Director: Rian Johnson
Cuando comenté "Looper" aproveché de prometer que iba a ver y comentar "The Brothers Bloom", segunda película de Rian Johnson, un director que poco a poco ha ido escalando posiciones en la industria del cine estadounidense. A mí Johnson me interesa más cuando hace ideas propias que cuando se encarga del octavo episodio de "Star Wars", pero bueno, si un esperable éxito permite que después Johnson pueda hacer la película que quiera, bien por mí... y bien por él, claro. En fin, basta de tantas vueltas. Cuando comenté "Looper" aproveché de anotar las impresiones que recordaba de aquel lejano primer visionado de "The Brothers Bloom", y sigo estando de acuerdo conmigo mismo. Con todo, sigue siendo un buen panorama.
Mark Ruffalo y Adrien Brody son dos hermanos que viven estafando a la gente, pero ojo, que no son los típicos estafadores que se sientan detrás de un escritorio alterando documentos y esas cosas. En realidad, estos hermanos son verdaderos profesionales y artistas de la estafa; artistas en el sentido de que para conseguir lo que quieren elaboran complejas historias en donde, más importante que el procedimiento o los distintos pasos a seguir, la esencia radica en los personajes que se inventan y lo que éstos representan, significan. Sin embargo, Brody, que es el hermano sensible y propenso a la melancolía, quiere retirarse y vivir una vida de verdad, una vida que esté lejos de los dominios literarios de su hermano mayor, que si no fuera estafador de seguro sería dramaturgo o novelista (o cineasta, quién sabe). De esta forma, Ruffalo decide que es hora de hacer un último trabajo que logre dejar a todos satisfechos y felices. Casi tiene tintes existenciales la historia de estos hermanos, siempre persiguiendo un anhelo que llene ese vacío que tienen por dentro, aunque, cuando te la pasas interpretando papeles para engañar a incautos pichones, ¿cómo sabes cuándo algo es verdadero, cómo diferencias lo actuado de lo auténtico? EL leitmotiv de la película, por supuesto.
Muy interesantes son los planteamientos de Rian Johnson, que decide ejecutar su historia, tanto en la escritura como en la puesta en escena, como la historia más singular y especial que se ha visto jamás. Ya sean los mismos personajes (dotados cada uno de una atractiva particularidad), los variopintos escenarios y vestimentas, el aura que crean en torno a ellos..., la película destaca por una deliciosa personalidad y un sentido del humor blanco e inocente (esto lo digo en el buen sentido) que en ningún momento parece impostado o superfluo, que es lo que le pasa al pequeño Wes y sus porcelanas. A todas luces costó un dineral (la cantidad de veces que Rachel Weisz choca su lujoso Lamborghini es para provocar infartos cardíacos), pero "The Brothers Bloom" desprende un candor y una ingenuidad imposible de rechazar, y su curiosa propuesta, tan auténtica como artificiosa, no se torna ni cansina ni anodina, ni mucho menos empalagosa; al contrario, está tan bien cimentado que el montón de ideas y locuras casi infantiles no representan problemas de verosimilitud o coherencia interna.
Sin embargo, mis reparos siguen con vida. Es cierto que los protagonistas son dos hermanos que en cierta forma han vivido una ficción durante toda su vida, pero durante gran parte del relato Johnson enfoca su relato en los personajes, en cómo el estilo de vida que llevan es una puerta que materializa sueños y fantasías, aspecto acentuado con la llegada del personaje de Rachel Weisz, una millonaria que apenas ha salido de su fastuosa mansión y conocido gente, y que al conocer a estos hermanos se permite vivir la vida loca. Pero cuando el relato está llegando a un punto decisivo, la gran ficción de los hermanos se adueña de los personajes, de sus sentimientos, de lo que los hacía humanos de carne y hueso... quizás algo optimistas y demasiado alegres, pero de carne y hueso al fin y al cabo. No obstante, la gran ficción toma lugar y los personajes pasan a ser meras piezas en un orden mayor, y aunque en el fondo de eso se trata la película, aún así pierde gracia y encanto, porque, realmente, esta gran ficción no debía ser más que un Macguffin que permitiera a los personajes conocerse a sí mismos. Esto se logra hasta que todas las piezas deben caer justo donde estaba planificado y los personajes terminan haciendo justamente lo que por mandato divino debían hacer, pensar y reflexionar. Lo que digo es que el relato, con el correr del metraje, pierde naturalidad. Además, también debo reprochar que recurre a cierta atmósfera romántica demasiado indie para su propio bien, con pianos bonitos y cosas así que funcionan más en comerciales de aerolínea.
Con todo, a pesar de los trucos bajo la manga y el conjunto deliberadamente cuadrado, "The Brothers Bloom" es una película simpática, entretenida y muy ingeniosa, y que además, se nota, está hecha con cariño y dedicación. Recomendable.
Mark Ruffalo y Adrien Brody son dos hermanos que viven estafando a la gente, pero ojo, que no son los típicos estafadores que se sientan detrás de un escritorio alterando documentos y esas cosas. En realidad, estos hermanos son verdaderos profesionales y artistas de la estafa; artistas en el sentido de que para conseguir lo que quieren elaboran complejas historias en donde, más importante que el procedimiento o los distintos pasos a seguir, la esencia radica en los personajes que se inventan y lo que éstos representan, significan. Sin embargo, Brody, que es el hermano sensible y propenso a la melancolía, quiere retirarse y vivir una vida de verdad, una vida que esté lejos de los dominios literarios de su hermano mayor, que si no fuera estafador de seguro sería dramaturgo o novelista (o cineasta, quién sabe). De esta forma, Ruffalo decide que es hora de hacer un último trabajo que logre dejar a todos satisfechos y felices. Casi tiene tintes existenciales la historia de estos hermanos, siempre persiguiendo un anhelo que llene ese vacío que tienen por dentro, aunque, cuando te la pasas interpretando papeles para engañar a incautos pichones, ¿cómo sabes cuándo algo es verdadero, cómo diferencias lo actuado de lo auténtico? EL leitmotiv de la película, por supuesto.
Muy interesantes son los planteamientos de Rian Johnson, que decide ejecutar su historia, tanto en la escritura como en la puesta en escena, como la historia más singular y especial que se ha visto jamás. Ya sean los mismos personajes (dotados cada uno de una atractiva particularidad), los variopintos escenarios y vestimentas, el aura que crean en torno a ellos..., la película destaca por una deliciosa personalidad y un sentido del humor blanco e inocente (esto lo digo en el buen sentido) que en ningún momento parece impostado o superfluo, que es lo que le pasa al pequeño Wes y sus porcelanas. A todas luces costó un dineral (la cantidad de veces que Rachel Weisz choca su lujoso Lamborghini es para provocar infartos cardíacos), pero "The Brothers Bloom" desprende un candor y una ingenuidad imposible de rechazar, y su curiosa propuesta, tan auténtica como artificiosa, no se torna ni cansina ni anodina, ni mucho menos empalagosa; al contrario, está tan bien cimentado que el montón de ideas y locuras casi infantiles no representan problemas de verosimilitud o coherencia interna.
Sin embargo, mis reparos siguen con vida. Es cierto que los protagonistas son dos hermanos que en cierta forma han vivido una ficción durante toda su vida, pero durante gran parte del relato Johnson enfoca su relato en los personajes, en cómo el estilo de vida que llevan es una puerta que materializa sueños y fantasías, aspecto acentuado con la llegada del personaje de Rachel Weisz, una millonaria que apenas ha salido de su fastuosa mansión y conocido gente, y que al conocer a estos hermanos se permite vivir la vida loca. Pero cuando el relato está llegando a un punto decisivo, la gran ficción de los hermanos se adueña de los personajes, de sus sentimientos, de lo que los hacía humanos de carne y hueso... quizás algo optimistas y demasiado alegres, pero de carne y hueso al fin y al cabo. No obstante, la gran ficción toma lugar y los personajes pasan a ser meras piezas en un orden mayor, y aunque en el fondo de eso se trata la película, aún así pierde gracia y encanto, porque, realmente, esta gran ficción no debía ser más que un Macguffin que permitiera a los personajes conocerse a sí mismos. Esto se logra hasta que todas las piezas deben caer justo donde estaba planificado y los personajes terminan haciendo justamente lo que por mandato divino debían hacer, pensar y reflexionar. Lo que digo es que el relato, con el correr del metraje, pierde naturalidad. Además, también debo reprochar que recurre a cierta atmósfera romántica demasiado indie para su propio bien, con pianos bonitos y cosas así que funcionan más en comerciales de aerolínea.
Con todo, a pesar de los trucos bajo la manga y el conjunto deliberadamente cuadrado, "The Brothers Bloom" es una película simpática, entretenida y muy ingeniosa, y que además, se nota, está hecha con cariño y dedicación. Recomendable.
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