martes, 29 de marzo de 2016

Whity - 1971


Director: Rainer Werner Fassbinder

  Y bueno, luego de un rato en que se repusieron las energías y en donde el permanente estado somnoliento ya no es tal, ya era hora de volver con el buen Fassbinder, que vaya que las vio color de hormiga en el rodaje de "Whity", su particular "western" situado en el viejo oeste estadounidense pero filmado en Almería. De hecho, el mismo Fassbinder dijo que todos los acontecimientos que rodearon la producción de "Whity" son mucho más interesantes que la película misma, y debo decir que tiene toda la razón: sin ser un completo bodrio ni desperdicio (en realidad es bastante buena), pienso que la presente carece del brillo propio del genio alemán, aunque, desde luego, cinematográficamente sigue demostrando notables cualidades, entre ellas aquella inherente intensidad, que como conjunto no lograron cuajar tan satisfactoriamente, aunque como digo, el resultado no está nada de mal. Y es que los problemas del rodaje realmente pueden ser más surrealistas y delirantes que la película misma; dicha afirmación no tiene nada de desdeñosa.


  Whity es el mayordomo, negro, de los Nicholson, una rica familia compuesta por el patriarca, la esposa y dos hijos, uno enfermo mental y el otro neurótico, por decir lo menos. Toda una clase de excentricidad, vamos. Poco a poco, esa ilusión de familia que tiene Whity de sus jefes se va desvaneciendo mientras más se acerca a Hanna Schygulla, una prostituta que canta en un bar y que quiere huir con él.


  Quizás "Whity" no haya sido la película más personal de Fassbinder, de hecho, al principio el director se mostraba reacio a dirigirla y en numerosas ocasiones amenazaba con abandonar el rodaje y dejar todo tirado. Si no fuera por el tesón del productor Peter Berling, que a pesar de todas las dificultades siempre abogó por cumplir con las fechas y los compromisos, quién sabe cómo hubiese acabado esta aventura de la gran e inquieta familia fassbinderiana. Y vaya que hubo problemas: para empezar, casi no había dinero y, en determinado punto, se acabaron las cintas de celuloide, ante lo cual hubo que reaccionar con ingenio: la amante del productor era también amante de alguien de otra producción, estadounidense y con mucho dinero, cercana al rodaje de "Whity", en donde se encontraba Jack Palance, admirado actor de Fassbinder; sin que el director se enterara, se acercaron a la producción estadounidense como si fuese una visita común y corriente, y mientras Fassbinder charlaba incómodamente con Palance, la amante acordaba tratos y demás para hacerse con una importante cantidad de rollos de película, los cuales fueron cargados en un automóvil para ser usados los días restantes de rodaje. Muy surreal, ¿no? También están los típicos desencuentros de la familia fassbinderiana, en donde todos se acostaban con todos y en donde las jornadas solían depender del estado de ánimo de Fassbinder, que a su vez dependía de cuán sumiso fuera Günter Kaufman, el que hace de Whity y amante del director: si Kaufman no quería nada, al otro día Fassbinder andaba furioso, mientras que el equipo aterrado que se cagan; si Kaufman aceptaba tirar, Fassbinder andaba feliz y todos tranquilos. Creo que incluso Fassbinder se acostó con la amante del productor sólo para herir sus sentimientos... El hombre podía ser un verdadero cabrón, ¿no? En fin, es todo un gusto leer las desventuras que adornaron el rodaje de este curioso y singular western, que a todo esto, casi ni es western. Podríamos decir que es un western a lo Fassbinder, personal e intransigente. Esta personalidad avasalladora tan fuerte la podemos encontrar también en Derek Jarman, que si hubiese hecho un western habría sido tan genérico como el del alemán, es decir casi nada: sólo el escenario y un par de figuras narrativas. Eso me agrada, aunque en realidad a mí me agrada todo lo que esté bien hecho, si bien esta afirmación es demasiado simple. Como sea, hay muchas más anécdotas para gozar, y ojo: el rodaje fue de veinte días, que tampoco es tanto. Veinte días intensamente infernales. Qué lindeza.
  Con respecto a "Whity", que cuando se estrenó en un festival (el de Berlín, creo) recibió abucheos y burlas en ingentes cantidades, cualquiera podría pensar que lo que se sucede en pantalla es un despropósito, y es probable que sea así para quien no haya visto el cine de Fassbinder, que vuelve a desplegar un relato lleno de sus intereses y obsesiones, por ejemplo: los valores, vacíos y decadentes, de la clase adinerada, encarnados en la familia Nicholson, llena de odio y traiciones y conspiraciones para matar a los otros y quedarse con el dinero, llena de "defectos" y desafectos, de falsa humanidad y total falta de amor. El patriarca se casó con su actual esposa, me imagino, porque era buena en la cama (y por su figura de infarto, creo, aunque me gusta más del tipo Katerina Hartlova); la actual esposa se casó por el dinero, a todas luces; el hijo mayor quiere el dinero del padre y, a pesar de ser homosexual, tiene una extraña y sugestiva relación incestuosa con su madrastra; y el hijo menor, por su parte, está completamente perdido. La familia del año, la familia modelo. El otro interés, o mejor dicho obsesión, que Fassbinder pone en escena tiene que ver con las obsesivas relaciones interpersonales: Whity, el protagonista, venera y ama a la familia Nicholson a pesar de que éstos lo humillan por su color y su condición de empleado, de "inferior", y así permanece estoico puesto que su ilusión es más fuerte que él; Hanna Schygulla también contempla con dolor la manera en que su amado negro (dicho con cariño, vamos) prefiere quedarse con esa familia de depravados y racistas; finalmente, cada miembro de la familia tiene una tormentosa relación con el otro, pero sustentadas en esos podridos valores materiales. El ansia de amor, la desesperación que causa la soledad, conducen a terribles ilusiones. Y que lo diga Fassbinder y su familia fílmica. En cuanto a la trama, si bien todo gira en torno a esa conspiración de la familia para arruinarse a sí misma, me parece que la misma se describe mejor como una especie de improbable y rebuscado remake (esto lo digo yo nada más) de "Warum läuft Herr R. amok?", es decir, como un paulatino hartazgo y/o decepción por parte del protagonista hacia un entorno que lo tiene engañado y condenado a la intrascendencia y la rutina más asquerosa en donde la familia no existe ni tampoco la moral (puros inventos), y de la cual sólo puede escapar mediante la violencia, método burgués por excelencia según nuestro querido Fassbinder. Una vez rota la ilusión, esa falsa seguridad, Whity lleva a cabo su explosión, su rebelión. Sin duda que estamos ante una película muy interesante en todo aspecto que mantiene la atención en todo momento, no sólo por lo peculiar de su producción sino que también por su indescifrable pero atrayente atmósfera, como es usual en Fassbinder, no hecha para acomodarse y pasarlo bien y relajarse y verlo a la rápida; al contrario, la principal acción del film es el silencio (amores silenciosos, violencia silenciosa, odio silencioso) y la quietud... no presten atención a los excesos de maquillaje, por favor (a veces era como un terror gótico).
  A mí me ha gustado esta película; si al inicio dije que era 'insatisfactoria' fue porque los grandes elementos del cine fassbinderiano, si bien numerosos y notorios en todo momento, parecen más retazos que una construcción mayor, y porque no estamos ante la obra maestra que podemos encontrar en distintos puntos de la tremenda filmografía del alemán. En cualquier caso, nos encontramos ante otra deliciosa joya del incansable Fassbinder, la que, pienso, cae mejor en la categoría de "placer culpable", aunque culpa no siento nada.

2 comentarios:

  1. Creo que he visto todas las películas de Fassbinder que son consideradas lo mejor de su filmografía y, como indicas, "Whity" no está entre ellas. Pero seguro que un poco de Fassbinder es mucho en comparación con la obra de montones de otros cineastas. El hiperactivo R. W. tenia además una biografía (das apuntes de ella que seguro también que son más jugosas que la película) que a ver qué director es tan valiente como para hacer un rodaje convincente que aborde su figura.
    Saludos.

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    1. Sólo documentales hasta el momento, sólo documentales... El dilema de los biopics es si aplicar la personalidad y características (artísticas, humanas, discursivas) del retratado al lenguaje cinematográfico (algo notorio en aquellos centrados en pintores o artistas visuales), o hacerlo de manera más "normal", como los biopics al uso. En ese caso la cosa no sería muy distinta de un documental común y corriente... Y es que ¿cómo reflejar el espíritu de Fassbinder en el fotograma? Un espíritu que hace de sus películas "menores" también notables experiencias cinematográficas. Acá queremos mucho al alemán, lo queremos mucho...
      Saludos.

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