sábado, 19 de septiembre de 2015

Jin-Roh: The Wolf Brigade - 1999


Director: Hiroyuki Okiura

  En japonés, simplemente, Jinro, literalmente hombre-lobo según wikipedia. En su tiempo, como con tantas cosas, no tenía ni idea de la existencia de esta película hasta que un día llegué a cierta información que citaba que el próximo proyecto de Kim Jee-woon sería una versión en carne y hueso de "Jin-Roh", momento en que me pregunté "¿qué es 'Jin-Roh'?". Encontré la respuesta, desde luego, y desde entonces que la he querido ver, por motivos que con el tiempo se han ido acumulando, primeramente ese realista y gris tratamiento de la animación, posteriormente el conocimiento de que el contexto era una ucronía y finalmente que Mamoru Oshii, director de las dos "Ghost in the shell" cinematográficas, desempeñaba como guionista. El director debuta en la dirección luego de haberse dedicado largos años a distintas labores en departamentos de animación, y no ha vuelto a liderar un proyecto hasta el 2011, cuando saca otra película en apariencia radicalmente opuesta a la presente. Pero bueno, ya basta de datos y cosas, vayamos al grano: "Jin-Roh: The Wolf Brigade" es una magnífica y desoladora obra maestra de la animación, compleja a tantos niveles que es imposible despegarse de sus imágenes y un legado que debería comenzar a apreciarse como se debe, sin medias tintas. A todo esto, poco se ha sabido de la versión live action de Jee-woon...


  En el Japón de post-guerra (ganada por los nazis), el gobierno quiere recuperarse del fuerte impacto que ha causado el conflicto bélico, aunque no todos se ven beneficiados por estos avances, sobre todo los más desposeídos. Surgen grupos que intentan protestar con métodos que crecen en violencia, la policía no puede responder con la efectividad que se espera, y el gobierno inventa una nueva policía, la Policía Capital, mucho más severa y exigente, ergo, con mejores resultados. En la división más polémica de la Policía Capital, la División Especial, encontraremos a nuestro protagonista, Kazuki Fuse, quien comienza a cuestionar sus valores ético-morales luego de una terrible noche de disturbios.


  "Oh, pero si un elemento represor del gobierno se siente mal porque de repente le entra una crisis existencial y vocacional, qué pena... al demonio con él, y al demonio con la película, de seguro es otra basura intimista, cursi y llorona con tintes panfletarios... además, ¿quién puede sentir empatía por un policía o un soldado en estos días? Se merece su tristeza: que se muera el maldito". No es mi opinión, sin duda alguna, no soy muy dado a que me laven el cerebro; tampoco es la opinión de nadie en particular, pero estoy más que seguro que es la opinión de muchas personas cuya reacción no sería muy diferente luego de escuchar la premisa que he anotado más arriba, y es que poner a un policía/soldado/lo-que-sea a reflexionar sobre sí mismo parece un contrasentido... parece. Yo no sabía nada de esta película en términos argumentales, sólo tenía la imagen que encabeza el post en mi mente, pero me podía imaginar que la cosa trataba sobre policías y conflictos ideológicos (si me hubiesen dado una premisa similar, no hubiese reaccionado así de mal, en todo caso), así que podía llegar con una disposición pura y transparente a su contundente y desolador visionado. Y me alegro. Lo cierto es que "Jin-Roh" es una película infinitamente más compleja que esos simplistas términos; compleja en... ay, dios, cómo lo digo... compleja trama, en base a un elaborado e inteligente complot que poco a poco va dándose a conocer (de hecho, al principio y mientras se desarrolla, la trama se presenta como el mencionado drama intimista, y de ahí surgen los enriquecedores detalles restantes), que a su vez descansa en una compleja humanidad, imposible de describir en palabras simples, aunque puede que lo intente llegado el momento. ¿De qué trata "Jin-Roh"? Difícil decirlo. ¿Qué nos cuenta "Jin-Roh"? Imposible detallarlo y resumirlo. ¿Es "Jin-Roh" una película difícil? Sólo si eres de esos que piensan que las películas de ritmo pausado son inherentemente malas, al resto de los espectadores no le será difícil absorber todo lo que se expresa mediante el crudo pero sensible, pero por sobre todo transparente (de ahí su fácil llegada al interior del espectador) fotograma, eludiendo toda autocomplacencia o impersonal efectismo, todo lo contrario, inundándolo de una poderosa y personal mirada sobre las relaciones humanas y qué tan humanos somos, qué nos define y qué nos libera y nos perdona, o al revés, qué nos aprisiona y nos mata lentamente. No verán una película de conflictos armados, tampoco verán un romance en clave drama o un drama cerrado sobre sí mismo, tampoco verán una conspiración al uso... ¿Qué verán? Aún trato de determinarlo.
  Quisiera referirme un poco a los aspectos formales del filme, primero, a la maravillosa dirección del debutante Hiroyuki Okiura, una dirección parsimoniosa y anticlimática, narrando con la misma fuerza y tempo elegíaco cada momento, sean más los "desenfrenados" como los más "calmados" (términos difíciles de distinguir dado el caso que nos ocupa), creando una atmósfera de abatimiento constante e indiscriminada. Los enfrentamiento armados, los paseos por la ciudad, las dolorosas verdades que caen de los ojos y rodean las mejillas de los personajes..., todo momento presenta un tratamiento antiefectista que, por consiguiente, multiplica el valor narrativo y la fuerza subyacente de la imagen. Sobre el guión, del que ya he comentado un poco, me parece fenomenal que la trama tenga multitud de ramas (el complot institucional, el drama personal, el romance furtivo) pero no pierda cohesión y coherencia, al contrario, que todo funcione como un perfecto ente o puzzle dramático; más aún, que nunca pierda de vista el aterrador retrato humano que pretende levantar a medida que el metraje avance y vaya dejando marca en el espectador. El segmento final, donde las máscaras van cayendo y los ojos transmiten su verdadera esencia, es desgarrador y más terrorífico que muchas piezas del género. La pérdida de humanidad, de esperanza, de alegría y voluntad... no son fáciles de asimilar.
  Es imposible eludir el tema del lobo y la caperucita roja, tema que se subvierte y deconstruye a cada momento, sumergiéndonos en una espiral de víctimas y victimarios difíciles de discernir: a veces el lobo parece ser la víctima, a veces parece ser el inclemente cazador. Buscando sobre la mitología del lobo, llegué a un dato importante para la comprensión de la película: en Japón el lobo no es visto como un sanguinario y malvado animal como suele mostrarse en la moral cristiana (y en otras), más bien conlleva un relato de guardia y protección: el lobo es el guardián de lo puro, lo correcto, lo que es justo. No obstante, la soledad parece ser el rasgo común de cada cultura y versión mitológica que se tiene sobre su figura. Así todo simbolismo de "Jin-Roh" cobra sentido, incrementa su magnitud psicológica y sustancial, la enriquece de manera exponencial: es un goce para los sentidos y la mente.
  ¿En resumen? No es que haya visto demasiadas películas de animación japonesa, pero me atrevo a decir de inmediato que "Jin-Roh" es una de las obras maestras de la categoría: compleja en su fondo, compleja en su narración y valor cinematográfico, de profundo impacto en el espíritu..., características más que suficientes para ver esta maravilla.

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