sandinista, lo que hace que el hombre le ayude a Carla a quedar en paz con su propia historia personal.
"Cine social", dos palabras con las que se etiqueta la obra de Ken Loach incuestionablemente por cada puto profesor no-cineasta que tengo -bueno, rescato sólo a un par, verdaderamente interesados en el cine-. Pero parece ser así con Loach, un hombre preocupado de los problemas de los distintos países y también de sus individuos, aquellos olvidados que tienen que aceptar lo que les toque, así sin chistar. Ya veo el porqué gusta tanto a antropólogos, sociólogos y toda esa laya de estudiosos de la vida en general: porque el de Loach es "cine social", no porque sea cine de verdad o, al menos, una buena película -y sabemos que las buenas películas contienen mucho más que algo social-. Aquellos intelectualillos, a todo esto poco y nada de cinéfilos -suelen dárselas de amantes del cine cuando mencionan al Loach, pero esos alardes de conocimiento se quedan en nada-, se olvidan o desconocen por completo la existencia de hombres como Lee Chang-dong o Jia Zhangke, directores de oriente que también retratan lo que es la vida de individuos con sueños rotos y cómo se las arreglan para vivir bajo la sombra de la injusticia. Pero claro, las películas de estos hombres son mucho más que cine social; son, lisa y llanamente, cine -a veces mejor a veces no tanto, pero siempre con una propuesta, lo cual se agradece desde mi humilde mirada de cinéfilo y no de sociólogo-. Por el contrario, "Carla's song" no tiene nada de cine, quizás algo de social, pero ni siquiera: "Carla's song" es más bien un culebrón de mala muerte. Un intento fallido de todo lo que pretende lograr: ser una denuncia social, una historia de amor y una historia de redención. Una basura con mayúsculas, tan mala que llega a ser ofensiva... qué diablos, mucho más que eso: una ofensa al cine y a la vida -que para mi es prácticamente lo mismo-.
Otra de las tres películas que tuve que ver para la puta universidad fue "The Navigators", del mismo Loach y a la que sin duda le cae mejor lo de "cine social", aunque esa etiqueta está muy manoseada; mejor dejemos que los periodistas y cinéfilos al peo la usen: vocabulario demagogo le sirve a los demagogos. Volvamos a lo que decía: "The Navigators", la única que me gustó de las tres que vi, retrataba con sencillez lo que es la cotidianidad de un grupo de trabajadores ferroviarios y el impacto que tiene la privatización en sus vidas, cuyo más grave conflicto es la competencia que se genera entre todos ellos. Esa película no falla porque muestra la vida de estas personas tal cual es: difícil, dura y dolorosamente traicionera: puedes ser muy amigo de tus colegas -a veces incluso familia-, pero a la hora de tener trabajo y alimentar bocas, entonces los tienes que dejar de lado con tal de meter monedas al bolsillo. El comienzo de "Carla's song" también comenzaba de manera sencilla: un conductor de autobús conoce a una nicaragüense y se enamora de ella, algo que viene a cambiar su cotidianidad y también la de Carla. Ambas vidas están llenas de dificultades y momentos grises y sin gracia, como la vida misma: no porque estés enamorado el mundo va a mejorar para ti. Puedes luchar por hacer que todo sea más color de rosa, pero aún así si eres un conductor de autobús y una inmigrante desempleada, es mejor no soñar en grande -a menos que se ganen la lotería, jojo, qué grandes cosas haría yo con billones de billones-. En pocas palabras, "Carla's song" triunfaba al inicio porque lograba mostrar con sencillez una historia de amor en un trasfondo realista, con sutiles críticas sociales; lo importante era lo romántico más que el discurso, o mejor dicho, el sutil discurso social no se sobreponía al relato mismo -para no opacar el elemento romántico, lo único que podía mantener a flote a esta película-.
Lamentablemente, luego la película cambia el rumbo y pierde el norte definitivamente, pues ahora la historia pasa a ser un relato de redención personal y denuncia social y política, y aquí entra en juego que Carla provenga de Nicaragua. Y aquí comienzan todos los errores, garrafales e imperdonables para lo buena que estaba siendo la película.
Para empezar, todo se desmorona estrepitosamente cuando el tema Nicaragua entra en juego: las actuaciones, la dirección, el guión, el montaje, etc. Por alguna razón los actores comienzan a dar pena y sobre actuar, lo que llega a dar vergüenza ajena, especialmente Scott Glenn -a quien se le puede ver actualmente en "The Leftovers" como el padre loco de Justin Theroux-, quien está ridículo en su rol de Bradly: su interpretación es pésima. Lo mismo pasa con la dirección: los momentos duros y violentos son risibles, irrisorios, como quieran decirlo; ya nada se puede tomar en serio -la secuencia de la pesadilla es horrorosa, yo no podría mostrarle la cara al mundo luego de haber filmado algo así-. Y para qué decir el guión, que con este cambio y giro argumental se cava su propia tumba... y esos diálogos, mejor no hablo de los diálogos, que están como sacados de un manual escrito por un novato sin personalidad. Y ya ni hablar del montaje: supongo que el pobre editor tuvo que hacer lo mejor que podía con tal mierda de material, digo, en la parte buena lograba sacarle partido.
De todas formas, lo que más me molesta/indigna/enoja/enfurece/encoleriza es el tema Nicaragua, metido con calzador de una manera obscena y sin fundamentos. Lo peor que le encuentro es que pudo haber sido todo el tema de la revolución sandinista en Nicaragua tanto como cualquier otro conflicto en cualquier país del mundo. Pongamos de ejemplo Chile: hagamos de cuenta que Carla es una chilena que llega a Escocia exiliada producto de la dictadura. Conoce a un escocés y deciden volver a Chile para que Carla se ponga en paz con su pasado, pero como la dictadura sigue, hay ciertos peligros esperando a atacar y mentiras por doquier. Como ven, da absolutamente lo mismo el escenario, puesto que cualquiera que sea no tendría cimientos reales ni una función sólida; la elección de Nicaragua no es más que sólo un insultante efectismo, un escenario genérico a más no poder. Y la parte de denuncia política carece de fuerza porque es obvia: Estados Unidos maneja todos los ataques y blablablá, la CIA esto la CIA esto otro. Naturalmente que es cierto, eso todos lo saben y estos tipos lo presentan como si fuera la gran sorpresa: "¡Dios mío, Estados Unidos promoviendo conflictos y guerras civiles en otros países para ganar dinero e influencia! ¡Qué sorpresa! ¡Quién lo hubiera pensado!". El mundo se quedó paralizado luego del descubrimiento que nos revela la película. Qué premio oscar, denle un Nobel a Loach por su labor humanitaria. Después de todo, decir que matar es malo es ayuda suficiente, más si se hace con una historia de calidad tan excelsa como la de esta película.
"Carla's song" es un insulto que privilegia un discursillo barato por sobre el relato y el cine mismo -a nivel narrativo y estético podemos decir que el valor es nulo-, y que destruye cada premisa que tiene por otra aún peor: la historia de amor la deshecha en pos de una historia de redención al uso, la cual luego deshecha por una historia de denuncia social y política. Como es de esperar, cada tipo de historia se queda a medio camino y la película entera se queda en la nada misma, el vacío absoluto: no pasó absolutamente nada de nada. Ésta es una película sin fuerza ni emoción, que comienza a meter temas y sucesos forzosamente para explicitar el tema de los Estados Unidos metiendo sus narices y dejando un reguero de sangre, sólo así se explica la emboscada, totalmente gratuita y sin sentido alguno. Y el final es de no creer de tan malo que es. Se me viene a la mente una película muchísimo, infinitamente mejor que ésta: "Incendies" de Denis Villeneuve, que no sólo es una gran película por tener un cuidado y potente relato -con una cuidada y potente dirección-, sino porque se permite incluir los conflictos en Medio Oriente de manera completamente justificable, logrando ser un real aporte al relato en vez de ser un discurso barato como la inclusión de Nicaragua en la cinta de Loach. Nadie en esta producción tuvo la visión suficiente como para aprovechar realmente el tema de la revolución sandinista en Nicaragua. Se quedaron en la superficie típica de los twitteros influyentes y sus ciegos seguidores, acólitos sin opinión.
Definitivamente, no vean por nada del mundo esta película: es una mierda absoluta. Y pensar que me caía bien mi profesora; ahora que me hizo ver esta cosa, mis simpatías son bajo cero. "La canción de Carla", que película más mala. Ya le voy a hacer yo una canción, y vaya cancioncita que le espera.
George es un escocés que se gana la vida manejando un bus del sistema público de transporte. Un día una pasajera nicaragüense llama su atención, y como la tipa se mete en problemas, qué mejor que nuestro hombre para ir a ayudarla y luego enamorarse de ella. La mujer se llama Carla, a propósito, y le gusta la música. Mientras más se conocen, George más se da cuenta de que Carla esconde un episodio terrible de su pasado, relacionado a la revolución sandinista, lo que hace que el hombre le ayude a Carla a quedar en paz con su propia historia personal.
"Cine social", dos palabras con las que se etiqueta la obra de Ken Loach incuestionablemente por cada puto profesor no-cineasta que tengo -bueno, rescato sólo a un par, verdaderamente interesados en el cine-. Pero parece ser así con Loach, un hombre preocupado de los problemas de los distintos países y también de sus individuos, aquellos olvidados que tienen que aceptar lo que les toque, así sin chistar. Ya veo el porqué gusta tanto a antropólogos, sociólogos y toda esa laya de estudiosos de la vida en general: porque el de Loach es "cine social", no porque sea cine de verdad o, al menos, una buena película -y sabemos que las buenas películas contienen mucho más que algo social-. Aquellos intelectualillos, a todo esto poco y nada de cinéfilos -suelen dárselas de amantes del cine cuando mencionan al Loach, pero esos alardes de conocimiento se quedan en nada-, se olvidan o desconocen por completo la existencia de hombres como Lee Chang-dong o Jia Zhangke, directores de oriente que también retratan lo que es la vida de individuos con sueños rotos y cómo se las arreglan para vivir bajo la sombra de la injusticia. Pero claro, las películas de estos hombres son mucho más que cine social; son, lisa y llanamente, cine -a veces mejor a veces no tanto, pero siempre con una propuesta, lo cual se agradece desde mi humilde mirada de cinéfilo y no de sociólogo-. Por el contrario, "Carla's song" no tiene nada de cine, quizás algo de social, pero ni siquiera: "Carla's song" es más bien un culebrón de mala muerte. Un intento fallido de todo lo que pretende lograr: ser una denuncia social, una historia de amor y una historia de redención. Una basura con mayúsculas, tan mala que llega a ser ofensiva... qué diablos, mucho más que eso: una ofensa al cine y a la vida -que para mi es prácticamente lo mismo-.
Otra de las tres películas que tuve que ver para la puta universidad fue "The Navigators", del mismo Loach y a la que sin duda le cae mejor lo de "cine social", aunque esa etiqueta está muy manoseada; mejor dejemos que los periodistas y cinéfilos al peo la usen: vocabulario demagogo le sirve a los demagogos. Volvamos a lo que decía: "The Navigators", la única que me gustó de las tres que vi, retrataba con sencillez lo que es la cotidianidad de un grupo de trabajadores ferroviarios y el impacto que tiene la privatización en sus vidas, cuyo más grave conflicto es la competencia que se genera entre todos ellos. Esa película no falla porque muestra la vida de estas personas tal cual es: difícil, dura y dolorosamente traicionera: puedes ser muy amigo de tus colegas -a veces incluso familia-, pero a la hora de tener trabajo y alimentar bocas, entonces los tienes que dejar de lado con tal de meter monedas al bolsillo. El comienzo de "Carla's song" también comenzaba de manera sencilla: un conductor de autobús conoce a una nicaragüense y se enamora de ella, algo que viene a cambiar su cotidianidad y también la de Carla. Ambas vidas están llenas de dificultades y momentos grises y sin gracia, como la vida misma: no porque estés enamorado el mundo va a mejorar para ti. Puedes luchar por hacer que todo sea más color de rosa, pero aún así si eres un conductor de autobús y una inmigrante desempleada, es mejor no soñar en grande -a menos que se ganen la lotería, jojo, qué grandes cosas haría yo con billones de billones-. En pocas palabras, "Carla's song" triunfaba al inicio porque lograba mostrar con sencillez una historia de amor en un trasfondo realista, con sutiles críticas sociales; lo importante era lo romántico más que el discurso, o mejor dicho, el sutil discurso social no se sobreponía al relato mismo -para no opacar el elemento romántico, lo único que podía mantener a flote a esta película-.
Lamentablemente, luego la película cambia el rumbo y pierde el norte definitivamente, pues ahora la historia pasa a ser un relato de redención personal y denuncia social y política, y aquí entra en juego que Carla provenga de Nicaragua. Y aquí comienzan todos los errores, garrafales e imperdonables para lo buena que estaba siendo la película.
Para empezar, todo se desmorona estrepitosamente cuando el tema Nicaragua entra en juego: las actuaciones, la dirección, el guión, el montaje, etc. Por alguna razón los actores comienzan a dar pena y sobre actuar, lo que llega a dar vergüenza ajena, especialmente Scott Glenn -a quien se le puede ver actualmente en "The Leftovers" como el padre loco de Justin Theroux-, quien está ridículo en su rol de Bradly: su interpretación es pésima. Lo mismo pasa con la dirección: los momentos duros y violentos son risibles, irrisorios, como quieran decirlo; ya nada se puede tomar en serio -la secuencia de la pesadilla es horrorosa, yo no podría mostrarle la cara al mundo luego de haber filmado algo así-. Y para qué decir el guión, que con este cambio y giro argumental se cava su propia tumba... y esos diálogos, mejor no hablo de los diálogos, que están como sacados de un manual escrito por un novato sin personalidad. Y ya ni hablar del montaje: supongo que el pobre editor tuvo que hacer lo mejor que podía con tal mierda de material, digo, en la parte buena lograba sacarle partido.
De todas formas, lo que más me molesta/indigna/enoja/enfurece/encoleriza es el tema Nicaragua, metido con calzador de una manera obscena y sin fundamentos. Lo peor que le encuentro es que pudo haber sido todo el tema de la revolución sandinista en Nicaragua tanto como cualquier otro conflicto en cualquier país del mundo. Pongamos de ejemplo Chile: hagamos de cuenta que Carla es una chilena que llega a Escocia exiliada producto de la dictadura. Conoce a un escocés y deciden volver a Chile para que Carla se ponga en paz con su pasado, pero como la dictadura sigue, hay ciertos peligros esperando a atacar y mentiras por doquier. Como ven, da absolutamente lo mismo el escenario, puesto que cualquiera que sea no tendría cimientos reales ni una función sólida; la elección de Nicaragua no es más que sólo un insultante efectismo, un escenario genérico a más no poder. Y la parte de denuncia política carece de fuerza porque es obvia: Estados Unidos maneja todos los ataques y blablablá, la CIA esto la CIA esto otro. Naturalmente que es cierto, eso todos lo saben y estos tipos lo presentan como si fuera la gran sorpresa: "¡Dios mío, Estados Unidos promoviendo conflictos y guerras civiles en otros países para ganar dinero e influencia! ¡Qué sorpresa! ¡Quién lo hubiera pensado!". El mundo se quedó paralizado luego del descubrimiento que nos revela la película. Qué premio oscar, denle un Nobel a Loach por su labor humanitaria. Después de todo, decir que matar es malo es ayuda suficiente, más si se hace con una historia de calidad tan excelsa como la de esta película.
"Carla's song" es un insulto que privilegia un discursillo barato por sobre el relato y el cine mismo -a nivel narrativo y estético podemos decir que el valor es nulo-, y que destruye cada premisa que tiene por otra aún peor: la historia de amor la deshecha en pos de una historia de redención al uso, la cual luego deshecha por una historia de denuncia social y política. Como es de esperar, cada tipo de historia se queda a medio camino y la película entera se queda en la nada misma, el vacío absoluto: no pasó absolutamente nada de nada. Ésta es una película sin fuerza ni emoción, que comienza a meter temas y sucesos forzosamente para explicitar el tema de los Estados Unidos metiendo sus narices y dejando un reguero de sangre, sólo así se explica la emboscada, totalmente gratuita y sin sentido alguno. Y el final es de no creer de tan malo que es. Se me viene a la mente una película muchísimo, infinitamente mejor que ésta: "Incendies" de Denis Villeneuve, que no sólo es una gran película por tener un cuidado y potente relato -con una cuidada y potente dirección-, sino porque se permite incluir los conflictos en Medio Oriente de manera completamente justificable, logrando ser un real aporte al relato en vez de ser un discurso barato como la inclusión de Nicaragua en la cinta de Loach. Nadie en esta producción tuvo la visión suficiente como para aprovechar realmente el tema de la revolución sandinista en Nicaragua. Se quedaron en la superficie típica de los twitteros influyentes y sus ciegos seguidores, acólitos sin opinión.
Definitivamente, no vean por nada del mundo esta película: es una mierda absoluta. Y pensar que me caía bien mi profesora; ahora que me hizo ver esta cosa, mis simpatías son bajo cero. "La canción de Carla", que película más mala. Ya le voy a hacer yo una canción, y vaya cancioncita que le espera.
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