miércoles, 27 de mayo de 2015

Ghost in the Shell - 1995


Kōkaku kidōtai
Director: Mamoru Oshii

  Pero vaya que par de días más ocupados han sido estos, aunque admito que he sido un poco flojo con respecto a este blog, mi querido blog. "Ghost in the shell" la había visto el sábado, y a pesar de que ha pasado tiempo creo que el mismo me ha permitido pensar bastante sobre qué comentar con respecto a esta película, una que la primera vez que la vi me sorprendió, primero, por no ser una cinta centrada en la acción rimbombante en términos de trama, y segundo, por tener un despliegue estético muy coherente con los planteamientos conceptuales que sustentan la trama; en otras palabras, por no ser la típica película de ciencia ficción donde predomina la acción por la acción y adiós, sino que aprovecha la tradición cinematográfica inherente del género. Sorprendido y alucinado, gratas impresiones que no cambian con éste el segundo visionado, es más, que se ven potenciadas por el paso del tiempo.


  En un futuro donde los cyborgs son parte fundamental de la sociedad, y más aún, donde prácticamente ningún humano es 100% humano toda vez que los implantes robóticos ya casi son naturales, la mayor Motoko de la sección 9 se ve inmersa en una conspiración en torno a un misterioso hacker llamado the puppet master mientras comienza a reflexionar sobre su existencia y qué tan real es.



  "Ghost in the shell" es cyberpunk hecho con respeto y cuidado, es cyberpunk desplegado en toda su magnificencia a lo largo de ochenta espectaculares y muy bien aprovechados minutos.
  "Ghost in the shell" es cyberpunk porque logra que el elemento principal de su relato, más allá de su compleja pero bien hilada y eventualmente clarísima trama, sea todo un discurrir de reflexiones en torno a la relación entre lo humano y lo tecnológico, lo orgánico y lo natural, y más allá de eso, si es que cada uno de los dos aspectos representa con exactitud criterios de realidad y espiritualidad o no; es decir, si ser humano necesariamente significa que toda nuestra vida es real e incuestionable, y si ser artificial suprime toda posibilidad de genuina emoción o espíritu. A propósito del espíritu, ¿es eso una cosa que nace con uno o se desarrolla con la experiencia, con los años? Puede parecer banal preguntar, pero si el espíritu fuera facultad exclusiva del ser humano sólo por ser humano, entonces ¿qué queda para Motoko? ¿Son sus reflexiones en torno a su propio ser y existencia inválidas sólo por ser una cyborg, un ente artificial? Y ya sobre la vida, considerando que en el tiempo en que se desarrolla la película cualquier cosa se puede preservar por la red, ¿es posible que la vida no sea corporal sino, ya saben, sea posible trascender cualquier medio físico? Desde luego, no son planteamientos nuevos ni nada por el estilo. Sería un error pedir que cada cinta que trate sobre la consciencia y el espíritu y lo artificial haga invenciones o hallazgos conceptuales y narrativos, pues a estas alturas de la vida sabemos que lo original es algo difícil de alcanzar. Así queda claro al ver otras piezas del género tal como la obra maestra "Blade Runner", cyberpunk por antonomasia, "Serial Experiments Lain", en el que una chica descubría los inexistentes límites de la red y su incidencia sobre la vida y la percepción de lo real, la saga de "Bubblegum Crisis", centrada principalmente en lo pragmático y a la postre lo moral de crear "vida" artificial, entre otras más... Por lo demás, dichas reflexiones nunca son impostadas o plásticas, nunca son un vehículo para el pérfido lucimiento personal e intelectual del guionista/director, más bien son genuinos pensamientos que fluyen desde el interior de la historia, como debe ser. Además, no vienen con arrogantes respuestas precisas y detalladas que cierren la reflexión, sino con desafiantes preguntas que abren aún más el abanico de posibilidades.
Que Mamoru Oshii le dé un tratamiento más filosófico a los presupuestos del cyberpunk es, me parece, una elección apropiada y, salta a la vista, exitosa. Es natural que sea así, pues a mi entender el cyberpunk es filosófico, dicho carácter está en sus genes.
  "Ghost in the shell" es cyberpunk, también, porque logra crear una ambientación deslumbrante y hacer que lo conceptual se plasme a la perfección en lo estético, no sólo en la materialidad de la combinación entre carne y máquina, sino en la sensación que provoca el difuso límite entre espíritu libre (humano, en teoría) y vida artificial (término contradictorio aplicado para las máquinas humanoides). Porque la película desarrolla su conspiración a través de un tempo eminentemente sensorial, guiado por la pulsión subyacente de sentirse perdido en un mar de información y espíritus abatidos y querer encontrar una salida a través de una respuesta. Un conflicto existencial envuelto en tramas políticas e intrigas gubernamentales que se solucionan con sesudos planes interrumpidos por lluvias de balas. Dicho de otra forma, es imposible no sentirse atraído por el desplante narrativo y estético de la película, cuya trama, repito, me parece que está muy bien escrita, mezclando de buena manera lo confuso con lo cristalino -aunque, no obstante, en un par de ocasiones se recurre al insoportable diálogo expositivo, en el que un personaje explica con lujo de detalles cosas que el personaje que escucha sabe a la perfección, pero no el espectador, el verdadero destinatario de dichos datos. Más allá de este reproche, la película organiza bien su información, personajes y cabos sueltos-. Y a todo esto, lo del hacker no es más que un McGuffin en el sentido de que es más importante el elemento introspectivo de dicha trama que el dato duro, para que no crean que "Ghost in the shell" es sólo su argumento y que al final lo que más van a querer saber es si los culpables recibieron su merecido o no...
  A fin de cuentas, "Ghost in the shell" es gran cyberpunk por saber aunar, en una sola y potente entidad, la estética sucia y poco brillante de estos futuros supuestamente hermosos y ultra-avanzados, y la base conceptual y filosófica, compleja y llena de matices e interesantes incógnitas. Y si todo está expuesto a través de una trama desarrollada a través de una desafiante narración, qué mejor... A mí sólo me resta recomendar esta película, y ver la secuela dirigida por el propio Oshii, que también es muy buena. Vamos, vamos...


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