Creadores: Robert Kirkman & Dave Erickson
Ayer comenzó la primera temporada de "Westworld", que se viene genial, aunque eso no es sorpresa viniendo de HBO. Ayer, de paso, terminó la segunda temporada de "Fear the Walking Dead", una serie que me gusta mucho y que sigue demostrando su innegable y contundente calidad, sin importar qué tan a las sombras de "The Walking Dead" sea ubicada por los medios. Aunque la primera parte de este segundo ciclo no me haya dejado conforme, poco a poco esta segunda mitad ha ido sobreponiéndose a sus pequeñas pero no por ello menores fallas para ofrecernos un thriller infartante y con identidad propia que ya tiene tercera temporada confirmada. Y sin vender humo, que parece ser la norma en estos días (ejem... Netflix e imitadores... ejem...).
Si hay algo que caracteriza a "Fear the Walking Dead" es ese tempo tan cautivador suyo, sin premuras ni estridencias y que, a base de una narración pausada y certera, explora los entresijos de la naturaleza humana y lo que queda del mundo ahora que el apocalipsis zombi ha tomado lugar. Por eso me sentí algo decepcionado con los episodios finales de la primera parte de esta segunda temporada, pues repentinamente la trama se volvió abrupta y veloz, convirtiendo a los personajes en muñecos de trapo forzados a obedecer una historia en vez de dejar que la historia se vaya modelando orgánicamente de acuerdo a cómo los personajes se relacionan entre ellos y con su entorno, lo cual será un conflicto sin importar qué. Esta segunda parte no comenzaba mal, pues al menos recuperaba el tempo que les decía, sólo que la narración dejaba bastante que desear, sobre todo porque, habiendo separado a los personajes en tres direcciones, la manera en que se alternaba lo que hacían unos y otros era algo desequilibrada, digo, un episodio entero dedicado a Nick, por más que me guste su personaje, no deja de colmar un poco la paciencia, y ya ni hablar del idiota de Chris, el chico enojado con todo. Pero luego de un par de episodios erráticos, los restantes conforman una interesante red de personajes y lugares, cada uno con sus respectivas tramas que convergen de manera cuidada pero fluida y natural en una sola entidad ulterior, porque no hay que olvidar que, a todas luces, el gran motor de estos ocho episodios finales era la reunión de los protagonistas. Y si ello se hace a través de una potente y seca ejecución, que me recuerda un poco al thriller setentero gringo (ese que mezcla sus tramas criminales con un tremebundo aire nihilista), pues qué mejor...
Sin embargo, lo que más me encanta de "Fear the Walking Dead", y lo cual sigue estando presente con fuerza en estos episodios, es el crudo pero humano tratamiento de la violencia y la desolación, la decadencia moral, el derrumbe de la civilización. El retrato de estos personajes obligados a endurecerse sin perder por ello su humanidad, el retrato de este nuevo paisaje gris y putrefacto, de esa atmósfera nihilista y abatida. Sin duda alguna los personajes son más creíbles y sus acciones resultan más convincentes, al menos las de los principales (porque los secundarios, si bien dibujados apropiadamente, siguen siendo meros instrumentos, lo que se nota especialmente al final: ¿no que los habitantes del hotel se llevaban a morir antes?, ¿por qué ahora son tan amiguitos y odian tanto a los nuestros? ¿Sólo para sacarlos de ese lugar?). Esto es algo que la serie de "The Walking Dead" nunca ha podido realmente lograr, quizás con algunos retazos vagos por ahí, debido a que no tardó mucho en convertirse en una serie cuyo mayor interés no era la reflexión ni los personajes sino la acción y la supervivencia (no por nada las "reflexiones" que recitan los personajes a veces resultan tan cansinas y melosas). Por suerte el cómic sigue siendo tan férreo y brutal como siempre, y a todo esto, ¿qué nos deparará la guerra contra los susurradores?, se supone que en dos días más aparece el nuevo número... ya lo sabremos...
Lo que quiero decir es que, más que una serie de zombis (entendiendo el "género zombi" como gritar y correr... y morir), "Fear the Walking Dead" es un drama humano que se pregunta qué es lo que motiva a las personas a seguir luchando cuando la vida tal como la conocían se ha derrumbado por completo, sin haber una pronta solución. ¿Vale la pena seguir? En esta serie dicha disyuntiva se encuentra en el aire, presente en cada imagen, en cada mirada perdida y desesperanzada, sin que tenga que forzarse a los diálogos o las tramas: es una lucha constante e interminable, una lucha devenida rutina y normalidad, una lucha naturalizada expuesta en cada gesto. E insisto: si este clima de desazón y nihilismo se narra con la fuerza y contundencia de un buen thriller, pues entonces estamos ante oro puro, pienso yo. Y claro, con estos tremendos personajes como el de la madre y su hija, no hay por dónde perderse...
Curioso que "The Walking Dead" siempre se sienta alargada y aletargada, cansina y anodina con sus 16 episodios, mientras que los 15 de "Fear..." se hicieron algo pocos, y es que ya lo digo, sus personajes y paisajes y situaciones son ricos en posibilidades narrativas y sustanciales, siempre pueden ofrecer algo más. Acá esperaremos ansiosos la llegada de la tercera temporada, y para qué hablar de los veinte días que quedan para saber a quién demonios mató el infame Negan... Ojalá no la caguen con Negan, ¡por dios!
Sin embargo, lo que más me encanta de "Fear the Walking Dead", y lo cual sigue estando presente con fuerza en estos episodios, es el crudo pero humano tratamiento de la violencia y la desolación, la decadencia moral, el derrumbe de la civilización. El retrato de estos personajes obligados a endurecerse sin perder por ello su humanidad, el retrato de este nuevo paisaje gris y putrefacto, de esa atmósfera nihilista y abatida. Sin duda alguna los personajes son más creíbles y sus acciones resultan más convincentes, al menos las de los principales (porque los secundarios, si bien dibujados apropiadamente, siguen siendo meros instrumentos, lo que se nota especialmente al final: ¿no que los habitantes del hotel se llevaban a morir antes?, ¿por qué ahora son tan amiguitos y odian tanto a los nuestros? ¿Sólo para sacarlos de ese lugar?). Esto es algo que la serie de "The Walking Dead" nunca ha podido realmente lograr, quizás con algunos retazos vagos por ahí, debido a que no tardó mucho en convertirse en una serie cuyo mayor interés no era la reflexión ni los personajes sino la acción y la supervivencia (no por nada las "reflexiones" que recitan los personajes a veces resultan tan cansinas y melosas). Por suerte el cómic sigue siendo tan férreo y brutal como siempre, y a todo esto, ¿qué nos deparará la guerra contra los susurradores?, se supone que en dos días más aparece el nuevo número... ya lo sabremos...
Lo que quiero decir es que, más que una serie de zombis (entendiendo el "género zombi" como gritar y correr... y morir), "Fear the Walking Dead" es un drama humano que se pregunta qué es lo que motiva a las personas a seguir luchando cuando la vida tal como la conocían se ha derrumbado por completo, sin haber una pronta solución. ¿Vale la pena seguir? En esta serie dicha disyuntiva se encuentra en el aire, presente en cada imagen, en cada mirada perdida y desesperanzada, sin que tenga que forzarse a los diálogos o las tramas: es una lucha constante e interminable, una lucha devenida rutina y normalidad, una lucha naturalizada expuesta en cada gesto. E insisto: si este clima de desazón y nihilismo se narra con la fuerza y contundencia de un buen thriller, pues entonces estamos ante oro puro, pienso yo. Y claro, con estos tremendos personajes como el de la madre y su hija, no hay por dónde perderse...
Curioso que "The Walking Dead" siempre se sienta alargada y aletargada, cansina y anodina con sus 16 episodios, mientras que los 15 de "Fear..." se hicieron algo pocos, y es que ya lo digo, sus personajes y paisajes y situaciones son ricos en posibilidades narrativas y sustanciales, siempre pueden ofrecer algo más. Acá esperaremos ansiosos la llegada de la tercera temporada, y para qué hablar de los veinte días que quedan para saber a quién demonios mató el infame Negan... Ojalá no la caguen con Negan, ¡por dios!
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