Director: Chris Marker
El plan era que a finales de abril iba a comentar, de manera intensiva, una serie de películas de corta duración, llámense cortometrajes o mediometrajes. Pero en virtud del tiempo presente, de la estrechez del mismo, conviene adelantar dicha intención, dándole comienzo con este pedazo de cine que Chris Marker nos concedió el '62, año del mundial de fútbol en Chile. "La Jetée" es una obra que destaca no sólo por el sólido ejercicio o experimento estético-narrativo que es -y también argumental-, sino que principalmente por ser honesta portadora de las ideas e inquietudes que pueblan poderosamente la vasta e íntima filmografía de Marker. Y disfrutar esto en tan sólo media hora es, realmente, un privilegio que hay que regalarse de vez en cuando.
"La Jetée" relata la historia de un hombre marcado por una imagen de su pasado, pero que en el presente -un futuro distópico condenado a desaparecer- es utilizado por algunos poderosos para la experimentación temporal. Todo un viaje es el que inicia este hombre.
"La Jetée" tiene una trama muy cuidada y bien construida, milimétrica y precisa, a la cual no se le puede achacar ninguna incoherencia o detalle inexacto, lo cual constituye gran mérito, sobre todo para los tiempos en que fue hecha; sin embargo, de lo que verdad trata y lo que al final la hace memorable y perdurable, algo que no tiene ninguna ciencia ni mayor complejidad de notar -es mejor dejarse llevar en un nivel más abastracto-, es sobre la memoria, así a grandes rasgos y sin lanzar una hipótesis más acotada y certera. La memoria, sí: un hombre marcado por una imagen en particular de su infancia, una en la que ve a un hombre morir, o en la que ve a una mujer horrorizada por el hombre muriendo, o en la que simplemente ve el muelle donde sucede tal hecho. La memoria y las imágenes, lo que en realidad es lo mismo toda vez que la memoria está compuesta de imágenes, o mejor dicho, porque nosotros recordamos en imágenes -y sonidos, pero siempre por debajo de una imagen que nos causa algo-. Imágenes. Memoria e imágenes, y la importancia e influencia que éstas tienen en nuestras vidas; una importancia eterna, obsesiva y suprema, si me permiten tamaña afirmación. Ya se verá más adelante con "Sans Soleil", un ensayo filmado de Chris Marker sobre el poder de la memoria, con sus imágenes y sensaciones y momentos, y la cultura: sobre la interrelación de éstas entre sí y el contacto con el resto del mundo -o eso recuerdo. Debo ver de nuevo dicha obra maestra-. En otras palabras, sobre cómo las imágenes -en videos o papel o las mentales...- constituyen una memoria tanto personal como colectiva y/o histórica, y que ambas se unen inevitablemente.
Para serles honestos, lo que acabo de escribir es sólo la punta del iceberg de lo que se podría escribir sobre el cine de Chris Marker; sobre lo poético del mismo, sobre su carácter de denuncia en ocasiones, sobre su exploración de los medios cinematográfios y narrativos, sobre sus recorridos por los lugares espacio-temporales íntimos y universales, etc. Pero considerando que "La Jetée" es de sus primeras obras -y es un decir, ya que en los cincuenta participó en varias obras destacables, como una que comparte con Alain Resnais-, reducir sus intereses a la memoria y las imágenes no me parece algo atrevido ni erróneo, pues es el inicio de una exploración espiritual e intelectual que se extiende a lo largo de las películas venideras, y porque al fin y al cabo de eso se trata este relato en particular, ya sea por la trama misma como por el lenguaje empleado por Marker, que confluyen dando lugar a una perfecta coherencia entre fondo y forma, coherencia ideal para comprender y disfrutar, aún más si se puede, esta pequeña gran reflexión.
Como digo, el valor de "La Jetée" no reside necesariamente en su trama matemática y en las posibilidades -o restricciones, mejor dicho- de las paradojas temporales, lo cual ha inspirado a conocidos cineastas, sino en cómo Marker une la narración con la sensación, de cómo Marker es, justamente, capaz de transportarnos a través de las imágenes que emplea -no sé si dije que "La Jetée" es un montaje o sucesión de imágenes estáticas que, de todas formas, avanzan dando cierta sensación de movimiento-. Marker juega con que cada imagen evoque una sensación, una sensibilidad, un tiempo, una mirada; el tipo te transporta por y a los espacios, te introduce de lleno en la acción, incluso si ésta "no se mueve". Te hace recorrer y envolverte en el pasado, no desde la perspectiva de lo desconocido sino de la impresión del reconfortante déjà vu, que a su vez puede ser una verdad terrible toda vez que indica que en tu pasado te has perdido lo que ahora le otorga sentido a tu vida. Pero de eso se trata todo, de la ambigüedad y de la incógnita, de lo incierto del cómo y qué recordamos. Porque, ¿qué es lo que importa? Así es, lo que está detrás o en el fondo de la imagen, eso que te empuja o te atrae o te atrapa... En cualquier caso, "La Jetée" es tan deliciosa y encantadora como devastadora, pues así como un recuerdo nos puede liberar, maravillar y hacernos vivir, también hay otros que nos pueden aprisionar y sumirnos en la más absoluta oscuridad. La memoria es terreno pantanoso...
Chris Marker tiene mucho que decir, y el que en media hora esté condensado mucho de ello, además mediante una historia perfectamente relatada, es una simple muestra de su enorme talento. No se lo pierdan, o no eludan un nuevo visionado, pues con "La Jetée" se puede sentir un algo indescriptible, una energía subyacente que inunda el fotograma y los ojos del espectador: Chris Marker es pura y honesta emoción, íntima y universal... En fin, mejor me detengo, creo que ya ha quedado clara la cosa.
Para serles honestos, lo que acabo de escribir es sólo la punta del iceberg de lo que se podría escribir sobre el cine de Chris Marker; sobre lo poético del mismo, sobre su carácter de denuncia en ocasiones, sobre su exploración de los medios cinematográfios y narrativos, sobre sus recorridos por los lugares espacio-temporales íntimos y universales, etc. Pero considerando que "La Jetée" es de sus primeras obras -y es un decir, ya que en los cincuenta participó en varias obras destacables, como una que comparte con Alain Resnais-, reducir sus intereses a la memoria y las imágenes no me parece algo atrevido ni erróneo, pues es el inicio de una exploración espiritual e intelectual que se extiende a lo largo de las películas venideras, y porque al fin y al cabo de eso se trata este relato en particular, ya sea por la trama misma como por el lenguaje empleado por Marker, que confluyen dando lugar a una perfecta coherencia entre fondo y forma, coherencia ideal para comprender y disfrutar, aún más si se puede, esta pequeña gran reflexión.
Como digo, el valor de "La Jetée" no reside necesariamente en su trama matemática y en las posibilidades -o restricciones, mejor dicho- de las paradojas temporales, lo cual ha inspirado a conocidos cineastas, sino en cómo Marker une la narración con la sensación, de cómo Marker es, justamente, capaz de transportarnos a través de las imágenes que emplea -no sé si dije que "La Jetée" es un montaje o sucesión de imágenes estáticas que, de todas formas, avanzan dando cierta sensación de movimiento-. Marker juega con que cada imagen evoque una sensación, una sensibilidad, un tiempo, una mirada; el tipo te transporta por y a los espacios, te introduce de lleno en la acción, incluso si ésta "no se mueve". Te hace recorrer y envolverte en el pasado, no desde la perspectiva de lo desconocido sino de la impresión del reconfortante déjà vu, que a su vez puede ser una verdad terrible toda vez que indica que en tu pasado te has perdido lo que ahora le otorga sentido a tu vida. Pero de eso se trata todo, de la ambigüedad y de la incógnita, de lo incierto del cómo y qué recordamos. Porque, ¿qué es lo que importa? Así es, lo que está detrás o en el fondo de la imagen, eso que te empuja o te atrae o te atrapa... En cualquier caso, "La Jetée" es tan deliciosa y encantadora como devastadora, pues así como un recuerdo nos puede liberar, maravillar y hacernos vivir, también hay otros que nos pueden aprisionar y sumirnos en la más absoluta oscuridad. La memoria es terreno pantanoso...
Chris Marker tiene mucho que decir, y el que en media hora esté condensado mucho de ello, además mediante una historia perfectamente relatada, es una simple muestra de su enorme talento. No se lo pierdan, o no eludan un nuevo visionado, pues con "La Jetée" se puede sentir un algo indescriptible, una energía subyacente que inunda el fotograma y los ojos del espectador: Chris Marker es pura y honesta emoción, íntima y universal... En fin, mejor me detengo, creo que ya ha quedado clara la cosa.
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