Director: Lu Chuan
Y luego de la curiosa opera prima de Lu Chuan, claro, su segundo largometraje, mucho más serio y comedido: más cinematográfico, si se puede decir. De todas formas, y aunque sin duda es un importante paso para Chuan, en cuyo talento confío bastante -que conste-, no estamos ante una película 100% lograda. De nuevo, el tramo final es lo que acaba por no convencerme, por no dejarme satisfecho; como si Chuan se dejara vencer por un cambio de registro, no estético-narrativo sino del punto de vista, lo que a la larga afecta todo el conjunto: se nos dice algo durante el inicio y desarrollo, y al final, si bien no radicalmente distinto ni opuesto, se nos señala otra cosa. Con todo, esta película, también conocida con el subtítulo de Mountain Patrol, no se puede ni debe desdeñar en lo absoluto, pues contiene retazos de buen cine y el promisorio talento de Chuan que amenaza, positivamente, con explotar más temprano que tarde, y a lo grande...
En la tibetana región de Kekexili, el antílope tibetano está en serio peligro debido a los cazadores furtivos, quienes van a por la preciada piel del bello animal, muy codiciada en los mercados extranjeros. Sin que las autoridades hagan nada de nada, y cuando parece que otro animal más se acerca a la extinción -pasar de más de un millón de ejemplares a un par de decenas de miles es...-, un grupo de civiles comunes y corrientes -liderados por un ex soldado del ejército tibetano, eso sí- se unen y se arman y se aprestan a enfrentar a esos viles destructores de la naturaleza. La lucha, desde luego, es brutal, y hasta allá llega un periodista de Pekín a cubrir la situación.
Comienzo con un pequeño dato que acabo de ver en wikipedia: Kekexili es la tercera región menos poblada del mundo, y la menos poblada de China. ¿A quién la interesa lo que pase en tan aislado y abandonado lugar? En su momento la lucha entre civiles-vigilantes y cazadores furtivos causó mucha atención mundial, por su brutalidad; y que los ojos de la humanidad se posaran en dicho lugar hizo que creciera un poco de consciencia al respecto: después de todo, tal como se nos dice al final de la película -cosas que no revelan detalles específicos de la trama-, China declaró a Kekexili reserva natural y la población de antílopes ha crecido exponencialmente. No deja de ser una lástima y una vergüenza que se deban superar los límites de la violencia y la brutalidad para que se tomen cartas en el asunto, pero es que así son las cosas... Nada más miren los diamantes de sangre en África, que no han sido erradicados del todo a pesar de la amplia cobertura... En fin...
"Kekexili: Mountain Patrol" me recuerda a "Érase una vez en Anatolia" del turco Nuri Bilge Ceylan, y precisamente es esta comparación la que al final, espero, me podrá dar a entender. Primero, las similitudes, que son fáciles de notar a simple vista: un grupo de hombres buscando algo, en el caso turco un cadáver y en el presente al grupo de asesinos, a ciegas a través de un imponente paisaje.
Sin embargo, y aprovecho de señalar que de momento acá acaban las comparaciones, "Kekexili" se nutre durante gran parte del metraje del propósito de la patrulla, de su deseo de hacer justicia, de darle fin a esta lucha descarnada e invisible. De una lucha que cuenta con nulo apoyo y que tiene todas las de perder, aparentemente; Chuan, que sabe dónde poner la cámara y cómo captar esa pulsión subyacente, acierta de lleno al hacer que el tono general sea de impotencia y de dolor, de miseria y destinos inciertos, más aún cuando la travesía que comienza con un dejo de optimismo y alegría, de a poco se convierte en una fuente de pesimismo abrumador y desolador. Lo peor, en todo caso, es que los patrulleros están solos y rodeados de la nada misma, de un mar de sobrecogedora soledad. Es, a fin de cuentas, la lucha de una lucha: la pelea por preservar al antílope tibetano. Y que a sombra del fracaso parezca nublar el horizonte a cada momento... Así es, la sensación no puede ser más desalentadora.
Pero no, ya llegados al tramo final, que son unos veinte minutos o un poco más, Chuan parece querer contar, como si no fuera suficiente lo anterior, no una lucha sino la lucha de... (Ritai, líder de la patrulla) y su aparentemente inevitable caída. Pasamos de la desolación provocada por ver a estos hombres adentrarse en tierra de nadie, saltando de macabros hallazgos a macabros hallazgos -cadáveres de antílopes, pieles por doquier...-, a contemplar cómo el líder de todos parece no oír razones y sumergirse en una trampa letal: su obstinación. Al final no sé si "Kekexili: Mountain Patrol" es una brutal crónica de los cruciales hechos que hicieron que las cosas comenzaran a cambiar para mejor, o el retrato lleno de heroísmo y honor de un héroe olvidado: el mismo problema que con su cinta anterior, aunque menos exacerbado: perder el norte y acabar en convencionalismos y lugares comunes, en moralejas y sensaciones melosas e impostadas que contravienen el sentido primero y fracturan la hasta entonces sólida coherencia interna. Sin duda alguna que prefería mucho más el enorme poder que causaba ver a estos diminutos humanos versus el paisaje sin fin, y sobre todo el que estuvieran perdidos intentando llevar a cabo un noble objetivo; pero que se nos intente meter a un héroe por la garganta... Acá pretendía volver a "Érase una vez en Anatolia", en que en ella lo más importante era mostrar a un grupo de hombres buscando a un cadáver, como un proceso rutinario, lento, aburrido -para los personajes, no para uno, que disfrutó tamaña muestra de gran cine-, como si no importara que alguien acaba de perder la vida..., lo que se lleva a cabo de principio a fin. No sé si esta comparación habrá sido afortunada y asertiva, pero ahí está y ya no la puedo sacar... "Érase..." es un paseo, si mal no recuerdo, por los oscuros e intrincados derroteros del alma humana, individual y colectiva... Eso y mucho más, claro. Pero, ¿qué es "Kekexili..", al fin y al cabo?
El punto es que "Kekexili: Mountain Patrol" era una película poderosa y brutal, características potenciadas por una dirección precisa y anticlimática hábilmente desplegada por Chuan, que poco a poco pierde el norte, el tono y la intensidad, terminando con poca fuerza dramática y conceptual. No obstante, debo decirlo: el desenlace es notable y fenomenal, sobre todo por la mencionada atmósfera despojada de Chuan, lo único que no cambia en todo el metraje y que demuestra lo que apunto: sin artificios, en la parte buena lo que destaca es la energía interna; en la débil, se nota la falta de la misma. En fin, lo mismo que dije con respecto a "The missing gun": sin haber dado el golpe final, sin haber encontrado el ingrediente que hiciera de esta película algo contundente y demoledor, debo decir que el visionado de "Kekexili: Mountain Patrol" vale la pena, no sólo por el, a grandes rasgos, buen hacer de Lu Chuan sino por lo necesario e importante del tema. La recomiendo, pero mantengan las expectativas bien contenidas.
En la tibetana región de Kekexili, el antílope tibetano está en serio peligro debido a los cazadores furtivos, quienes van a por la preciada piel del bello animal, muy codiciada en los mercados extranjeros. Sin que las autoridades hagan nada de nada, y cuando parece que otro animal más se acerca a la extinción -pasar de más de un millón de ejemplares a un par de decenas de miles es...-, un grupo de civiles comunes y corrientes -liderados por un ex soldado del ejército tibetano, eso sí- se unen y se arman y se aprestan a enfrentar a esos viles destructores de la naturaleza. La lucha, desde luego, es brutal, y hasta allá llega un periodista de Pekín a cubrir la situación.
Comienzo con un pequeño dato que acabo de ver en wikipedia: Kekexili es la tercera región menos poblada del mundo, y la menos poblada de China. ¿A quién la interesa lo que pase en tan aislado y abandonado lugar? En su momento la lucha entre civiles-vigilantes y cazadores furtivos causó mucha atención mundial, por su brutalidad; y que los ojos de la humanidad se posaran en dicho lugar hizo que creciera un poco de consciencia al respecto: después de todo, tal como se nos dice al final de la película -cosas que no revelan detalles específicos de la trama-, China declaró a Kekexili reserva natural y la población de antílopes ha crecido exponencialmente. No deja de ser una lástima y una vergüenza que se deban superar los límites de la violencia y la brutalidad para que se tomen cartas en el asunto, pero es que así son las cosas... Nada más miren los diamantes de sangre en África, que no han sido erradicados del todo a pesar de la amplia cobertura... En fin...
"Kekexili: Mountain Patrol" me recuerda a "Érase una vez en Anatolia" del turco Nuri Bilge Ceylan, y precisamente es esta comparación la que al final, espero, me podrá dar a entender. Primero, las similitudes, que son fáciles de notar a simple vista: un grupo de hombres buscando algo, en el caso turco un cadáver y en el presente al grupo de asesinos, a ciegas a través de un imponente paisaje.
Sin embargo, y aprovecho de señalar que de momento acá acaban las comparaciones, "Kekexili" se nutre durante gran parte del metraje del propósito de la patrulla, de su deseo de hacer justicia, de darle fin a esta lucha descarnada e invisible. De una lucha que cuenta con nulo apoyo y que tiene todas las de perder, aparentemente; Chuan, que sabe dónde poner la cámara y cómo captar esa pulsión subyacente, acierta de lleno al hacer que el tono general sea de impotencia y de dolor, de miseria y destinos inciertos, más aún cuando la travesía que comienza con un dejo de optimismo y alegría, de a poco se convierte en una fuente de pesimismo abrumador y desolador. Lo peor, en todo caso, es que los patrulleros están solos y rodeados de la nada misma, de un mar de sobrecogedora soledad. Es, a fin de cuentas, la lucha de una lucha: la pelea por preservar al antílope tibetano. Y que a sombra del fracaso parezca nublar el horizonte a cada momento... Así es, la sensación no puede ser más desalentadora.
Pero no, ya llegados al tramo final, que son unos veinte minutos o un poco más, Chuan parece querer contar, como si no fuera suficiente lo anterior, no una lucha sino la lucha de... (Ritai, líder de la patrulla) y su aparentemente inevitable caída. Pasamos de la desolación provocada por ver a estos hombres adentrarse en tierra de nadie, saltando de macabros hallazgos a macabros hallazgos -cadáveres de antílopes, pieles por doquier...-, a contemplar cómo el líder de todos parece no oír razones y sumergirse en una trampa letal: su obstinación. Al final no sé si "Kekexili: Mountain Patrol" es una brutal crónica de los cruciales hechos que hicieron que las cosas comenzaran a cambiar para mejor, o el retrato lleno de heroísmo y honor de un héroe olvidado: el mismo problema que con su cinta anterior, aunque menos exacerbado: perder el norte y acabar en convencionalismos y lugares comunes, en moralejas y sensaciones melosas e impostadas que contravienen el sentido primero y fracturan la hasta entonces sólida coherencia interna. Sin duda alguna que prefería mucho más el enorme poder que causaba ver a estos diminutos humanos versus el paisaje sin fin, y sobre todo el que estuvieran perdidos intentando llevar a cabo un noble objetivo; pero que se nos intente meter a un héroe por la garganta... Acá pretendía volver a "Érase una vez en Anatolia", en que en ella lo más importante era mostrar a un grupo de hombres buscando a un cadáver, como un proceso rutinario, lento, aburrido -para los personajes, no para uno, que disfrutó tamaña muestra de gran cine-, como si no importara que alguien acaba de perder la vida..., lo que se lleva a cabo de principio a fin. No sé si esta comparación habrá sido afortunada y asertiva, pero ahí está y ya no la puedo sacar... "Érase..." es un paseo, si mal no recuerdo, por los oscuros e intrincados derroteros del alma humana, individual y colectiva... Eso y mucho más, claro. Pero, ¿qué es "Kekexili..", al fin y al cabo?
El punto es que "Kekexili: Mountain Patrol" era una película poderosa y brutal, características potenciadas por una dirección precisa y anticlimática hábilmente desplegada por Chuan, que poco a poco pierde el norte, el tono y la intensidad, terminando con poca fuerza dramática y conceptual. No obstante, debo decirlo: el desenlace es notable y fenomenal, sobre todo por la mencionada atmósfera despojada de Chuan, lo único que no cambia en todo el metraje y que demuestra lo que apunto: sin artificios, en la parte buena lo que destaca es la energía interna; en la débil, se nota la falta de la misma. En fin, lo mismo que dije con respecto a "The missing gun": sin haber dado el golpe final, sin haber encontrado el ingrediente que hiciera de esta película algo contundente y demoledor, debo decir que el visionado de "Kekexili: Mountain Patrol" vale la pena, no sólo por el, a grandes rasgos, buen hacer de Lu Chuan sino por lo necesario e importante del tema. La recomiendo, pero mantengan las expectativas bien contenidas.
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