lunes, 5 de junio de 2017

The Leftovers - Temporada 3


Creador: Damon Lindelof & Tom Perrotta

Comenzó la semana y volvemos a los días productivos, sí señor. (Ya era hora, maldita sea). Además del último episodio de la serie que encabeza este post, hoy vi el sexto de "Amerikanische Götter" y la película que comentaré mañana (pero que debió haber ido ayer), además de terminar con "Real World/Road Rules Challenge: Inferno I". Así que... esperen... ¿ya comenzó la tercera temporada de "Fear the Walking Dead"? ¿Cómo es que yo, el sujeto más informado del mundo, no me enteré de ello? Y así como ayer comenzó el tercer ciclo de la citada serie (con un episodio doble, veo), también terminó la tercera temporada, la final, de "The Leftovers". Una serie magnífica, qué demonios. Estuvimos con ella desde el principio, y siempre defendiéndola a muerte.


"The Leftovers" es una serie difícil de describir con palabras. (Pero como ven, me las arreglé para escribir una cantidad nada desdeñable de ellas, jojo).
Todos saben ya que la premisa consiste en la desaparición del 2% de la población mundial, dejando a los no desaparecidos en un estado de alarma, de extrañeza, de luto, al borde del precipicio. Si bien la serie nunca eludió su lado, no sé, sobrenatural, místico, cósmico, etc., cualquiera podía notar que la tremebunda propuesta de Lindelof y Perrotta apuntaba al tratamiento emocional y humano de unos personajes rotos y perdidos, desorientados y confusos, engañados y decepcionados, sumidos en una ilusión o ahogados directamente en el vacío, agobiados por el sinsentido. Cada uno tenía una respuesta, o no. En cualquier caso "The Leftovers" siempre ha sido una historia de emociones primarias, nada complicado: gente que quiere ser feliz, que quiere vivir en paz, que no quiere estar sola y triste; gente que quiere creer, que quiere tener esperanza. Al principio de esta tercera temporada todo parece estar en perfecta armonía, con nuestros queridos personajes viviendo en relativa normalidad (si es que algo es normal en Jarden, el pueblo en que residen)... Pero no. Subyacentemente, las cosas siguen tambaleantes, quebradas (sumado al hecho de que la población jura y rejura que, en el séptimo aniversario de la desaparición, todos quienes se fueron volverán, lo que aumenta el estado de extrañeza y expectación), y a lo largo de los ocho episodios veremos cómo la visión de cada uno se irá desmontando y desmoronando, cómo sus vidas se van despojando de aquello que creían les otorgaba sentido o valor, para quedar desnudos, solos consigo mismos y, quizá, encontrar las respuestas que tanto quieren y necesitan, o mejor dicho el valor y el coraje para asumirlas, enfrentarlas. Así, por lo general, cada episodio está dedicado a un personaje en particular (o en mayor medida) realizando epopeyas personales, y en cada uno se logran escenas sobrecogedoramente magníficas y emocionantes (sin mencionar el negro y desfachatado sentido del humor que sale a relucir de tanto en tanto), potenciadas por la brillante banda sonora de Max Richter. Pero lo mejor es, sin duda, el episodio final... y yo que pensaba que no podría haber mejor episodio que el final de la segunda temporada... pero el de ésta es de otro mundo, una verdadera maravilla, una obra maestra, algo realmente especial.
Y para qué hablar del reparto, encabezados poderosamente por Justin Theroux (sé que es maquillaje y todo pero, ey, el tipo va a envejecer la mar de bien, ¿no?) y Carrie Coon (desaprovechadísima en la mediocre tercera temporada de "Fargo"), toda una revelación.
"The Leftovers" es una serie única y un milagro en sí mismo. Preciosa, auténtica, honesta, conmovedora y turbadora, apasionante...
"The Leftovers" los hará ser mejores personas...

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