Dirección: David Bravo, Iván Osnovikoff & Bettina Perut
Ya estamos a mitad de mes, en cinco días más habremos llegado a los dos tercios de mes y en una quincena más ya no será necesario volver a contar los días y preocuparse de qué día es, porque en ese momento se acabará la puta universidad de mierda y comenzará un flujo de tiempo eterno que no necesitará fragmentarse sino que vivirse en su libre e indomable totalidad. En fin, ustedes no vienen a leer mi diario de vida sino que a intercambiar, incluso silenciosamente, opiniones sobre películas (si llegan por accidente no pasa nada, pueden decírmelo), así que vayamos a ello de la mano del primer documental dirigido por la dupla Perut-Osnovikoff, en la ocasión acompañados por David Bravo, dedicado a la dirección de fotografía.
Martín Vargas es un boxeador retirado que llegó a ser campeón chileno y sudamericano, aunque el título mundial le fue esquivo las cuatro ocasiones en las que lucho por él. Eventualmente, llegaría el retiro, pero luego de una década inactivo y con uno que otro problema de alcoholismo (o eso dicen las malas lenguas, que las hay muchas en este puto país), decide volver al ring de boxeo, nada más y nada menos que con cuarenta y dos años de edad. Anunciado el regreso, comienza el circo. Inevitable, qué se puede hacer: todos tienen una opinión, incluso si no saben nada al respecto. "...Martín Vargas de Chile" es un relato coral en el que tienen cabida, además del propio Martín Vargas, médicos preocupados por su condición física y las posibles consecuencias que los golpes pueden provocar en su salud, periodistas de dudosa moral que hacen de payasos en este circo que construyeron, dirigentes e importantes personas del mundo del boxeo chileno (el retrato de éstos es desmitificador, mostrando el lado sucio del boxeo y que no siempre la cosa va de millones de dólares fluyendo de un lado a otro, sino que de agotados golpes dados por boxeadores que no viven precisamente en la gloria), amigos y familiares de Vargas, e incluso hay espacio para las diatribas de la doctora Cordero, uno de esos personajes que "dicen las cosas como son" aunque en realidad lo único que hacen es vomitar un discurso clasista, racista y denigratorio (hace poco de un futbolista dijo que era un "indio horroroso"). De esta forma, a lo largo del retorno, con toques quijotescos, de Martín Vargas a los cuadriláteros chilenos, veremos a esta fauna chilensis en todo su nefasto esplendor (bueno, no todos son malos), y es que resulta realmente indignante ver la manera en que un montón de desgraciados y mezquinos personajes intentan menoscabar la persona de un boxeador que quiere vivir y morir en su ley, sin ser domesticado por ningún hipócrita de postura y mirada altiva y conformista. Claro, se podrá discutir la calidad y habilidad de Martín Vargas como boxeador, pero ya les digo, no es común (al menos para mí) ver personas determinadas a cumplir contra viento y marea sus propósitos manifestando un férreo y admirable desprecio a las normas establecidas. Algunos lo llaman ídolo, otros lo llaman un fraude, dios sabe cómo lo llama la doctora Cordero, pero hay que tener una fuerza especial para olvidarse del resto de mediocres con sus tranquilizadoras fórmulas/convenciones y seguir un camino hecho bajo tus propios e insobornables términos. Quizás esté idealizando a Martín Vargas y no fue tan iconoclasta, pero es imposible de ignorar esa intención que guardan sus ojos.
Por lo demás, el documental está muy bien hecho, amén de un montaje realmente intenso y una narrativa potente capaz de dotar a cada escena de una caótica pero coherente carga dramática, y es que el regreso de Martín Vargas parece que generó una verdadera revuelta en la vida privada y social de la gente, y Perut-Osnovikoff lo captó y expresó a la perfección. Impresionante y memorable.
Oh, y el viejo de las payas es genial... Pueden ver "Martín Vargas de Chile" en este enlace.
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