martes, 31 de marzo de 2015

De vierde man - 1983


Director: Paul Verhoeven

  Antes, cuando oía o leía el nombre de este director holandés, se me venían a la mente sus películas estadounidenses: "Total recall", "Basic Instinct", "Robocop", "Starship troopers", o la muy vapuleada "Showgirls". Ninguna de las cuales he visto, en todo caso, pues siempre me decía que era mejor comenzar con su filmografía previa, de la cual investigaba un poquito, lo suficiente para entusiasmarme vagamente, pero no tanto ya que luego comenzaba a mirar otras cintas y directores. Pero hace no mucho, oí de alguien en cuyo criterio cinematográfico confío bastante que ésta, "De vierde man" -o El cuarto hombre-  es una excelente película. Y, efectivamente, lo es... qué demonios: una película realmente fantástica. Fenomenal. Imperdible.


  Gerard es un escritor, alcohólico y católico, que viaja de Ámsterdam a otra ciudad para dar una charla sobre literatura y cosas de la vida. Una vez llegado a su destino, conoce a una sensual y enigmática mujer con la cual iniciará una intensa, por decir lo menos, relación. O, dicho de otra forma, el inicio de muchos y sensuales problemas.


  Esta es indudablemente una película de piel, que debe cada uno de sus conflictos y posteriores desarrollos a su elemento pura, inherente y exquisitamente sensorial: una película erótica, sugerente, a veces onírica, simbólica, surreal, psicológica... A la postre, enigmática y atractiva en cada fotograma. Imposible escapar de esta trama, imposible no contenerse ante los encantos desplegados; es como si estuviésemos atrapados, sin darnos maldita cuenta, en la implacable red de una araña... Y justamente eso, la araña y la víctima, la precisa metáfora visual con la que nos deleita Verhoeven -entre otras imágenes-, además de las particularidades de esa relación presa-cazador, configuran el eje central en tanto motor narrativo de la película. El tema principal de la película que lo busque cada uno, miren que hay mucho de donde interpretar -por ejemplo, las entrevistas que el holandés ha concedido al respecto, además de la película misma-.
 Y bueno, ¿que cómo lo sé, eso de la mosca-araña? ¿Lo concluí por haber visto la película completa, ergo, dicha afirmación es un spoiler? Nada de eso, mis miedosos y exagerados amigos, simplemente se le pone atención a las imágenes que el director crea, que es algo que cualquiera puede hacer -poner atención, pues lo del sentido del encuadre no lo tiene cualquiera-; o si no miren la secuencia inicial de créditos, en la que vemos una telaraña, una mosca inmovilizada, y una araña que se adueña del destino de su incauta víctima... ¿Qué otra cosa uno va a pensar? ¡Sabemos, en cierta forma, qué es lo que está sucediendo! Mas no es eso lo importante, sino lo dicho al inicio del párrafo: lo sensual, la pulsión del deseo, la corriente imparable de la lujuria. ¿Qué cosa aparte de ello moviliza el relato? Y dicha pulsión es lo que le da todo a la película, lo que le da fuerza, misterio, conflicto; más aún, la base en que lo expuesto puede descansar y potenciarse: una atmósfera. Tan genial que se siente desde el inicio mismo hasta el final; que permanentemente está latiendo y haciéndose sentir; que en todo momento pone en duda la construcción de la realidad, cuestionando si estamos seguros o no; más importante, si lo que pensamos que es cierto es, efectivamente, cierto, o, si por el contrario, todos los rollos conspirativos son fruto de nuestra imaginación y percepción.
  "De vierde man" es un excelente thriller psicológico pues hace que dicha confusión entre lo real e irreal se traspase al espectador, no recurriendo necesariamente a bruscos giros como en un thriller al uso, sino que apunta directamente a la percepción de cada espectador... y con mucha sutileza y suavidad... Como digo, bien podríamos estar ante las divagaciones mentales de un alcohólico con una mente afectada por la afición a la bebida, o bien podríamos estar ante una mortífera trampa. Si bien la atmósfera es lo principal y lo que hace memorable a esta película, amén de un director que hace uso de una estética expresionista potente y ambigua -como si fuera una especie de cuento de hadas, o una pesadilla gótica, o ambos-, el guión contribuye enormemente a desestabilizar la realidad del protagonista, que ya de por sí está un poco agujereada -al inicio lo vemos tener una visión de él estrangulando a su compañero de hogar... normal-. Lo interesante es que se mantiene en una línea sencilla y cotidiana, con esta mujer seduciendo al receptivo protagonista, y nada más... el resto déjenlo a una interpretación subjetiva de los hechos que el protagonista va descubriendo. Y cuando digo el resto, quiero decir absolutamente todo, hasta el final, tan claro y obvio como extrañamente ambiguo e incierto. Uno nunca sabe, y quizás nunca lo haga...
  ...O quizás sí, toda vez que Verhoeven introduce marcadamente -pero en lo absoluto irritante, al contrario, le suma bonos a esta película, más compleja de lo que (no) aparenta- el toque religioso-cristiano, con imágenes de Jesús crucificado y más cosas que ya irán descubriendo; además, la presencia de una extraña mujer, visiones de violencia y la muerte respirando en nuestros cuellos de variadas formas, son otros mecanismos que Verhoeven usa para retorcer algo tan común y corriente -para un escritor medio famoso- como dar una charla frente a un grupo de interesados en la literatura y caer en las faldas de una mujer.
  Así es señor, "De vierde man" es una genialidad a tantos niveles que no es tarea fácil abordar cada capa por separado, pues cada una de ellas se funde con la que le sigue y precede. Cada elemento tiene su lugar preciso así como otro inexacto: nada (todo) es lo que parece. Al final, lo que pasó pasó y que cada uno diga lo que se le venga en gana. ¿Yo? Simplemente digo que "De vierde man" es una experiencia que les recomiendo a ojos cerrados, y con la mente muy abierta.

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