Director: David Robert Mitchell
Le ha ido bien a Mitchell con su segunda película, "It follows", lo que me hizo escarbar en su filmografía previa, dando como resultado ésta, su opera prima: "The myth of the american sleepover" -vaya título-. La vi, y francamente no sé por qué. ¿Será que siento cierta atracción por los coming of age (aunque dicha etiqueta sea mucho más que cintas con adolescentes que no tienen ni puta idea de hacia dónde van sus aburridas vidas)? Da lo mismo, creo que me he condenado de manera bastante fea, proponiéndome ver películas poco exigentes mientras estoy algo ocupado con la asquerosa universidad. Me parece que he tenido peores rachas, pero de todas formas eso no es motivo para bajar la guardia...
Un grupo de imberbes adolescentes se gustan entre sí, y piensan que lograran muchas cosas asistiendo a fiestas y pijamadas (¿así se escribe?) en la última noche libre antes de volver al colegio y la universidad. Pobrecitos...
No es mala esta película, pues se nota que hay cierta intención detrás, aunque finalmente la cosa sea impasible y no tenga ningún grado de interés. Probablemente porque los dramas de estos adolescentes han sido vistos tantas veces y desarrollados de la misma forma -y esta película no es la excepción, incluso cuando su filtro/mirada busque desmarcarse de todo cliché- que a estas alturas ya no nos podemos dejar engañar por toda la palabrería pseudo-crítica. Quizás la gracia radique en lo que subyace a los acontecimientos "relatados", sobre lo cual el título no puede ser más obvio: las pijamadas -francamente no sé cómo es posible que niñitos agrandados piensen que hacer dichas fiestitas sea una manera de demostrar la valía propia- no son instancias para cumplir sueños ni nada por el estilo; si piensan que se van a tirar a la curvilínea y exuberante hermana del amigo, o que se van a tirar al lindo hermano de la amiga, o que van a encontrar al amor o el sentido de sus vidas, o qué sé yo, pues entonces prepárense para un par de decepciones... o quizás no. ¿El título será un bluff? No sé, el asunto es un poco confuso: por un lado, la manera en que Mitchell dirige, que me recuerda un poco a Ruben Östlund (por el collage de personajes y por una sobriedad formal extrema que evita todo posicionamiento moral y personal, aunque Mitchell se deja vencer por un conservador e irreal cariño que contamina la puesta en escena)(aunque la referencia más cercana y natural sería Linklater, a quien se intenta emular sin mayores reparos), sugiere que efectivamente estos chicos deben despertar de esa ridícula ilusión de que en una noche todo se puede solucionar y mejorar a niveles insuperables; por otro lado, la trama no rebate esa errada percepción de las pijamadas, hasta da la impresión de que la refuerza, pero curiosamente contando todo desde una perspectiva perfectamente enmarcada en las antípodas de la pijamada más tradicional y "americana": estos protagonistas son unos raros -por sus conductas, no por sus gustos-, casi perdedores y marginados -a veces socialmente, a veces intelectualmente, a veces ambos- del star system colegial/universitario, que de todas formas tienen pequeños triunfos en esa "gran noche". Entonces, si esta película no destaca por la trama o por cómo cuenta la trama, ¿entonces destaca por el fondo de la misma? Difícilmente: Mitchell no dice mucho, y se necesita buena mano y un buen relato: se necesita saber narrar con imágenes cinematográficas -algo que tanto Östlund como Linklater saben hacer a la perfección-. Por lo demás, no me parece que Mitchell diseccione y analice o reflexione sobre los prejuicios o arquetipos o idealismos sociales a los cuales se someten los adolescentes en su crianza y crecimiento; es más, su película trata sobre chicos y chicas sin mucho que hacer, sin nada que perder y con nada que ganar salvo un par de besos y tomadas de mano, lo más simple de lo simple. Si hay algo que quiso decir, definitivamente su película no logra expresarlo en imágenes y es el espectador quien se tiene que imaginar qué mensajes puede contener esta obra, epítome del "existencialismo adolescente": plano, conformista y sin nada que ofrecer: un vacío estético y filosófico. Y tampoco es que los personajes sean muy memorables y carismáticos, todo lo contrario: tenemos un universitario cara de primate y cuerpo de pirámide que acosa a unas gemelas, un cara de nabo que acosa a una rubia cuyo gran error es tener números telefónicos escritos en su antebrazo (¡¿?!), una rubia que se enoja porque su actual novio tuvo una novia o algo así antes que ella, y una tipa que no quiere ir de fiestas con los de su edad sino con "los grandes" -que no le hacen asco a besarse con niñitas borrachas-; y entre medio unos secundarios tan pobremente construidos e interpretados como los principales. Mithell es pura presunción, y buena prueba de ello es "Can't hardly wait", un placer culpable que trata sobre un variopinto grupo de personajes que asisten a una mega fiesta que ocupa prácticamente todo el metraje y es cuna de líos amorosos, sociales y similares, que por muy cliché que parezcan, en realidad logran mucho más que la presente película: romper mitos, retorcer arquetipos y derribar barreras, sumado a que todo es muy entretenido e interesante, y que hay un par de momentos realmente memorables y genuinamente importantes -como la llegada de ese particular ángel-.
Lo único interesante de "The myth of the american sleepover" -que bueno que no sea tan larga como su título- es un diálogo que bien podría describir las intenciones del director: "no quiero besarte ahora... no todo tiene por qué ocurrir esta noche". Hay algo, pero no es suficiente. Recomendada para aquellos que piensen que adolescentes que no piensan y que se angustian con el fin del verano son los grandes filósofos del universo...
Lo único interesante de "The myth of the american sleepover" -que bueno que no sea tan larga como su título- es un diálogo que bien podría describir las intenciones del director: "no quiero besarte ahora... no todo tiene por qué ocurrir esta noche". Hay algo, pero no es suficiente. Recomendada para aquellos que piensen que adolescentes que no piensan y que se angustian con el fin del verano son los grandes filósofos del universo...
"It Follows" todavía la tengo muy pendiente, y no será por las ganas. Esta otra la tenía también fichada, pues al igual que tú, me dio por investigar los antecedentes de Robert Mitchell y me llamó la atención. Espero que me guste al menos como a ti.
ResponderBorrarSaludos.
Como mínimo un rato agradable, aunque depende de como te caigan los protagonistas (o los actores y sus labores, en realidad). Pero insisto, no es mala.
BorrarSaludos.