martes, 21 de julio de 2015

3 Bad Men - 1926


Director: John Ford

  Por fin he llegado al western luego de, si no me equivoco, catorce películas de John Ford, que era con quien debía "iniciarme" en el género. Y con ésta, "3 Bad men", una absoluta obra maestra, doy comienzo a otra puesta al día (o retrospectiva) tan pero tan necesaria, que constará de varios (muchos, a decir verdad) westerns dirigidos por los directores más destacados del género (y del panorama cinematográfico en general, qué duda cabe), que irá de manera paralela a mi irregular pero determinada retrospectiva fordiana. Como decía, "3 Bad men" es una obra maestra, una completa maravilla que me ha dejado infinitamente encantado y aturdido, y en extremo deseoso de lo que se viene a futuro.


  En el estado de Dakota, lugar al que muchas personas (emigrantes y estadounidenses) arriban atraídos por el oro y la apropiación de las tierras, promesas de un futuro abundante y luminoso, llegan tres forajidos que van robando lo que les entra en gana, un simpático irlandés que busca fortuna y una bella dama, y una linda joven acompañada de su acaudalado padre. Quien los recibe es un malvado sheriff que intentará dejarse la fortuna para él y los suyos, sin escatimar en violentos y poco honorables métodos de persuasión...


  No sé por dónde comenzar, pues "3 Bad men" es, en cierta forma, inabarcable: tiene de todo, es casi fundacional, pero no contiene ningún rastro de presunción, vanidad o alevosía. Al contrario, en cada fotograma se siente una enorme humildad, pasión y goce por la historia que se está tan magistralmente narrando. Es una invitación a disfrutar cine de verdad, sin descanso alguno.
  "3 Bad men" es la historia de un nacimiento y una creación, en este caso, de un sueño que deviene en sociedad, en tradición, en Historia, y desde luego, en más sueños e historias. También es una historia de venganzas, de ambiciones, de redenciones, de amistades, de amores y de Justicia. Más aún, es la historia de un tiempo y de un lugar que no por estar situado, más o menos, a mediados del siglo XIX pierde su carácter intemporal. El valor cinematográfico de esta película es indescriptible, su significación es inmensa y su valía incuestionable. Inevitable, considerando que es cine en estado puro.
  Así, me dedicaré a comentar, brevemente, aspectos que me son más sencillos de comentar, valga la redundancia. Primero, me encantó el que los tres hombres malos en realidad no sean malos sino héroes, o mejor dicho antihéroes; me encantó ver cómo su presentación de villanos mediante carteles de SE BUSCA poco a poco muta en una honesta y conmovedora reivindicación moral y humana, propiciada por nada más y nada menos que sus actos y el legado que le dejan a los demás, a la memoria. Segundo, a un nivel general, me encantó el excelente guión y la magistral narración del argumento, que mezcla con suma eficacia y naturalidad (los acontecimientos se hilvanan con una fluidez descollante) la interminable lucha entre el bien y el mal, etiquetas siempre dadas a los matices y ambigüedades (cómo será que el sheriff, representante de la ley, es el malo total mientras que nuestros forajidos son aquellos que defienden el honor de una valiente pero al fin y al cabo vulnerable muchacha), un romance destinado a no romperse nunca, una venganza inesperada pero impostergable, una suerte de veloz crónica de la colonización y todo el tejemaneje que rodeó el proceso, y por último pero no por ello menos importante, la redención genuina que nadie conoce pero que vivirá por siempre en la memoria de aquellos que atestiguaron tan magnífica e improvisada gesta. Repito, lo mejor de todo es que no sólo cada pedazo de historia es de por sí un ejemplo de narración, sino que todas juntas se funden en una sola gran, poderosa y contundente historia. Lo que más me ha conmovido es la inquebrantable camaradería que surge entre los tres hombres malos con la muchacha y su pretendiente irlandés, firme hasta ese soberbio y sublime final en que nuestros antihéroes asisten a su última gran y catártica misión: asegurar un futuro al que no pertenecen y del que la Historia les excluirá, pero del que después de todo formarán parte pues ellos mismos conforman una pequeña parte de lo esencial, aquello que queda grabado en el celuloide y en la memoria. Emocionante el final, con esas tres siluetas despidiéndose de nosotros en un difuso horizonte que esconde quién sabe qué nuevas aventuras...
  Además (no quiero dejar fuera esto), es realmente genial la avasalladora realización de Ford, que filma su película con un dominio absoluto del lenguaje, una personalidad en perfecta coherencia con su película, y un cariño que es el broche de oro. Hay una secuencia fenomenal, de una salvaje y alocada carrera de colonos montados en sus caballos y caravanas que arrasan con todo a su paso, que bien pudo ser una perfecta inspiración para George Miller y su saga "Mad Max". Y algo así de notable rodado en 1926... pura maestría, qué más...
  Lo dicho, "3 Bad men" es un apasionante, memorable y conmovedor western del que ya no puedo decir más, pues me he quedado sin palabras. Lo vuelvo a repetir: una puta obra maestra del cine. No se lo pierdan por nada del mundo.

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