Director: John Farrow
Lento pero seguro iremos comentando películas en las que actúe quien ya es considerado como uno de nuestros favoritos. Me refiero a Ray Milland, quien marca su tercera aparición en estos lares. O yo soy alguien muy fácil de convencer, lo que no considero del todo cierto, o estamos ante una película excelentemente narrada, con lo que estoy más de acuerdo. Ya juzgarán ustedes, en todo caso, la calidad de "The big clock".
Ray Milland es el jefe de Crimeways, la sección especializada en crímenes que forma parte de una gran revista cuyo dueño es Charles Laughton, un intransigente y severo señor que pide precisión milimétrica a sus empleados, de lo contrario a la hoguera. Milland, quien está a punto de partir de vacaciones con su esposa e hijo, hará frente a un Laughton que le pide que siga trabajando a menos que no quiera conservar su empleo, ultimátum que será el comienzo de graves problemas para los dos.
"The big clock" ocupa, en palabras simples, el mismo mecanismo que tan bien utilizaba Phil Karlson en "Scandal sheet": el perseguidor que se persigue a sí mismo. El asunto no es complicado pero es un enredo y tampoco quiero detallarles la situación entera, menos para los llorones del spoiler, pero digamos que Ray Milland es un periodista muy bueno encontrando personas desaparecidas, y luego de haber encontrado a su último "esfumado", decide tomarse unas largas y merecidas (y postergadas desde la luna de miel con su mujer, cinco años atrás) vacaciones. El jefe, Laughton, quiere que encuentre a alguien, alguien que es nada menos que el mismo Milland, sólo que el jefe no lo sabe y bueno, ya saben lo que sucede: muchos nervios, mucha desesperación, muchos callejones aparentemente sin salida, a la postre un suspenso y una tensión muy bien construida, desarrollada y sostenida, especialmente porque, a diferencia del Broderick Crawford de "Scandal Sheet", Ray Milland es un buen sujeto y es del todo inocente (aunque esta diferencia no significa que la de Karlson sea mala, sólo que tiene un enfoque distinto: algo así como "todo lo que se hace se devuelve"). Es como un juego del gato y el ratón pero nadie sabiendo para quién trabaja, lo que además de tenso hace el enredo muy entretenido, especialmente gracias a ese extraño pero efectivo y contagioso sentido de la cotidianidad (como si no toda escena tuviera necesariamente repercusión narrativa posterior y una solemne investidura dramática; como si simplemente disfrutáramos un momento común y corriente sin tener que dar mayores explicaciones a Don Convención Narrativa) que otorga cierta inocencia e ironía al fotograma (está claro que se juega constantemente con la ironía, digo, quién se mete en esta clase de líos), sin mencionar los varios personajes que aportan su granito de arena al sentido del humor, particularmente la encantadora pintora y su bella risa. No, si ya les digo que "The big clock" es deliciosa, y cuenta con una narración fluida y muy bien hilvanada, logrando mantener la verosimilitud en todo momento (no se cae en las soluciones facilonas y salidas de la nada al estilo "Fargo" T2, nada parece fuera de lugar ni ilógico; en este sentido el guión presenta un preciso cuidado, y mejor, no trata de demostrar que funciona como reloj, simplemente deja que la acción fluya a su propio ritmo para que el espectador se enganche en esta espiral de ingeniosos enredos). Laughton está genial como el malhumorado y déspota jefe, y Milland también brilla al mezclar ingenuidad y desesperación; la dirección de Farrow aprovecha a la perfección cada elemento, y qué más puedo decir, ésta es una película que se disfruta sin mayor problema.
Lo dicho, "The big clock" entretiene, sorprende y genera tensión. No se pierdan esta película, lo pasarán bonito.
Ray Milland es el jefe de Crimeways, la sección especializada en crímenes que forma parte de una gran revista cuyo dueño es Charles Laughton, un intransigente y severo señor que pide precisión milimétrica a sus empleados, de lo contrario a la hoguera. Milland, quien está a punto de partir de vacaciones con su esposa e hijo, hará frente a un Laughton que le pide que siga trabajando a menos que no quiera conservar su empleo, ultimátum que será el comienzo de graves problemas para los dos.
"The big clock" ocupa, en palabras simples, el mismo mecanismo que tan bien utilizaba Phil Karlson en "Scandal sheet": el perseguidor que se persigue a sí mismo. El asunto no es complicado pero es un enredo y tampoco quiero detallarles la situación entera, menos para los llorones del spoiler, pero digamos que Ray Milland es un periodista muy bueno encontrando personas desaparecidas, y luego de haber encontrado a su último "esfumado", decide tomarse unas largas y merecidas (y postergadas desde la luna de miel con su mujer, cinco años atrás) vacaciones. El jefe, Laughton, quiere que encuentre a alguien, alguien que es nada menos que el mismo Milland, sólo que el jefe no lo sabe y bueno, ya saben lo que sucede: muchos nervios, mucha desesperación, muchos callejones aparentemente sin salida, a la postre un suspenso y una tensión muy bien construida, desarrollada y sostenida, especialmente porque, a diferencia del Broderick Crawford de "Scandal Sheet", Ray Milland es un buen sujeto y es del todo inocente (aunque esta diferencia no significa que la de Karlson sea mala, sólo que tiene un enfoque distinto: algo así como "todo lo que se hace se devuelve"). Es como un juego del gato y el ratón pero nadie sabiendo para quién trabaja, lo que además de tenso hace el enredo muy entretenido, especialmente gracias a ese extraño pero efectivo y contagioso sentido de la cotidianidad (como si no toda escena tuviera necesariamente repercusión narrativa posterior y una solemne investidura dramática; como si simplemente disfrutáramos un momento común y corriente sin tener que dar mayores explicaciones a Don Convención Narrativa) que otorga cierta inocencia e ironía al fotograma (está claro que se juega constantemente con la ironía, digo, quién se mete en esta clase de líos), sin mencionar los varios personajes que aportan su granito de arena al sentido del humor, particularmente la encantadora pintora y su bella risa. No, si ya les digo que "The big clock" es deliciosa, y cuenta con una narración fluida y muy bien hilvanada, logrando mantener la verosimilitud en todo momento (no se cae en las soluciones facilonas y salidas de la nada al estilo "Fargo" T2, nada parece fuera de lugar ni ilógico; en este sentido el guión presenta un preciso cuidado, y mejor, no trata de demostrar que funciona como reloj, simplemente deja que la acción fluya a su propio ritmo para que el espectador se enganche en esta espiral de ingeniosos enredos). Laughton está genial como el malhumorado y déspota jefe, y Milland también brilla al mezclar ingenuidad y desesperación; la dirección de Farrow aprovecha a la perfección cada elemento, y qué más puedo decir, ésta es una película que se disfruta sin mayor problema.
Lo dicho, "The big clock" entretiene, sorprende y genera tensión. No se pierdan esta película, lo pasarán bonito.
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