jueves, 20 de julio de 2017

Zoológico - 2011


Director: Rodrigo Marín

Sabía que "Zoológico" fue muy mal recibida básicamente en todos lados, pero aún así quería verla porque, pensaba, a lo mejor no era mala sino que incomprendida. Pero, en efecto, es horrorosa de mala. Afortunadamente (¿?) no dura más de 70 insufribles minutos.


"Zoológico" es tan mala como los cortometrajes que por alguna razón seleccionan los profesores cada semestre.
En cualquier caso, si "Huacho", la película de ayer, narraba la vida de los cuatro miembros de una familia campesina a lo largo del día, "Zoológico", digamos, cuenta (palabra mal utilizada, pero bueno, alguna hay que usar, ¿no?) el día de tres adolescentes de clase alta, no súper-alta pero de todas formas bastante alta.
Camilo debe ser un tipo con algún tipo de problema mental que volvió de Estados Unidos y que no se siente a gusto en su casa, en el colegio, en este país; que se pone a ver videos de osos polares; que mira diez segundos de un video de adolescentes masturbándose, se pone de pie, va a la habitación de su madre, a un centímetro por hora, a robarle un calzón que luego pone en una mesa de centro, y como la erección todavía debe durarle luego de diez minutos de eterna caminata (además, ese video debe ser espectacular, considerando que diez segundos le bastan al chico para quedar prendido), se comienza a masturbar y el semen lo deja en una muestra que luego observa en su microscopio. Todo un rarito (y eso que al principio dice que odia a la sociedad... y uno pensaría que, en vez de su patética pasividad, el tipo tendría algo de actitud y energía ácrata), con razón nadie le tiene buena. Aníbal es otro inexpresivo subnormal enojado con todo que pasa el tiempo andando en skate (porque Larry Clark nos enseñó que ninguna historia de adolescentes es lo suficientemente interesante sin gente andando en skate) y que más tarde mata al perro de la casa, así porque sí, porque los cobardes siempre se aprovechan de los indefensos para demostrar que no son niñitos de papi y mami (al final los créditos dicen que ningún animal fue sometido a maltrato o crueldad... habrá que creer en ello). Belén es una muchacha que quiere trabajar en la tele y tener sexo con su novio, el cual se contenta solamente con una buena paja cortesía de la mano derecha de ella (y con el condón puesto, dios santo... estos chicos de verdad que no saben disfrutar la vida), y ella, por supuesto, no queda contenta porque, naturalmente, tener sexo debe ser algo mucho más emocionante que ver a tu novio correrse con treinta segundos de estimulación sexual disminuida por el grueso traje espacial del astronauta.
En fin, Rodrigo Marín nos sumerge en esta plana, soporífera, cansina, vacía, inocua, estática e invariable sucesión de escenas sin emoción ni conflicto, de planos gélidos y eternos que dicen muuuucho menos de lo que aparentan transmitir (¿alienación?, ¿nulidad existencial?, ¿futilidad?, ¿carencia afectiva?). Las actuaciones son pésimas (el epítome de desastroso), exceptuando quizás la decente labor de Alicia Rodríguez, que por acá apareció hace unos días en "Joven y alocada". La banda sonora es pomposa a rabiar (música clásica así por las puras) y tanto la fotografía como el montaje, y qué decir de la puesta en escena de Marín, brillan por su absoluta carencia de potencia o peso dramático y narrativo. Y no sé si la propuesta era precisamente la de no generar ningún tipo de empatía con esta gente, pero es que no sólo no genera empatía, sino que provoca rechazo y animadversión a niveles inconmensurables.
Si quieren ver un ejemplo de superficiales lugares comunes "narrados" de peor manera, sin una pizca de personalidad ni visión crítica o cinematográfica, pues bien, acá tienen "Zoológico" como manual de "cómo no hacer una película". O también pueden agarrar el libro de Orlando Lübbert y hacer todo lo contrario de lo que ahí se afirma. Nah... mejor ver buenas películas y comentarlas acá, con los amigos.
Oh, la incomprensión, el aislamiento, el mundo contra mí... ¡qué difícil es ser adolescente con plata!

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