jueves, 26 de noviembre de 2015

Enter the Void - 2009


Director: Gaspar Noé

  Si hay tiempo, entonces hay que ver las películas que son largas y que duran dos horas y media, como "Enter the Void", tercer largo de Gaspar Noé y cuarta obra suya que comentamos por acá, ¡y más encima al hilo! Cuanta disciplina, amigos. Creo que ya había dicho la otra vez que una vez estuve viendo "Enter the Void" pero que no pude terminarla porque el internet me falló cuando faltaban unos cuarenta minutos, pero qué importa, las cosas pasan por algo y si en ese entonces no pude ver esta cinta fue para verla ahora, enmarcada en esta improvisada retrospectiva del francoargentino. ¿O no?


  Oscar es un tipo que vive en Tokyo, con su hermana, y que vende drogas para vivir. Un día muere y, miren ustedes, no es realmente el fin. ¿Qué es? Pues eso es lo que veremos, eso es lo que veremos...


  Supongo que el tiempo apacigua a las personas.
  "Enter the Void", para que no se confundan o esperen algo diferente, más que una trama, o, por desgracia, más que una declaración de intenciones, es una "reflexión". Y pongo entre comillas porque la cualidad de reflexión tampoco es tal, más bien lo que nos ofrece Noé es una experiencia sensorial, un viaje, su propia interpretación del Libro Tibetano de los muertos hecha película (el mismo Noé lo explica a través de un personaje en particular, no es que nos haga la vida difícil). Así, tendremos escenas de corte íntimo y personal, inquietudes y obsesiones ya expresadas por Noé en sus filmes anteriores, y secuencias más místicas y existenciales. La diferencia es notoria: mientras el elemento personal era realmente cautivador y conmovedor, el elemento místico sobraba por completo. Y como la película pasa del personal viaje por los recuerdos, los dolores, las culpas y lo demás, a este otro viaje trascendental por el tiempo y el espacio, pues entonces nos perdemos por completo con personajes y situaciones que aletargan el metraje y que no aportan nada de sustancia al conjunto, ya que lo único que pueden hacer es continuar "la trama", que ya dijimos era una simple excusa para meternos en esta espiral de reencarnaciones y espíritus. ¿De qué nos sirve ver cómo llora la hermana, como llora el cobarde delator (qué tipo más ridículo), como vaga por las calles el amigo vago? En realidad, más que continuar "la trama", la idea era completar el círculo que nos anunciaron al inicio, pero viejo, ahórrate un poco la lata y "la trama". Y es que además el viaje místico está ornamentado con muchas lucecitas, sugestiva banda sonora y más trucos visuales que, claro, enganchan, pero que poco a poco pierden sustento. Una verdadera lástima, pues el tramo introspectivo nos mostraba a un Noé más honesto que nunca: puro sentimiento, pura emoción... Y es que, ¿cómo no conmoverse con esta trágica historia de dos hermanos separados a cada momento, desde la más tierna inocencia hasta la alevosa podredumbre adulta (causada, hay que decirlo, por el propio protagonista: ¿quién mete a su propia hermana en las drogas?)? Si además le sumamos las ya conocidas imágenes que coquetean con el incesto, la ambigüedad sexual, pues tenemos a una persona que se mira al espejo, a los ojos, y luego escudriña sin temor alguno en su interior. Pero como digo, a Noé luego le da por atravesar paredes, meterse en la cabeza e intestinos de los demás, y muchas cosas más que nos dicen que... en fin, si algo nos dice la historia de estos hermanos es que la vida es dura y etcétera, pero lo otro, pura cháchara visual.
  Ahora pensemos en una escena hipotética: Don Simplón con su esposa Doña Simplona, acompañados de sus hijos Simplicio y Simplicia, deciden ver en familia las películas de Gaspar Noé (excelente criterio, señor y señora), y conociendo el cine del francoargentino, todos salen indignados de la sala de proyección o la sala de estar. ¿Por qué, si en general son tan buenas? Obedeciendo a sus nombres, sus argumentos van, en orden cronológico (también vieron "Carne"), del "no me gustó porque es grotesca y violenta, una ofensa para la dignidad e inteligencia humana" al "no me gustó porque me aburrió, la encontré aburrida y a nadie le gusta lo aburrido". ¿Qué se puede decir de un director cuyos argumentos en contra degeneran de esa manera? Está claro que "Enter the Void" no es su mejor obra y que como entidad propia también deja mucho que desear, pero no está mal y siempre es bueno pasar por estas cosas, y mejor me detengo antes de ponerme indulgente. Las cosas ya están dichas.
  Con todo, me sigue gustando (o sigo creyendo, confiando) el cine de Noé, pues sigue teniendo actitud, personalidad e intenciones de golpear e incomodar, pero "Enter the Void" podría ser un punto de inflexión no necesariamente positivo. Ya veremos, ya veremos...

2 comentarios:

  1. ¿"pura chácara visual?" Amigo, el cine es visual.

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    1. Todo exceso es malo. En novelas, ensayos y poemas a veces los autores se van por las ramas y llenan sus páginas de palabras y palabras sin decir ninguna cosa, y claro, teniendo en cuenta que dichos textos son escritos, llamar al exceso de palabras como cháchara lingüística podría parecer un contrasentido, pero se enmarca en la definición de cháchara.
      El cine es visual, en eso estamos de acuerdo. "Enter the Void" se vuelve cháchara visual porque Noé comienza a abusar de imágenes (la unidad del cine, como bien dices) que ya no aportan al conjunto además de no expresar nada. En otras palabras, parlotea y parlotea visualmente, tal como en las calles y salas de clase tenemos que escuchar conversaciones de personas que confunden ideas y conceptos arrogantemente, haciéndonos perder valioso tiempo en nuestras humildes vidas.
      Pero admito que me has asustado: por un momento pensé que de verdad había escrito "chácara", aunque no sería mi primer error ortográfico o simplemente de tipeo.

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