Director: Shinji Aramaki
"Appleseed Alpha", tercera parte de la saga de Appleseed dirigida por Shinji Aramaki, en esta ocasión en coproducción con Estados Unidos -lo que quizás, tan sólo quizás, explique que ahora los personajes hablen en inglés... lo que no me molesta, en lo absoluto-, no me ha gustado del todo. ¿Sorpresa? Después de dos basuras previas, es obvio que no. Pero, eso sí, no me ha parecido una película tan horrorosa como aquellas dos primeras; es más, debo decir que "Appleseed Alpha" tiene el honor de ser aceptable, más o menos. Incluso era una cinta disfrutable, ¡hasta!, claro, cuando los ya advertidos errores que han caracterizado de manera infame a la saga comienzan a aparecer, sin que éstos, afortunadamente, alcancen a destruir por completo lo hecho hasta entonces. El resultado no es nada sobresaliente, que quede claro, pero se mantiene de pie con cierta gracia en vez de convertirse en un sangrante esperpento, que es a lo que me habían acostumbrado las aventuras de Deunan y Briareos, razón que me hará sonar algo indulgente y hasta conformista en ocasiones.
Una especie de precuela alternativa: Deunan y Briareos, conscientes de que la guerra mundial ha acabado, pasan los días trabajando como mercenarios, actualmente para un matón que se hace llamar Two Horns, quien controla las ruinas de New York. La bella pareja se encuentra haciendo una misión para el matón ese, la que a decir verdad no sale muy bien, fiasco que será el inicio de una serie de hechos desafortunados que, no obstante, podría conducirlos a un lugar mejor. O quizás no...
¿Vale la pena volver a listar los vicios narrativos de un equipo creativo poco acostumbrado a pensar y desafiarse, en consecuencia, a tirar todo por la borda sin vergüenza alguna? Sí, no sólo para demostrarles lo mal resuelta de la película, también para recalcar lo decepcionante que resulta que una película que funcionaba sin mayores problemas se ahogue en mierda ajena.
Dos cosas íntimamente ligadas entre sí son las que destacan por méritos propios, y que en comparación a las Appleseed's previas llegan a brillar: primero, ese refrescante aire pesimista o nihilista que se respira en todo momento, aire potenciado por lo segundo, el hecho de que no estemos en la utópica Olympus, sino en una ruinosa New York dominada por cyborgs. La desencantada atmósfera se alimenta de la sombra del mito de Olympus, una ciudad donde todo es perfecto y donde los problemas no existen, si cabe, el paraíso materializado en medio del infierno que se convirtió la tierra. Eso sí, un sueño improbable y lejano, cruel recordatorio del presente de las cosas. Y que lo digan Deunan y Briareos, soldados devenidos en mercenarios, o peor, en matones de poca monta de un aún más despreciable matón. Es casi sorprendente ver a dos personajes que, si en las películas previas se caracterizaban por escupir diálogos dignos del más luminoso libro de autoayuda y luchar porque la vida es bonita y el bien siempre triunfa sobre el mal sin cuestionar en nada ese conservador discurso, ahora hacen las cosas que hacen simplemente porque deben sobrevivir de alguna manera, sin importar el cómo; verlos sin el pueril y vacío idealismo previo fue, no les miento, hermoso y liberador -para el espectador, para ellos como personajes y para la película, sin ataduras de ningún tipo... en ese entonces-. Claro, puede que estén un poco embobados con Olympus, pero sabiendo que no es más que un sueño, simplemente se resignan a aceptar su modo de vida como el mejor posible, pues al fin y al cabo no están muertos, y además nunca está demás soñar. El perfeccionamiento de la animación, elevando la misma a cotas de realidad superlativas -a veces el paisaje parece filmado en la vida real-, le da un toque sucio y realista a la película, lo que va en perfecta coherencia con su energía de agotamiento y descreimiento. Además, esa resignación general hace más humanos a los dos protagonistas, más aterrizados sus conflictos y mucho más creíbles sus acciones: todo cobra sentido.
Sumemos a lo anterior que, en esta ocasión, el argumento es menos engorroso en su base y menos rimbombante en su desarrollo: directo al grano, veremos cómo la dulce pareja, cuya participación es verosímil y pertinente -al contrario de lo visto en "Appleseed 2", por ejemplo-, hace las misiones para el matón ese, cuando por casualidad se topan con otro problema al que se sienten moral e incluso vitalmente ligados: la protección del más débil, de ser posible el único acto de humanidad que queda en la tierra, es el vehículo idóneo que los llevará a esa irreal Olympus -metafóricamente hablando, claro-.
Y, si me permiten decirlo, la película funciona de lo más bien, contada y ejecutada con pulso y ritmo, hasta que llegamos al desenlace, donde el equipo creativo demuestra la pericia que tiene para dar rienda suelta a la vacua grandilocuencia -¡quiero conquistar el mundo!... desde un vertedero ubicado en alguna parte de Estados Unidos-, la falta de imaginación -¡quiero que el mundo entre en guerra porque!... porque la no-guerra es aburrida-, la cursilería barata -ahora todos los que no son antagonistas son maravillosos héroes que se sacrifican por el otro o por su misión, lo que los vuelve algo arrogantes a decir verdad- y, peor que todo lo anterior junto, la insensatez narrativa. ¿Cómo se explica entonces que un arribista sujeto como Two Hornes de repente olvide su desprecio por la pareja y arriesgue su vida con tal de salvarles el pellejo? El tipo lo dice, pero es de no creer... ¿y cómo es que supo dónde estaban todos? Es que aparece de la nada, y jugando al bueno... ¿Dije peor aún? Cielos, ni siquiera es suficiente: el mismo Two Hornes es literalmente explotado no una sino ¡dos veces! y lanzado desde una monumental y titánica altura de qué-sé-yo-cuántos-kilómetros, y apenas si tiene un par de rasguños. No sólo eso, pues al final le da un ataque de generosidad y... en fin, para qué contar todo. Igual no es que ésta sea la clase de película en que los malos triunfen. En resumen, eso: lugares comunes elevados a la décima potencia es lo que nos ofrece Aramaki y su equipo, y todo eso concentrado en apenas veinte minutos, lo que resulta casi un logro, aunque uno muy dudoso e inclasificable. Oh, cómo olvidar la típica situación de "sólo tienes una oportunidad, ¡no puedes fallar!", o los impostados y obvios diálogos donde se cuela un poco la filosofía barata marca de la casa -lo que contraviene la resignación previa, no porque sea una contradicción soñar, pues acá el problema no es lo conceptual, sino lo narrativo: se abandona el realismo sucio en pos de una imagen audiovisual edulcorada e infantil: traición, vil traición-, lo que sumado a lo anterior completa el panorama de redenciones, camaraderías y tanta cosa más.
Con todo, "Appleseed Alpha" es la mejor de la trilogía de Shinji Aramaki; definitivamente el toque nihilista le da muchos puntos a favor, de lo contrario habríamos visto una cosa pueril tan insufrible e impresentable como la primera y la segunda. Descontando todo el segmento del desenlace -o para ser precisos: descontando lo que sigue luego del minuto 65-, que no es poca cosa, tenemos una película notable y que vale la pena ver. Con el conjunto entero, tenemos un producto que apenas le alcanza para ser decente y aceptable, pero algo es algo, considerando que estamos ante una de Shinji Aramaki y compañía.
Y hablando de Appleseed, hay también un OVA del año 1988 y una serie llamada "Appleseed XIII", lo que dejo como dato para curiosos -el primero lo iba a ver, pero los subtítulos eran espantosos, así que tan pronto dé con unos coherentes, la veo y comento; la segunda la dejo para adelante, aunque quizás me pique el insecto de la irrefrenable curiosidad. Quién sabe-. Si ven la de hoy, o no, carezco de facultades para decir: mejor saquen sus propias conclusiones. En cualquier caso, si quieren ver esta precuela no es necesario ver las dos primeras: funciona como una entidad independiente, no depende de otros. Sólo para que lo sepan...
Una especie de precuela alternativa: Deunan y Briareos, conscientes de que la guerra mundial ha acabado, pasan los días trabajando como mercenarios, actualmente para un matón que se hace llamar Two Horns, quien controla las ruinas de New York. La bella pareja se encuentra haciendo una misión para el matón ese, la que a decir verdad no sale muy bien, fiasco que será el inicio de una serie de hechos desafortunados que, no obstante, podría conducirlos a un lugar mejor. O quizás no...
¿Vale la pena volver a listar los vicios narrativos de un equipo creativo poco acostumbrado a pensar y desafiarse, en consecuencia, a tirar todo por la borda sin vergüenza alguna? Sí, no sólo para demostrarles lo mal resuelta de la película, también para recalcar lo decepcionante que resulta que una película que funcionaba sin mayores problemas se ahogue en mierda ajena.
Dos cosas íntimamente ligadas entre sí son las que destacan por méritos propios, y que en comparación a las Appleseed's previas llegan a brillar: primero, ese refrescante aire pesimista o nihilista que se respira en todo momento, aire potenciado por lo segundo, el hecho de que no estemos en la utópica Olympus, sino en una ruinosa New York dominada por cyborgs. La desencantada atmósfera se alimenta de la sombra del mito de Olympus, una ciudad donde todo es perfecto y donde los problemas no existen, si cabe, el paraíso materializado en medio del infierno que se convirtió la tierra. Eso sí, un sueño improbable y lejano, cruel recordatorio del presente de las cosas. Y que lo digan Deunan y Briareos, soldados devenidos en mercenarios, o peor, en matones de poca monta de un aún más despreciable matón. Es casi sorprendente ver a dos personajes que, si en las películas previas se caracterizaban por escupir diálogos dignos del más luminoso libro de autoayuda y luchar porque la vida es bonita y el bien siempre triunfa sobre el mal sin cuestionar en nada ese conservador discurso, ahora hacen las cosas que hacen simplemente porque deben sobrevivir de alguna manera, sin importar el cómo; verlos sin el pueril y vacío idealismo previo fue, no les miento, hermoso y liberador -para el espectador, para ellos como personajes y para la película, sin ataduras de ningún tipo... en ese entonces-. Claro, puede que estén un poco embobados con Olympus, pero sabiendo que no es más que un sueño, simplemente se resignan a aceptar su modo de vida como el mejor posible, pues al fin y al cabo no están muertos, y además nunca está demás soñar. El perfeccionamiento de la animación, elevando la misma a cotas de realidad superlativas -a veces el paisaje parece filmado en la vida real-, le da un toque sucio y realista a la película, lo que va en perfecta coherencia con su energía de agotamiento y descreimiento. Además, esa resignación general hace más humanos a los dos protagonistas, más aterrizados sus conflictos y mucho más creíbles sus acciones: todo cobra sentido.
Sumemos a lo anterior que, en esta ocasión, el argumento es menos engorroso en su base y menos rimbombante en su desarrollo: directo al grano, veremos cómo la dulce pareja, cuya participación es verosímil y pertinente -al contrario de lo visto en "Appleseed 2", por ejemplo-, hace las misiones para el matón ese, cuando por casualidad se topan con otro problema al que se sienten moral e incluso vitalmente ligados: la protección del más débil, de ser posible el único acto de humanidad que queda en la tierra, es el vehículo idóneo que los llevará a esa irreal Olympus -metafóricamente hablando, claro-.
Y, si me permiten decirlo, la película funciona de lo más bien, contada y ejecutada con pulso y ritmo, hasta que llegamos al desenlace, donde el equipo creativo demuestra la pericia que tiene para dar rienda suelta a la vacua grandilocuencia -¡quiero conquistar el mundo!... desde un vertedero ubicado en alguna parte de Estados Unidos-, la falta de imaginación -¡quiero que el mundo entre en guerra porque!... porque la no-guerra es aburrida-, la cursilería barata -ahora todos los que no son antagonistas son maravillosos héroes que se sacrifican por el otro o por su misión, lo que los vuelve algo arrogantes a decir verdad- y, peor que todo lo anterior junto, la insensatez narrativa. ¿Cómo se explica entonces que un arribista sujeto como Two Hornes de repente olvide su desprecio por la pareja y arriesgue su vida con tal de salvarles el pellejo? El tipo lo dice, pero es de no creer... ¿y cómo es que supo dónde estaban todos? Es que aparece de la nada, y jugando al bueno... ¿Dije peor aún? Cielos, ni siquiera es suficiente: el mismo Two Hornes es literalmente explotado no una sino ¡dos veces! y lanzado desde una monumental y titánica altura de qué-sé-yo-cuántos-kilómetros, y apenas si tiene un par de rasguños. No sólo eso, pues al final le da un ataque de generosidad y... en fin, para qué contar todo. Igual no es que ésta sea la clase de película en que los malos triunfen. En resumen, eso: lugares comunes elevados a la décima potencia es lo que nos ofrece Aramaki y su equipo, y todo eso concentrado en apenas veinte minutos, lo que resulta casi un logro, aunque uno muy dudoso e inclasificable. Oh, cómo olvidar la típica situación de "sólo tienes una oportunidad, ¡no puedes fallar!", o los impostados y obvios diálogos donde se cuela un poco la filosofía barata marca de la casa -lo que contraviene la resignación previa, no porque sea una contradicción soñar, pues acá el problema no es lo conceptual, sino lo narrativo: se abandona el realismo sucio en pos de una imagen audiovisual edulcorada e infantil: traición, vil traición-, lo que sumado a lo anterior completa el panorama de redenciones, camaraderías y tanta cosa más.
Con todo, "Appleseed Alpha" es la mejor de la trilogía de Shinji Aramaki; definitivamente el toque nihilista le da muchos puntos a favor, de lo contrario habríamos visto una cosa pueril tan insufrible e impresentable como la primera y la segunda. Descontando todo el segmento del desenlace -o para ser precisos: descontando lo que sigue luego del minuto 65-, que no es poca cosa, tenemos una película notable y que vale la pena ver. Con el conjunto entero, tenemos un producto que apenas le alcanza para ser decente y aceptable, pero algo es algo, considerando que estamos ante una de Shinji Aramaki y compañía.
Y hablando de Appleseed, hay también un OVA del año 1988 y una serie llamada "Appleseed XIII", lo que dejo como dato para curiosos -el primero lo iba a ver, pero los subtítulos eran espantosos, así que tan pronto dé con unos coherentes, la veo y comento; la segunda la dejo para adelante, aunque quizás me pique el insecto de la irrefrenable curiosidad. Quién sabe-. Si ven la de hoy, o no, carezco de facultades para decir: mejor saquen sus propias conclusiones. En cualquier caso, si quieren ver esta precuela no es necesario ver las dos primeras: funciona como una entidad independiente, no depende de otros. Sólo para que lo sepan...
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