miércoles, 9 de noviembre de 2016

Koroshiya Ichi - 2001


Director: Takashi Miike

...Y comienza un nuevo día... Quizás haya sido la influencia de la más que conocida actualidad, pero les juro que anoche soñé que, primero, estaba dentro del universo de "True Blood" (vaya cosa), y segundo, que hablaba nada más y nada menos que con Obama, y si recuerdo bien, le pregunté cuál fue el momento más estresante de su tiempo como presidente, pero no creo que me haya respondido, y en cualquier caso no recuerdo mucho de la conversación, pero era como si fuésemos viejos amigos que compartían un momento de melancolía. ¡No me miren raro!, así son los sueños, qué le vamos a hacer... De momento, supongo que cantar una canción y, desde luego, comentar una película. Todos conocen a Takashi Miike, y sobre él flota una imagen de director de culto que hace puras salvajadas hiperviolentas. Yo, que hasta ahora no había visto ninguna película suya, tenía (y sigo teniendo) una mejor opinión de él, o mejor dicho una visión más amplia sobre su figura. Por ello quería que la primera película suya que se comentara por acá fuera "The Bird People in China", que tiene pinta de ser un drama intimista virtualmente fuera de lugar en una filmografía en apariencia llena de rarezas y excentricidades. Pero al final ha sido "Ichi the Killer". ¿Por qué? Pues porque está basada en el manga homónimo de Hideo Yamamoto.


Dije que no iba a ser malo, así que no lo seré...
Ichi the Killer es un manga absolutamente magnífico, una puta obra maestra. Por eso, cuando uno ve la película de Miike habiendo leído antes la tremebunda obra de Yamamoto, rica y férrea en complejidad y sustancia (por no mencionar su impecable y fantástica narración), es inevitable sentir un dejo de frustración y decepción al ver que una historia tan llena de matices psicológicos y cautivadoras ambigüedades se reduzca a una simple y ligeramente entretenida espiral de violencia y depravación humana. Y es que el manga podrá parecer un llamativo cúmulo de enfermizos y atroces actos de abuso, asesinato y otras lindezas no aptas para ciertos oídos (y ojos... y mentes), pero en realidad su extremismo y su consciente y desprejuiciado cruce (o destrucción, mejor dicho) de límites es inteligente por donde se le mire, pues debajo de la desmedida trama en donde la desaparición de un importante jefe yakuza da lugar a una macabra y letal guerra de bandas se esconde un certero y fascinante estudio de personajes y pulsiones humanas, un profundo estudio psicológico y social (cuyas lecturas se pueden enmarcan en lo micro y lo macro) que abarca desde las relaciones y mecánicas del poder y la sumisión hasta la naturaleza del sentimiento de culpa y la sensación del placer, del dolor, sin que ninguna de las alternativas anteriores sea excluyente de la otra... ya se imaginarán que el entramado construido es un explosivo y brutal, pero también excitante cóctel lleno de lo más dulce y amargo del comportamiento humano, si bien, claro, el tratamiento (tanto de los personajes como de las tramas y, sobre todo, el impactante y espectacular dibujo de Yamamoto) toma un derrotero decididamente cruento, animal y amoral, sin dejar títere con cabeza...
Sin embargo, al contrario del manga de Yamamoto, en donde todo está meticulosamente pensado y construido (nada es gratuito, aunque así lo parezca), la película de Miike luce arbitraria, simplona y superflua en comparación, y creo que si dejamos de lado la obra de origen, no es que "Ichi the Killer" se defienda por sí sola demasiado bien, con personajes cuyas motivaciones nunca quedan realmente claras (o verosímiles, convincentes, que es más importante) y con un hilo argumental apresurado e inconsistente, como si quisiera permanecer fiel a determinados capítulos del manga pero dejando deliberadamente de lado la base que los sustenta, es decir, es como si la estructura narrativa fuera un esqueleto sin articulaciones: la cosa se mueve, pero con torpeza y sin que sepamos por qué realmente se mueve teniendo piezas perdidas. Pero lo más desalentador es la débil construcción psicológica de los personajes (hay dos escenas en donde determinados sujetos explican casi con dibujos por qué Kakihara e Ichi son como son o hacen lo que hacen, pero eso no vale, los diálogos explicativos son antinaturales y no deberían existir... hacen que las películas luzcan peor de lo que ya son), en especial de sus dos ejes principales, reduciendo a Ichi a un llorón manipulado por un viejo y a Kakihara a un pervertido violento, y cuyo encuentro es casi fortuito, mientras que en el manga, poco a poco y sin que nadie nos lo tenga que explicar, se profundiza de manera aterradora y satisfactoria en la personalidad de estos dos tan vulnerables como peligrosos personajes y, sobre todo, por qué ambos son dos caras de la misma moneda y por qué su encuentro es tan crucial y genera tanta expectación: es como si uno fuera el dios del otro y viceversa: ambos son tal para cual, y para que se conocieran tuvo que tomar lugar una vil masacre. Les digo, el manga llega a ser extrañamente bello y devastador. Y ojo, que el resto de personajes también presentan una apropiada construcción (además de tener mucho estilo) y no son, como en la película, un descafeinado abanico de excéntricos adornos que vienen y van mientras matan y hacen cochinadas porque únicamente son "simpáticos" asesinos.
Lo cierto es que "Ichi the Killer" la vi sin mayor interés (y eso que me encontraba emocionado por verla) y al final seguí porque, primero, por alguna razón siempre termino las películas que empiezo a ver, y, segundo, por simple e impasible inercia. Y aunque no tengan un gran presupuesto, se pudieron haber conseguido mejores efectos especiales, si hasta los videojuegos de la época tenían mejores gráficos que cuando Ichi parte a un sujeto verticalmente a la mitad. En fin, "Ichi the Killer" es pura imagen; tristemente, se dejaron lo mejor y más interesante del manga en el tintero. Hay que aprender a resignarse...
Eso sí, interesante dirección la de Miike y, a pesar de lo planito de su personaje, aún así la interpretación de Tadanobu Asano como Kakihara es notable, con mucha personalidad e intención.
Para despedirme recomiendo Homunculus, otro fenomenal manga del mismo autor.

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