Director: Pierre Chenal
Aprovechando el impulso de "El hombre que se llevaron", vamos a comentar "El ídolo", dirigida por Pierre Chenal, prestigioso director nacido en Bélgica que destacó en Francia con sus películas de corte noir durante los treinta (entre ellas se encuentra una adaptación de El cartero siempre llama dos veces, la novela de James M. Cain) pero que, debido al avance de los alemanes (él mismo era judío), decidió dejar Europa y embarcarse a otros lados del mundo, específicamente Argentina, en donde dirigió varias películas más. De paso también aprovechó de hacer un par de películas acá en Chile, y luego retornaría a Francia, ya sin tanta repercusión como antaño. Si quieren pueden ver más información en su página de Wikipedia o en sitios especializados.
Definitivamente se nota que "El ídolo" cuenta con un director con oficio detrás, pues, a diferencia de "El hombre que se llevaron", un blando y cansino batiburrillo con pretensiones de relato negro, el presente film sí es un noir visualmente deslumbrante y narrativamente atractivo e interesante, y en definitiva, una propuesta cinematográfica coherente que aprovecha sus planteamientos y fluye según sus propios términos. "El ídolo" trata sobre un actor cuya vida en apariencia perfecta se tuerce al ocurrir un crimen que le afectará íntimamente, convirtiendo sus días en sinuosas espirales por las que incluso puede descender irremediablemente hacia la locura. Además de contar con un pulso firme a la hora de ejecutar el relato y una atmósfera que mezcla hábilmente las violentas sombras del noir con un ingenioso e irónico sentido del humor (la primera escena es brillante, se darán cuenta de inmediato), "El ídolo" basa su propuesta esencialmente en sus carismáticos y convincentes personajes, los únicos que conocen y esconden la verdad, los únicos que han visto la miseria a los ojos, los únicos capaces de cruzar los límites con tal de cumplir sus objetivos, algunos más nobles que otros. Lo anterior quiere decir que, si bien alguno señalará que el argumento no es especialmente original, la principal característica del relato es el énfasis otorgado a la psicología de los personajes, a sus personalidades, al porqué de sus acciones y reacciones; la trama no es lo primordial, sino el vehículo para que estos personajes se muestren tal cual son, que se liberen de sus ataduras y queden completamente expuestos ante el resto. Por lo demás, "El ídolo" jamás se presenta ni recurre a mecanismos propios de la intriga o el misterio (bueno, quizás en el arco final, aunque vale la pena aclarar que el director utiliza este mecanismo por su ambigüedad moral y no por sus efectos: el propósito no es el giro, la revelación "inesperada", sino que la constatación de la decadencia humana de los personajes), es decir, los códigos del relato negro tienen como fin central no el ejercicio de estilo sino que el retrato y tratamiento moral del conflicto, de los personajes y del entorno que habitan. En el fondo la tensión se produce porque nosotros sabemos todo lo que pasa mientras que los personajes no, por ende, el pilar fundamental es la construcción de éstos y hacia donde se ven conducidos por sus imprevisibles y agobiadas mentes, por qué. Sumen a ello la impecable inclusión del componente psicológico al relato, lo que no significa que el director recurre a trucos de ilusionismo narrativo y formal para aparentar confusión mental o quién sabe qué cosa más, sino que permite que los mismos enajenados personajes tomen (o pierdan) el control de sus líos de faldas y negocios al no saber qué demonios ocurre alrededor de ellos, al dejarse llevar irracionalmente por emociones y fuerzas primarias, casi atávicas, más o menos como pasaba en "The Square", de Nash Edgerton, o "Blood Simple", de los hermanos Coen (la cual, para ser justos, sí tiene secuencias oníricas y surreales). Y bueno... ese realismo sucio (pero elegante... quizás "sucio" en su visión del ser humano y la vida en sociedad) también ayuda a construir y potenciar este convulso ambiente psicológico.
En definitiva, "El ídolo" es de esas historias negras la mar de entretenidas que ganan montones al construir personajes viscerales y desarrollar propuestas cinematográficas arriesgadas. Excelente film... y, como curiosidad, la actriz que interpreta a la esposa del protagonista fue, en la vida real (al momento del rodaje aún lo era), esposa del director, Pierre Chenal, cuya filmografía quiero volver a visitar lo más pronto posible.
Definitivamente se nota que "El ídolo" cuenta con un director con oficio detrás, pues, a diferencia de "El hombre que se llevaron", un blando y cansino batiburrillo con pretensiones de relato negro, el presente film sí es un noir visualmente deslumbrante y narrativamente atractivo e interesante, y en definitiva, una propuesta cinematográfica coherente que aprovecha sus planteamientos y fluye según sus propios términos. "El ídolo" trata sobre un actor cuya vida en apariencia perfecta se tuerce al ocurrir un crimen que le afectará íntimamente, convirtiendo sus días en sinuosas espirales por las que incluso puede descender irremediablemente hacia la locura. Además de contar con un pulso firme a la hora de ejecutar el relato y una atmósfera que mezcla hábilmente las violentas sombras del noir con un ingenioso e irónico sentido del humor (la primera escena es brillante, se darán cuenta de inmediato), "El ídolo" basa su propuesta esencialmente en sus carismáticos y convincentes personajes, los únicos que conocen y esconden la verdad, los únicos que han visto la miseria a los ojos, los únicos capaces de cruzar los límites con tal de cumplir sus objetivos, algunos más nobles que otros. Lo anterior quiere decir que, si bien alguno señalará que el argumento no es especialmente original, la principal característica del relato es el énfasis otorgado a la psicología de los personajes, a sus personalidades, al porqué de sus acciones y reacciones; la trama no es lo primordial, sino el vehículo para que estos personajes se muestren tal cual son, que se liberen de sus ataduras y queden completamente expuestos ante el resto. Por lo demás, "El ídolo" jamás se presenta ni recurre a mecanismos propios de la intriga o el misterio (bueno, quizás en el arco final, aunque vale la pena aclarar que el director utiliza este mecanismo por su ambigüedad moral y no por sus efectos: el propósito no es el giro, la revelación "inesperada", sino que la constatación de la decadencia humana de los personajes), es decir, los códigos del relato negro tienen como fin central no el ejercicio de estilo sino que el retrato y tratamiento moral del conflicto, de los personajes y del entorno que habitan. En el fondo la tensión se produce porque nosotros sabemos todo lo que pasa mientras que los personajes no, por ende, el pilar fundamental es la construcción de éstos y hacia donde se ven conducidos por sus imprevisibles y agobiadas mentes, por qué. Sumen a ello la impecable inclusión del componente psicológico al relato, lo que no significa que el director recurre a trucos de ilusionismo narrativo y formal para aparentar confusión mental o quién sabe qué cosa más, sino que permite que los mismos enajenados personajes tomen (o pierdan) el control de sus líos de faldas y negocios al no saber qué demonios ocurre alrededor de ellos, al dejarse llevar irracionalmente por emociones y fuerzas primarias, casi atávicas, más o menos como pasaba en "The Square", de Nash Edgerton, o "Blood Simple", de los hermanos Coen (la cual, para ser justos, sí tiene secuencias oníricas y surreales). Y bueno... ese realismo sucio (pero elegante... quizás "sucio" en su visión del ser humano y la vida en sociedad) también ayuda a construir y potenciar este convulso ambiente psicológico.
En definitiva, "El ídolo" es de esas historias negras la mar de entretenidas que ganan montones al construir personajes viscerales y desarrollar propuestas cinematográficas arriesgadas. Excelente film... y, como curiosidad, la actriz que interpreta a la esposa del protagonista fue, en la vida real (al momento del rodaje aún lo era), esposa del director, Pierre Chenal, cuya filmografía quiero volver a visitar lo más pronto posible.
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