Director: Alfred Hitchcock
El año pasado lo comencé con Hitchcock bajo la clara intención de ir completando su filmografía de manera calmada pero constante, lo cual falló porque durante todo el 2016 sólo vi cuatro películas suyas, lo cual es la nada misma. Esperando que este año la cosa sea diferente, retomamos la dilatada retrospectiva donde la dejamos, es decir, prácticamente en los inicios. Al menos tendremos Hitchcock por partida doble.
Además de director, Hitchcock también las hace de guionista en "Champagne", divertida y simpática comedia romántica que a primera vista brilla por su más que suficiente conjunto de enredos y equívocos sentimentales y familiares, pero que en realidad contiene gran cantidad de diversos elementos que dan cuenta del amplio y rico dominio cinematográfico que el británico ya demostraba tan tempranamente en su obra fílmica.
Primero que todo, destaca su inigualable impronta visual y sus constantes e imaginativas innovaciones formales, las cuales ya se dejaban ver en "The Ring", por ejemplo, en donde Hitchcock no sólo representaba visualmente el vértigo de los personajes con imágenes difusas y difuminadas, sino que también, al igual que en la presente, hace notable uso de la cámara subjetiva en tanto mecanismo de extrañeza e intensidad dramática (como se veía con tremebunda efectividad en "Downhill", en donde al protagonista lo acusaban falsamente de violar a una muchacha y el pobre sentía el peso de las violentas miradas de la gente); desde luego, exquisito y certero es el uso de los primeros planos (cuya razón de ser va más allá de las manidas y rancias reglas de sólo resaltar emociones, pues, como podrán ver, en varias ocasiones el director utiliza estos planos con intenciones bastante jocosas e irreverentes: fiel reflejo del espíritu de la protagonista), de las demás escalas de plano y los variados movimientos de cámara: la puesta en escena de Hitchcock es tan precisa como sutil y festiva, su filosofía narrativa es potenciar la propia naturaleza de cada film y la suya como creador: al demonio las convenciones. Continuando con las bondades de "Champagne", cómo resistirse al arrollador sentido de la comedia que Hitchcock despliega en cada rincón del film, ya sea en la construcción de personajes, atractivos y misteriosos y complejos (en tanto entes narrativos), ya sea en la escritura del relato, ágil y fluido y entretenido, ya sea en la imaginería visual de las distintas escenas, como cuando la protagonista discute seriamente con su enamorado en un tambaleante crucero que los empuja, inoportunamente a veces, hacia las paredes o el suelo de habitaciones y pasillos como si fueran muñecos de trapo, o la escena de la fiesta en París, cuando la ejecución formal de Hitchcock se une íntimamente al desbordante y corrosivo sentido del humor de la protagonista, que según la ocasión se parodia a sí misma como sufrido o solemne personaje mientras que Hitchcock se pone, aunque sea por segundos, con una atmósfera fantasmagórica o brumosa (incluso si no hay niebla). Supongo que se le dice gag visual. Más bondades: el tratamiento del relato, de los personajes y los conflictos, todo lo cual nunca se presta para la chacota (la trama será de enredos y malentendidos, pero eso no significa necesariamente que todo deba ser tonto e improvisado); al contrario, Hitchcock hábilmente escarba bajo la superficie y analiza las reacciones de sus personajes ante hechos que los descolocan y contrarían, mostrando una amplia gama de expresiones y variopintos estados de la personalidad y psicología de éstos, ya sea la euforia, la decepción e incluso la resignación. Aunque no estemos ante una intriga ni un film de suspenso propiamente tal, me ha encantado la manera en que Hitchcock se maneja con nuestras expectativas mediante un excelente pulso y sentido del tempo que realmente nos cautiva y atrapa. Por último, impecable dirección de actores y gran labor de éstos, partiendo por la protagonista, una Betty Balflour absolutamente deslumbrante; acompañada de un polifacético Gordon Harker que hace de padre y magnate (en "The Farmer's Wife" hace de desaliñado y hosco sirviente), alternando con completa naturalidad la arrogancia y la altanería con el más íntimo y cálido afecto paternal; Ferdinand Von Alten, imponente señor de misteriosas intenciones, tan elegante y seductor como extrañamente perturbador; y Jean Bradin, solvente en su rol de joven enamorado pero orgulloso.
Ante tanto elogio pensarán ustedes que "Champagne" es una obra maestra, pero no hay que ser una obra maestra para ser una película increíblemente bien hecha y completamente divertida que se disfruta de inicio a fin tanto por su exquisita calidad cinematográfica (su visionado es una verdadera delicia) como por su entretenida historia. ¿De qué trata? Pues de una muchacha que, desobedeciendo las órdenes de su millonario padre, va en busca de su enamorado en mitad del océano, lo cual será el inicio de una trama de altos y bajos, enredos y malentendidos que pondrán a prueba el fulgurante amor juvenil de estos dos tórtolos. "Champagne" es entretenimiento de calidad y nos deleita con un Hitchcock coqueto y juguetón. Yo disfruté como condenado.
Además de director, Hitchcock también las hace de guionista en "Champagne", divertida y simpática comedia romántica que a primera vista brilla por su más que suficiente conjunto de enredos y equívocos sentimentales y familiares, pero que en realidad contiene gran cantidad de diversos elementos que dan cuenta del amplio y rico dominio cinematográfico que el británico ya demostraba tan tempranamente en su obra fílmica.
Primero que todo, destaca su inigualable impronta visual y sus constantes e imaginativas innovaciones formales, las cuales ya se dejaban ver en "The Ring", por ejemplo, en donde Hitchcock no sólo representaba visualmente el vértigo de los personajes con imágenes difusas y difuminadas, sino que también, al igual que en la presente, hace notable uso de la cámara subjetiva en tanto mecanismo de extrañeza e intensidad dramática (como se veía con tremebunda efectividad en "Downhill", en donde al protagonista lo acusaban falsamente de violar a una muchacha y el pobre sentía el peso de las violentas miradas de la gente); desde luego, exquisito y certero es el uso de los primeros planos (cuya razón de ser va más allá de las manidas y rancias reglas de sólo resaltar emociones, pues, como podrán ver, en varias ocasiones el director utiliza estos planos con intenciones bastante jocosas e irreverentes: fiel reflejo del espíritu de la protagonista), de las demás escalas de plano y los variados movimientos de cámara: la puesta en escena de Hitchcock es tan precisa como sutil y festiva, su filosofía narrativa es potenciar la propia naturaleza de cada film y la suya como creador: al demonio las convenciones. Continuando con las bondades de "Champagne", cómo resistirse al arrollador sentido de la comedia que Hitchcock despliega en cada rincón del film, ya sea en la construcción de personajes, atractivos y misteriosos y complejos (en tanto entes narrativos), ya sea en la escritura del relato, ágil y fluido y entretenido, ya sea en la imaginería visual de las distintas escenas, como cuando la protagonista discute seriamente con su enamorado en un tambaleante crucero que los empuja, inoportunamente a veces, hacia las paredes o el suelo de habitaciones y pasillos como si fueran muñecos de trapo, o la escena de la fiesta en París, cuando la ejecución formal de Hitchcock se une íntimamente al desbordante y corrosivo sentido del humor de la protagonista, que según la ocasión se parodia a sí misma como sufrido o solemne personaje mientras que Hitchcock se pone, aunque sea por segundos, con una atmósfera fantasmagórica o brumosa (incluso si no hay niebla). Supongo que se le dice gag visual. Más bondades: el tratamiento del relato, de los personajes y los conflictos, todo lo cual nunca se presta para la chacota (la trama será de enredos y malentendidos, pero eso no significa necesariamente que todo deba ser tonto e improvisado); al contrario, Hitchcock hábilmente escarba bajo la superficie y analiza las reacciones de sus personajes ante hechos que los descolocan y contrarían, mostrando una amplia gama de expresiones y variopintos estados de la personalidad y psicología de éstos, ya sea la euforia, la decepción e incluso la resignación. Aunque no estemos ante una intriga ni un film de suspenso propiamente tal, me ha encantado la manera en que Hitchcock se maneja con nuestras expectativas mediante un excelente pulso y sentido del tempo que realmente nos cautiva y atrapa. Por último, impecable dirección de actores y gran labor de éstos, partiendo por la protagonista, una Betty Balflour absolutamente deslumbrante; acompañada de un polifacético Gordon Harker que hace de padre y magnate (en "The Farmer's Wife" hace de desaliñado y hosco sirviente), alternando con completa naturalidad la arrogancia y la altanería con el más íntimo y cálido afecto paternal; Ferdinand Von Alten, imponente señor de misteriosas intenciones, tan elegante y seductor como extrañamente perturbador; y Jean Bradin, solvente en su rol de joven enamorado pero orgulloso.
Ante tanto elogio pensarán ustedes que "Champagne" es una obra maestra, pero no hay que ser una obra maestra para ser una película increíblemente bien hecha y completamente divertida que se disfruta de inicio a fin tanto por su exquisita calidad cinematográfica (su visionado es una verdadera delicia) como por su entretenida historia. ¿De qué trata? Pues de una muchacha que, desobedeciendo las órdenes de su millonario padre, va en busca de su enamorado en mitad del océano, lo cual será el inicio de una trama de altos y bajos, enredos y malentendidos que pondrán a prueba el fulgurante amor juvenil de estos dos tórtolos. "Champagne" es entretenimiento de calidad y nos deleita con un Hitchcock coqueto y juguetón. Yo disfruté como condenado.
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