Director: Jan Ole Gerster
Intento hacerlo temprano pero no puedo evitar aplazar la escritura de mis comentarios hasta después de las 23, lo cual es bastante irritante considerando que a mí me encanta dormir (es algo sagrado: ocho horas mínimo para ser un humano normal), pero uno hace sacrificios por las cosas buenas y bien queridas. De hecho, desde que comencé este blog también volvieron mis problemas de insomnio, aunque en estos días es menos "grave" que antes, ciertamente menos que cuando trabajaba lavando platos, jornadas que terminaban por las dos de la mañana. No me quejo, al menos tengo algo de dinero, y lo que digo es que a pesar de todo (apariencia y disposición de un vago) sí soy lo suficientemente diligente. En fin, ¿en qué iba? Pues claro... "Oh Boy" es la opera prima del alemán Jan Ole Gerster, muy bien apreciada en general e innegablemente atractiva; por lo demás, nunca se tiene suficiente de buen cine alemán, y es que a este blog le falta cine alemán. ¿Cuándo llegará la intensiva retrospectiva a la obra del gran y maestro Rainer Werner Fassbinder? Seamos realistas: esperemos que a principios de noviembre. Pero, miren, he vuelto a desviarme del asunto... Mejor hablemos de "Oh Boy".
Niko Fischer es un joven que no hace mucho con su vida, pues no trabaja ni estudia, simplemente anda o descansa por ahí, aunque eso no es lo grave. Lo que sí es grave es que no parece encontrarle el sentido a su vida, haga algo "útil" o no con ella. Eso sí, estaremos con él a lo largo de un día (y noche) en que la variedad de personajes y situaciones ciertamente harán que su paseo por la ciudad de Berlín sea una experiencia reveladora y cuasi definitiva.
Pienso que la gran gracia y encanto que desprende "Oh Boy" nace de su sencillez y equivalente complejidad. Es sencilla porque su estructura es archiconocida pero, al fin y al cabo, confiable: un protagonista que por distintos motivos (o no motivos) pasea a lo largo y ancho de una ciudad, un país, etc, y que en el trayecto conoce variopintos personajes, historias y experiencias, lo cual establece un diálogo consigo mismo como individuo a la vez que con todo lo que le rodea, una suerte de configuración socio-histórica a pequeña escala. Visto de esta manera, "Oh Boy" es una entretenida película de un joven que habla y camina mucho, y cuyas estaciones (espaciales, sociales y personales) son atractivas y no carecen de interés. La película tiene ritmo, sus diálogos son notables tanto por lo absurdo de algunos como por lo punzante de otros, las imágenes contienen y expresan una potente mezcla de nostalgia, melancolía, esperanza..., la estructura es en sí misma un amplio abanico de posibilidades ricos en contenido y reflexión.... al fin y al cabo, es una cinta muy bien escrita y dirigida. Lo que más destaca es la sólida atmósfera existencialista, cuyo conflicto central radica en la dificultad de su protagonista en encontrar su lugar en el mundo y hasta su lugar en su propia vida, aunque este punto de partida intimista sea justamente la llave que nos abrirá las puertas de ese otro mundo escondido que reside en cada persona y lugar, y que se construye, de manera deformante o no, con la interminable e inefable interacción de todos estos. Así, a raíz de este breve pero nutrido paseo por lugares y personas, surgen varias dimensiones de todo tipo sobre las que reflexionar, naturalmente sin caer en la pedantería ni grandilocuencia que el blanco y negro puede generar en algunos lados. No es de extrañar que surja el tema del nazismo en un par de ocasiones, las diferencias generacionales, la violencia simbólica, la soledad y alienación, y ese simpático leitmotiv (o gag) del café que no alcanza a ser bebido, todo lo cual ofrece distintos grados de lectura, tal como deja entrever el director en una de sus tantas entrevistas, señalando que su propósito de incluir multitud de temas no es profundizar extensivamente en ellos para sentenciar moralmente o exponer su único punto de vista, sino para demostrar que ciertos fantasmas y problemas siguen viviendo en la sociedad alemana, y más importante, para explorar el cómo se dialoga e interactúa con estos, usualmente desde la distancia y cierto descreimiento, algo que siempre puede variar. Así, "Oh Boy" no es un amargo drama existencial sobre una generación (la de Niko) o un personaje, simplemente es un crudo recorrido por los altos y bajos, luces y sombras de una sociedad vista por un miembro de la misma, recorrido filmado con sencillez y honestidad, o lo que es lo mismo, sin vanidad ni pomposidad intelectual o cinematográfica. Una gran característica es que "Oh Boy" no se cierra en sí misma ni con un tema en particular, todo lo contrario, siempre está en constante búsqueda y reflexión que trascienda etiquetas y (pre)juicios. ¿Será apropiado relacionar ésta con "Inside Llewyn Davis?" No sé, de repente se me vino a la mente...
"Oh Boy", al igual que "Prag" (pero por aspectos distintos, claro, menciono la cinta danesa porque mencionaré los mismos adjetivos), es una delicia y un encanto. No pretende engañar a nadie, y considerando el fondo y la forma (usualmente dados a vanos ejercicios intelectualistas), es un gran logro. Hay que estar atento a este joven realizador, pues tiene algo difícil de tener y sostener en estos días, y más aún a su tentadora edad.
Niko Fischer es un joven que no hace mucho con su vida, pues no trabaja ni estudia, simplemente anda o descansa por ahí, aunque eso no es lo grave. Lo que sí es grave es que no parece encontrarle el sentido a su vida, haga algo "útil" o no con ella. Eso sí, estaremos con él a lo largo de un día (y noche) en que la variedad de personajes y situaciones ciertamente harán que su paseo por la ciudad de Berlín sea una experiencia reveladora y cuasi definitiva.
Pienso que la gran gracia y encanto que desprende "Oh Boy" nace de su sencillez y equivalente complejidad. Es sencilla porque su estructura es archiconocida pero, al fin y al cabo, confiable: un protagonista que por distintos motivos (o no motivos) pasea a lo largo y ancho de una ciudad, un país, etc, y que en el trayecto conoce variopintos personajes, historias y experiencias, lo cual establece un diálogo consigo mismo como individuo a la vez que con todo lo que le rodea, una suerte de configuración socio-histórica a pequeña escala. Visto de esta manera, "Oh Boy" es una entretenida película de un joven que habla y camina mucho, y cuyas estaciones (espaciales, sociales y personales) son atractivas y no carecen de interés. La película tiene ritmo, sus diálogos son notables tanto por lo absurdo de algunos como por lo punzante de otros, las imágenes contienen y expresan una potente mezcla de nostalgia, melancolía, esperanza..., la estructura es en sí misma un amplio abanico de posibilidades ricos en contenido y reflexión.... al fin y al cabo, es una cinta muy bien escrita y dirigida. Lo que más destaca es la sólida atmósfera existencialista, cuyo conflicto central radica en la dificultad de su protagonista en encontrar su lugar en el mundo y hasta su lugar en su propia vida, aunque este punto de partida intimista sea justamente la llave que nos abrirá las puertas de ese otro mundo escondido que reside en cada persona y lugar, y que se construye, de manera deformante o no, con la interminable e inefable interacción de todos estos. Así, a raíz de este breve pero nutrido paseo por lugares y personas, surgen varias dimensiones de todo tipo sobre las que reflexionar, naturalmente sin caer en la pedantería ni grandilocuencia que el blanco y negro puede generar en algunos lados. No es de extrañar que surja el tema del nazismo en un par de ocasiones, las diferencias generacionales, la violencia simbólica, la soledad y alienación, y ese simpático leitmotiv (o gag) del café que no alcanza a ser bebido, todo lo cual ofrece distintos grados de lectura, tal como deja entrever el director en una de sus tantas entrevistas, señalando que su propósito de incluir multitud de temas no es profundizar extensivamente en ellos para sentenciar moralmente o exponer su único punto de vista, sino para demostrar que ciertos fantasmas y problemas siguen viviendo en la sociedad alemana, y más importante, para explorar el cómo se dialoga e interactúa con estos, usualmente desde la distancia y cierto descreimiento, algo que siempre puede variar. Así, "Oh Boy" no es un amargo drama existencial sobre una generación (la de Niko) o un personaje, simplemente es un crudo recorrido por los altos y bajos, luces y sombras de una sociedad vista por un miembro de la misma, recorrido filmado con sencillez y honestidad, o lo que es lo mismo, sin vanidad ni pomposidad intelectual o cinematográfica. Una gran característica es que "Oh Boy" no se cierra en sí misma ni con un tema en particular, todo lo contrario, siempre está en constante búsqueda y reflexión que trascienda etiquetas y (pre)juicios. ¿Será apropiado relacionar ésta con "Inside Llewyn Davis?" No sé, de repente se me vino a la mente...
"Oh Boy", al igual que "Prag" (pero por aspectos distintos, claro, menciono la cinta danesa porque mencionaré los mismos adjetivos), es una delicia y un encanto. No pretende engañar a nadie, y considerando el fondo y la forma (usualmente dados a vanos ejercicios intelectualistas), es un gran logro. Hay que estar atento a este joven realizador, pues tiene algo difícil de tener y sostener en estos días, y más aún a su tentadora edad.
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