martes, 17 de febrero de 2015

Birdman or (The unexpected virtue of ignorance) - 2014


Director: Alejandro González Iñárritu

  Uf, pero qué título más largo. De seguro que algo nos querrán decir, siendo tan explícitos. ¿Que ser ignorante de algunas cosas es una especie de bendición que nos puede permitir ser más y mejor de lo que somos conscientes y de lo que podemos aspirar? ¿O simplemente que ser ignorante te hace más feliz porque te preocupas menos de la vida y sus alevosas complicaciones? Lo cierto, la primera certeza es que de ahora en adelante nos referiremos a esta película simplemente como "Birdman", lo cual puede resultar una obviedad, pero de eso tendremos bastante así que ni nos quejemos. La segunda certeza es que estas preguntas que he dejado serán retomadas más adelante (probablemente). La tercera certeza es que González Iñárritu "tiene" muchas cosas que "decir"... demasiadas para el propio bien de su película -decir es un eufemismo para el vómito conceptual de un director cargado de ínfulas intelectuales que, ni tan en el fondo, carece de ese genio del que tanto y tan patéticamente se precia-. La cuarta y última certeza es que "Birdman" es una película complicada, o al menos a mí me resulta complicado referirme a ella, quizás porque tengo sentimientos encontrados o porque la cinta en sí tiene sentidos encontrados: tiene cosas que me agradan así como otras que detesto bastante ver en una película. Pero no considero que sea mala, o muy mala, y así a la rápida les digo que me ha gustado -quizás tanto como disgustado, pero por ahora, mientras aún no ahondo sobre la misma, prevalecen las sensaciones positivas-. Abordemos este vuelo.


  Riggan Thomson es un actor que en su tiempo interpretó a un popular superhéroe pero que actualmente se encuentra en franca decadencia... quizás peor que eso. En todo caso, es probable que esté justo frente a un victorioso retorno, pues se apresta a estrenar una obra de teatro escrita, dirigida y protagonizada por él. Una adaptación de Raymond Carver, nada menos. ¿Cómo acabará la jugada? ¿Se elevará al olimpo artístico o el tiro le saldrá por la culata? ¿O quizás...


  Pequeña, inocente e inofensiva duda: ¿La presente película siempre llevó ese largo subtítulo de manera oficial o en algún momento fue "Birdman" a secas, y luego de que el director o los productores o los cuatro (¡cu4tro!) guionistas se dieran cuenta de lo que tenían en sus manos decidieron agregarle el "or (blablablá)? Porque, les digo, cuando vi eso de la inesperada virtud de la ignorancia me sorprendí un montón, y no muy gratamente. También me sorprendió bastante el hecho de que la película conste de un falso plano secuencia, o dicho de una forma más honesta, varios planos secuencia unidos con pegamento. Van dos y las sorpresas no acaban, pues quedé un tanto estupefacto al saber que "Birdman" se trataba sobre una obra de teatro nada más, y no algo a priori más interesante o que supiera aprovechar de verdad la dramedia mental del protagonista. En serio, ¿qué pretenden? Continuando con la cadena de sorpresas, o mejor dicho en este caso, con lo inexplicable e incoherente, ¿no les parece curioso que González Iñárritu se esfuerce tanto en que su película sea tan "perfectita" y reúna a la crème de la crème hollywoodense siendo que, al parecer, "Birdman" desdeña toda esa industria y fauna, humana e intelectual? ¿No les parece raro que el tipo se pasee como Pedro por su casa entre alfombras rojas y premiaciones, recibiendo feliz de la vida esas estatuillas que su película parece querer tirar a la basura?
  Por favor, perdónenme, estoy cayendo en simplismos... En todo caso, tampoco es que "Birdman" merezca mayor "análisis", pero seré más exacto al referirme a los grandes errores de esta película.
  Primero que todo, "Birdman" no quiere dejar títere con cabeza. Pretende ser una reflexión sobre el arte y absolutamente todo lo que le rodea, tangible e intangible, pero no es más que un cúmulo de opiniones simplonas y carentes de originalidad o sentido crítico; es, más bien, el alegato de un niño llorón que, por más fuerte que grite, en realidad no entiende ni sus propias palabras... es más, ni siquiera sabe porqué está gritando. Y lo peor, son opiniones que no aportan ni una pizca de sentido narrativo a la película -por más que parezca hacerlo-, e incluso contravienen su sentido y mensaje -una cinta cargada de chimuchina que, irónicamente, se burla de aquellos que quieren dárselas de intelectuales-.
¿Por qué "Birdman" no es una verdadera reflexión? Porque González Iñárritu, como director de "Birdman", es ridículamente obtuso, con una mirada enfocada en donde menos lo necesita su película: en la cháchara conceptual. Si hubiese sido alguien cuerdo y verdaderamente reflexivo, se habría centrado exclusivamente en Riggan Thomson como persona y no como instrumento. En vez de eso, en vez de moverse en la convulsa intimidad de Thomson, prefiere abarcar demasiada discusión para sus propias capacidades... ¿cómo dicen? ¿Mucha carne para tan poco gato, el que mucho abarca poco aprieta, más vale pájaro en mano que cien volando? Lo más gracioso -o penoso, juzguen ustedes- es que González Iñárritu hace que su película se alimente y alimente a otros del ruido mediático de su pobre cantinela, cual jugada maestra se tratase, cual ejercicio metacinematográfico: recluta a Michael Keaton para hacer de actor decadente y deseoso de la gloria de antaño -generada por un superhéroe-, reivindica la labor artística de todo tipo de creador, critica la labor de los perezosos críticos, se ríe despiadadamente de la industria hollywoodense actual, cuestiona a algunas estrellas que necesitan investirse de un aura artístico e intelectual y que por eso llevan a cabo dudosas reinvenciones, de paso se burla un poco de los espectadores que alimentan esa "tóxica maquinaria" así como de los que asisten sólo a las "obras serias y dignas"... Todos tienen la culpa, nadie comprende a quien está detrás de una obra; la pureza de la creación queda supeditada a un montón de aparatos que le succionan su verdadera esencia. Y hasta ahí más o menos le alcanza la mente a Gónzalez Iñárritu y el costoso pelotón de guionistas, quienes, ya se dijo, critican mucho pero reflexionan poco, dando como resultado el que nunca sepamos qué idea tienen estos sujetos del arte, o siquiera de la vida. Decir "la industria está vendida, es traicionera con el arte" no basta, caballeros.
  Un monólogo onanista, una autofelación constante, una autoproclamación de una hora cincuenta como lo mejor del año... eso y mucho más es "Birdman": una contradicción ambulante. Paguen su entrada y cierren los ojos, o bájense los pantalones. Lo digo con respeto, por favor.


  Y más o menos con el párrafo anterior bastaría, pero hay otras cosas que si bien no son ultra súper importantes, sí quiero tratarlas apropiadamente. Adelanto de inmediato que no son elementos que reivindiquen esta película, irreivindicable hasta decir basta. Si hasta ahora estuve atacando la falsa e inútil verborrea del director, verborrea que inunda cada fotograma de la película hasta tal punto que no la deja respirar y que la fuerza a seguir derroteros cuyo irremediable destino es la nada misma, derroteros que hacen del visionado un suplicio y, en sus peores momentos -los más llenos de largos diálogos híperexpositivos-, asfixiante, suicida y cansina, ahora procederé a referirme al aspecto formal... muy mediocre.
  Lo obvio es que el centro de todo, se supone, es Riggan Thomson: el ex-superhéroe devenido en patán y paria que busca algo de aprecio; una especie de idiot savant, como se dice a veces. Todo lo que tenga que ver con la persona, única e irrepetible, de Riggan Thomson tendrá algo de calidad: la más que decente y cuasi catártica interpretación por parte de Michael Keaton; sus ganas de hacer algo bueno, ya sea por él mismo o por los demás; el carácter irreal de su existencia, la dualidad entre humano e ícono -de basura o de excelencia-, el límite impreciso entre persona y personalidad; o el simple rasgo humano de querer valer la pena, de sentirse alguien en este mundo. ¿No tenemos derecho a hacer algo que nos pertenezca, que nos identifique y separe del resto; algo, por lo demás, nacido de las entrañas, los recuerdos, la vida misma? Riggan Thomson me gusta mucho como personaje, me genera mucha empatía: el hombre quiere cumplir un sueño y el mundo entero parece estar en su contra. El hombre, horriblemente encasillado, quiere estar libre de esa prisión, quiere ser él mismo, quiere volar... ¿Cómo no congeniar con ese deseo? En los buenos momentos de la película, cuando esa crisis se siente a flor de piel, no se puede pedir más... para qué si con el drama del protagonista basta.
  El problema -los problemas-, aparte de la vil contaminación conceptual, es el resto de personajes, aunque aparentemente construidos con sumo cuidado -las largas líneas que recitan dan la impresión de que existen, que tienen algo que decir y aportar-, en realidad no dejan de ser circunstanciales, no más que meros instrumentos o agentes generadores de estrés para el pobre Riggan Thomson. Que el nuevo actor se comporta como un energúmeno, que la hija salida de rehabilitación no se cree la pose del padre, que la actriz enamorada lo quiere sólo para ella, que el agente que pierde la paciencia porque el hombre no piensa en la producción como producto económico... Con esos amigos para qué querer enemigos. Vistos de esa manera, funcionan. Pero a nivel global no funcionan porque sufren el síndrome "Birdman": aparentar profundidad intelectual cuando no se es más que superficial y pueril: Emma Stone sólo es una exdrogadicta malhumorada, Zach Galifianakis sólo es un agente histérico y superficial, Naomi Watts sólo quiere triunfar... el único que tiene más de una sola capa es Edward Norton, el personaje mejor aprovechado junto con Riggan Thomson. Y el problema no para, pues los guionistas consideran acertado otorgarle a cada uno varios minutos del metraje, dando como resultado romances de medio pelo, discusiones insustanciales, conflictos fugaces, etc., todo lo cual no hace más que agregar minutos que no suman nada, que alargan la película innecesariamente y que la hacen cansina ahí donde menos debería serlo. A propósito: las actuaciones... dios, las actuaciones. No están nada mal. Es obvio que rescato a Michael Keaton y Edward Norton por sobre el resto, pero el problema de sus labores proviene del guión, pues ellos (los nombrados y los demás) constantemente están pasando por toda una gama de emociones que se esfuerzan en representar sobre este escenario que es la pantalla de cine, ya sea con gritos, llantos, ceños fruncidos, respiraciones pesadas, etc., pero sin conocer el verdadero conflicto de fondo. Es decir, los tipos hacen que están enojados, pero ¿por qué están enojados y gritan tanto? Lo tristemente irónico es que casi al inicio el personaje de Norton discute sobre ello con el de Keaton -insisto, los mejor construidos, los menos reprochables-: la honestidad de la interpretación. Y me convenzo más: "Birdman" es contradictoria y fallida a tantos niveles. Casi a propósito.
  ¿Otro problema? ¡El plano secuencia! Los planos secuencia. Funcionen o no, estén justificados o no, siempre conllevan su nada despreciable cuota de publicidad. En este caso, el mecanismo no se justifica en lo absoluto: no es más que alarde por parte de los responsables. Dicho esto, debo decir que en las escenas dialogadas y estacionarias, el plano secuencia no molesta ni estorba, incluso ayuda a generar cierta naturalidad, o (al menos el evadir la interrupción de los cortes permite que la cosa fluya); por otro lado, el plano secuencia se hace especialmente molesto e irritante cuando no pasa nada en imagen: cuando los personajes caminan de un escenario a otro, cuando se llevan a cabo las tramposas elipsis espacio-temporales, cuando la cámara tiene que esperar que un personaje llegue a cuadro (¡!)... Es inevitable: se nota que la restricción formal es demasiado forzada y antinatural. No ayuda.

  Lo que me hace "perdonar" esta película, sin contar al genial Riggan Thomson, es el sentido del humor y que, a muy grandes rasgos, es entretenida. No que tiene buen ritmo -que no lo tiene- ni nada por el estilo: simplemente, hace pasar un rato ameno. Y esta es de las pocas veces que dejo pasar tantos reproches porque, digamos, "lo pasé bien". El cine no está para que las masas lo pasen bien, está para que las personas vivan experiencias, así dicho de manera muy simple.


  Y para ir terminando, las cosas que me llamaron positivamente la atención y que pudieron haber hecho de esta película algo mucho más apreciable y digno de lo que finalmente acabó siendo, cosas que hacen parecer a González Iñárritu un sujeto menos pretencioso y más asertivo de lo que el visionado entero sugiere. Me refiero a un par de metáforas visuales: la primera, cuando Riggan Thomson, arriba de su escenario, comete tremebundo acto de violencia que encuentra, no obstante, aplausos y ovaciones en el público... más claro imposible, y sin chimuchina barata; la segunda, la que más me gusta, es cuando el mismo Thomson se quita una especie de antifaz frente a un espejo... también, más claro imposible.
Digo que dichas metáforas forman parte del exclusivo grupo de las mejores cosas de la película porque dan cuenta de una idea sin caer en la obviedad de la tormenta de palabras y epítetos que profieren todos los personajes: es la imagen lo que nos dice ese algo, que ya tenemos claro pero que funciona bien pues no lo habíamos visto de esa manera. Y eso lo digo con respecto a la primera metáfora, ya que la segunda refleja algo que se muestra con mayor sutileza a lo largo del metraje.
  Sin abandonar del todo las metáforas, me parece interesante que éstas denoten la doble naturaleza de la película, pues una habla del discurso de quién sabe quién mientras que la otra se refiere a Riggan Thomson como persona, individuo. No es menor que ambas se encuentren en el tramo final, y el final per sé también abre y confunde el terreno de las posibilidades -es de esos finales que "te hacen pensar", "abiertos a la interpretación"... vaya que se creen estos guionistas-.
Lo que digo, más bien lo que pregunto, es: ¿Ante qué película estamos?, ¿qué cosa es lo que vimos? ¿"Birdman", o "(La inesperada virtud de la ignorancia)"? González Iñárritu hace parecer que vimos "Birdman", mientras que en realidad el sujeto se solazaba filmando "(La inesperada virtud de la ignorancia)". Como ven: indecisión, contradicción, pretensión.
¿Cuál prefiero yo? Ni la una ni la otra: me quedo con Riggan Thomson.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...