Director: Kinji Fukasaku
Mientras todavía sea una incógnita si "Cops vs. Thugs" y "Hokuriku Proxy War" estarán en mi poder durante los próximos días, "Sympathy for the underdog" será la película que anteceda al completo visionado de la saga "The Yakuza Papers" de Kinji Fukasaku, en otros lados tildado como "el padrino del cine yakuza", que de todas formas se dejará caer no de inmediato, si hasta es posible que haya espacio para las dos cintas mencionadas. Ayer comentaba positivamente "Yakuza Graveyard", hoy hago lo mismo con "Sympathy for the underdog", otro ejemplo de que si Fukasaku cuenta con un buen guión, concentrado en los aspectos importantes del relato, puede desplegar toda su energía visual de manera apropiada en pos de una película que valga la pena y deje sus cuantas escenas para el recuerdo. Insisto: es bueno ir reconciliándose con directores que, a pesar de todo, uno igual sigue apreciando.
Masuo Gunji es un ex-jefe yakuza que lo perdió todo, familia (yakuza) y territorio, por culpa de una familia rival. Pasó diez años en la cárcel y, al salir, se reúne con los viejos amigos para formar nuevamente una familia, aunque, eso sí, en nuevos territorios, supuestamente más fáciles de conquistar. De esta forma, llegan a una multicultural ciudad costera que aún así supone tremendas dificultades, pues más de un rival se encontrarán en el camino.
Es un excelente ejercicio comparar "Sympathy for the underdog" con otras películas yakuza de Fukasaku, por ejemplo, "Street mobster" o "Graveyard of Honor", que si bien presentan diferencias tanto en algunos aspectos del fondo como en el desarrollo argumental, se puede decir que comparten la misma esencia: el ansia de redención del protagonista. Veremos que en las semejanzas "Sympathy for the underdog" logra desprenderse de los vicios y/o errores de las otras dos para seguir su propio y potente camino, lleno de sangre y cadáveres, pero hecho con identidad y no bajo el mismo modelo, esquemático y repetitivo, que arruinó las otras dos traídas a colación. "Sympathy..." es, a grandes rasgos, la crónica de una guerra por el territorio de una ciudad de la región de Okinawa, con nuestro protagonista y los suyos llegando para encontrar resistencia en los distintos jefes de la zona, ya sean los más influyentes como aquellos más pequeños pero ávidos de poder; la barrera para Gunji (el protagonista) es la misma de parte de todo rival: el odio a alguien fuera de la ciudad, a un mainlander, como le llaman, un arrogante citadino que cree puede dominar ciudades pequeñas, de seguro porque fracasó en sus intentos de grandeza en la gran ciudad. ¿Cómo dejarse llevar por alguien así? La sorpresa es grande cuando Gunji demuestra no ser un bocón, por el contrario, un gran y temible enemigo. Así, habrán negociaciones, movimientos imprudentes, ataques armados, salvajes balaceras, de todo. Se podría acusar, justamente, que el relato sea repetitivo y previsible, ya visto en multitud de ocasiones, lo que a ciencia cierta no podría rebatir salvo en un detalle importante: la historia no es mala, no por su premisa como por los otros elementos que nunca hay que dejar de lado: los personajes. En las malas películas de Fukasaku, la acción no importa porque los personajes no importan, ya sea porque presentan una pobre o nula construcción o porque lisa y llanamente son unos imbéciles de mierda, lo que a la larga genera un relato soporífero y cansino, en donde los atentados y negociaciones no destacan por su tensión dramática. No es el caso en la presente, en la que si bien los personajes son criminales asesinos y todo, logran construirse una identidad y una importancia narrativa, logran generar una personalidad que trascienda el mero carácter de instrumento argumental. Tanto el protagonista como los amigos y enemigos son rostros reconocibles y presentan conductas propias que, con el buen hacer de un guión sencillo pero cuidado, se desarrollan con fluidez y naturalidad, o dicho de otro modo, sin parecer que todo es forzado por mensajes melosos o conclusiones previsibles: la interacción de conflictos y personalidades tiene entidad propia, la suficiente como para que el relato avance sin mayores sobresaltos, en parte gracias a un desplante visual sostenido con sentido del tempo y el ritmo, y una sucesión de acontecimientos que no cae en vacíos argumentales o cargantes pausas temporales. "Sympathy for the underdog" es una película bien ejecutada, que le da buena cara a su guión base. Eso es lo primero: buenos personajes, ergo, acción interesante. Por lo demás, siempre es agradable ver la dinámica "pueblo chico, infierno grande", como un Poisonville japonés de tomo y lomo: muerte por doquier.
Relacionado a lo de los personajes, y centrándonos únicamente en el protagonista, me parece notable el uso que se le dio al elemento romántico, por lo general en Fukasaku, siempre una relación imposible que desde el primer momento se muestra apasionante y maldita, y que permanece así hasta el final, sin profundizar en el sentimiento de los amantes (se intuye que él quiere compañía y amor para paliar su presencia en un mundo tan sanguinario; ella... bueno, parece que con tener un hombre basta...) En el presente caso dicha dinámica es mucho más sutil y potente, compleja y humana, hasta podríamos decir que poética, con un Fukasaku que de verdad expresa auténtica sensibilidad. Gunji, cuando lo perdió todo, también perdió a su mujer, quien lo acompaña sólo como un recuerdo, particularmente el último, cuando, entristecida, le grita mientras la policía se lo lleva a la cárcel. Ya en libertad, Gunji no se puede alejar de dicha presencia, pero conoce a una mujer idéntica a su ex, con la cual inicia una relación que no comienza de inmediato de manera fogosa y sexual, sino emocional, como una relación fantasmagórica con ese pasado irrecuperable. Dicha relación irá mutando de manera progresiva de acuerdo a la carnicería que se desate y a la melancolía de un protagonista que quizás necesita una despedida y un acto redentor para estar en paz consigo mismo, ambos focos de conflicto que se retroalimentan sin restarse importancia, más allá de si uno tiene más minutos que el otro: hay un equilibrio entre guerra interna y externa. Puede que el final sea previsible y el mismo hasta parezca risible y poco verosímil (nunca he entendido que sea posible que un tipo armado con un cuchillo pueda hacer frente a una decena de tipos armados con pistolas sin sufrir mayor rasguño), pero su significado es convincente y coherente con el personaje como con su camino recorrido.
En resumen, "Sympathy for the underdog" destaca por su conflicto interno manifestado a través de un conflicto externo, materialización de las falencias y deseos de su protagonista. El visionado entretiene con esta guerra de bandas, y también convence por la disputa personal de Gunji, el hombre que quería... bueno, ya dirán ustedes. Película también recomendable, muy bien ejecutada. Quizás Fukasaku no sea tan malo después de todo.
Masuo Gunji es un ex-jefe yakuza que lo perdió todo, familia (yakuza) y territorio, por culpa de una familia rival. Pasó diez años en la cárcel y, al salir, se reúne con los viejos amigos para formar nuevamente una familia, aunque, eso sí, en nuevos territorios, supuestamente más fáciles de conquistar. De esta forma, llegan a una multicultural ciudad costera que aún así supone tremendas dificultades, pues más de un rival se encontrarán en el camino.
Es un excelente ejercicio comparar "Sympathy for the underdog" con otras películas yakuza de Fukasaku, por ejemplo, "Street mobster" o "Graveyard of Honor", que si bien presentan diferencias tanto en algunos aspectos del fondo como en el desarrollo argumental, se puede decir que comparten la misma esencia: el ansia de redención del protagonista. Veremos que en las semejanzas "Sympathy for the underdog" logra desprenderse de los vicios y/o errores de las otras dos para seguir su propio y potente camino, lleno de sangre y cadáveres, pero hecho con identidad y no bajo el mismo modelo, esquemático y repetitivo, que arruinó las otras dos traídas a colación. "Sympathy..." es, a grandes rasgos, la crónica de una guerra por el territorio de una ciudad de la región de Okinawa, con nuestro protagonista y los suyos llegando para encontrar resistencia en los distintos jefes de la zona, ya sean los más influyentes como aquellos más pequeños pero ávidos de poder; la barrera para Gunji (el protagonista) es la misma de parte de todo rival: el odio a alguien fuera de la ciudad, a un mainlander, como le llaman, un arrogante citadino que cree puede dominar ciudades pequeñas, de seguro porque fracasó en sus intentos de grandeza en la gran ciudad. ¿Cómo dejarse llevar por alguien así? La sorpresa es grande cuando Gunji demuestra no ser un bocón, por el contrario, un gran y temible enemigo. Así, habrán negociaciones, movimientos imprudentes, ataques armados, salvajes balaceras, de todo. Se podría acusar, justamente, que el relato sea repetitivo y previsible, ya visto en multitud de ocasiones, lo que a ciencia cierta no podría rebatir salvo en un detalle importante: la historia no es mala, no por su premisa como por los otros elementos que nunca hay que dejar de lado: los personajes. En las malas películas de Fukasaku, la acción no importa porque los personajes no importan, ya sea porque presentan una pobre o nula construcción o porque lisa y llanamente son unos imbéciles de mierda, lo que a la larga genera un relato soporífero y cansino, en donde los atentados y negociaciones no destacan por su tensión dramática. No es el caso en la presente, en la que si bien los personajes son criminales asesinos y todo, logran construirse una identidad y una importancia narrativa, logran generar una personalidad que trascienda el mero carácter de instrumento argumental. Tanto el protagonista como los amigos y enemigos son rostros reconocibles y presentan conductas propias que, con el buen hacer de un guión sencillo pero cuidado, se desarrollan con fluidez y naturalidad, o dicho de otro modo, sin parecer que todo es forzado por mensajes melosos o conclusiones previsibles: la interacción de conflictos y personalidades tiene entidad propia, la suficiente como para que el relato avance sin mayores sobresaltos, en parte gracias a un desplante visual sostenido con sentido del tempo y el ritmo, y una sucesión de acontecimientos que no cae en vacíos argumentales o cargantes pausas temporales. "Sympathy for the underdog" es una película bien ejecutada, que le da buena cara a su guión base. Eso es lo primero: buenos personajes, ergo, acción interesante. Por lo demás, siempre es agradable ver la dinámica "pueblo chico, infierno grande", como un Poisonville japonés de tomo y lomo: muerte por doquier.
Relacionado a lo de los personajes, y centrándonos únicamente en el protagonista, me parece notable el uso que se le dio al elemento romántico, por lo general en Fukasaku, siempre una relación imposible que desde el primer momento se muestra apasionante y maldita, y que permanece así hasta el final, sin profundizar en el sentimiento de los amantes (se intuye que él quiere compañía y amor para paliar su presencia en un mundo tan sanguinario; ella... bueno, parece que con tener un hombre basta...) En el presente caso dicha dinámica es mucho más sutil y potente, compleja y humana, hasta podríamos decir que poética, con un Fukasaku que de verdad expresa auténtica sensibilidad. Gunji, cuando lo perdió todo, también perdió a su mujer, quien lo acompaña sólo como un recuerdo, particularmente el último, cuando, entristecida, le grita mientras la policía se lo lleva a la cárcel. Ya en libertad, Gunji no se puede alejar de dicha presencia, pero conoce a una mujer idéntica a su ex, con la cual inicia una relación que no comienza de inmediato de manera fogosa y sexual, sino emocional, como una relación fantasmagórica con ese pasado irrecuperable. Dicha relación irá mutando de manera progresiva de acuerdo a la carnicería que se desate y a la melancolía de un protagonista que quizás necesita una despedida y un acto redentor para estar en paz consigo mismo, ambos focos de conflicto que se retroalimentan sin restarse importancia, más allá de si uno tiene más minutos que el otro: hay un equilibrio entre guerra interna y externa. Puede que el final sea previsible y el mismo hasta parezca risible y poco verosímil (nunca he entendido que sea posible que un tipo armado con un cuchillo pueda hacer frente a una decena de tipos armados con pistolas sin sufrir mayor rasguño), pero su significado es convincente y coherente con el personaje como con su camino recorrido.
En resumen, "Sympathy for the underdog" destaca por su conflicto interno manifestado a través de un conflicto externo, materialización de las falencias y deseos de su protagonista. El visionado entretiene con esta guerra de bandas, y también convence por la disputa personal de Gunji, el hombre que quería... bueno, ya dirán ustedes. Película también recomendable, muy bien ejecutada. Quizás Fukasaku no sea tan malo después de todo.
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