sábado, 23 de septiembre de 2017

Lucky Number Slevin - 2006


Director: Paul McGuigan

Supongo que a partir del lunes, cuando vuelva a nadar y hacer pesas, volveré a estar en mejor forma para ver películas de verdad. Todo este asunto de la muela del juicio y del reposo y de la convalecencia y la inactividad me ha quitado agudeza mental, me ha sumido en un perpetuo estado de somnolencia (es increíble cómo la natación me despierta en todo sentido, me insufla vida y energía), sumado a que desde ayer tengo un leve pero molesto y constante dolor de cabeza, el cual lo atribuyo al hecho de que dejé de tomar las putas pastillas que durante una semana tuve que consumir (para la infección y para el dolor, aunque la boca me seguía doliendo). Por si fuera poco, acá en la casa todos fueron bendecidos con las vacaciones de septiembre, ya saben, cuando, con motivo de las fiestas patrias, algunos trabajos y universidades (los de mis padres y mi hermana) deciden darle la semana libre a sus trabajadores/estudiantes. Y no, no me gusta que haya gente en la casa: perturban la tranquilidad que necesito para ver algo sin interrupciones. Y ya ni hablar de los vecinos, los putos niños, afuera jugando en el pasaje... ¿es que no tienen consolas con las que quedarse dentro de sus casas? Oh, y claro, los quince perros que ante cualquier cosa comienzan a deleitarnos con su orquesta de ladridos. En efecto, mañana no comentaré ninguna película larga, nada de Cimino o de Tarkovsky o de Béla Tarr. ¿En qué estoy? Como ven, con "Lucky Number Slevin", película que vi por la tele en algún momento pre-blog. Pensé que sería entretenido revisarla, para no perder el día, digo yo.


Sí, en efecto, esta película me la encontré en la tele unas cuantas veces y siempre la veía, total, cualquier cosa era mejor que estudiar las basuras que en el colegio intentaban meterme por la garganta. No es que me gustara esta película, pero debo admitir que me vi sorprendido por su saludable sentido del humor y la ligereza con que abordaba esta historia de mafiosos y venganzas y supuestos equívocos. Y es que, tras un inicio plagado de escenas que no forman parte del cuerpo central del relato (pero que sí explican, o mejor dicho complementan, la razón de ser del pilar argumental), "Lucky Number Slevin" es una película bastante entretenida en la que un sujeto llamado Slevin (que perdió su trabajo el mismo día que su casa es invadida por termitas y descubre in situ a su deliciosa novia engañándolo con otro) es confundido con un tal Nick Fisher (amigo suyo que desapareció por completo y del que no se conoce nada excepto el departamento que le prestó al pobre Slevin), un perdedor que le debe gran cantidad de dinero a dos poderosos mafiosos en guerra, los cuales no perdonarán tal deuda así como así a menos que nuestro protagonista, resignado a ser confundido con alguien que no es, haga ciertos favores para librarse de tan macabro giro del destino. Así, mientras la película sigue esta lógica de comedia negra criminal, con el protagonista siendo arrastrado a la oficina de uno de los mafiosos apenas "vestido" con una toalla de baño, todo es bastante disfrutable y ameno. Sin embargo, de manera temprana y abrupta, el relato da un giro hacia algo más "oscuro" y nos revela que esta senda de equívocos no es más que un milimétrico y frío plan, y de repente el ágil y simple argumento, cuya gracia radicaba en cómo reaccionaría un tipo común y corriente ante semejante lío (el cual no paraba de agregar nuevos personajes y flancos argumentales), se convierte en una sucesión de aclaraciones y exposiciones cuya misión es hacer encajar, aunque sea con calzador, en cuarenta minutos, todo lo que vimos en los primeros quince o veinte, y que el entretenido tramo central es apenas una parte poco importante del conjunto (un simple "conector"). Tanta explicación y pieza puesta en su lugar contraviene una historia que funcionaba mejor cuando no sabíamos ni qué estaba pasando ni mucho menos qué esperar a continuación: qué tan lejos llegaría el protagonista con tal de salvarse, incluso cuando no parecía tomarse en serio la situación.
Pero, a pesar de todo esto, no les voy a mentir: la película me parece entretenida y estimable, es una buena idea pero está claramente desaprovechada, ya sea si la vemos como una irónica comedia negra criminal (me gusta su humor pero le falta mala leche, ferocidad y salvajismo para subvertir los elementos narratológicos del noir que toma prestados) o si atendemos a sus intenciones más "serias", pues el relato podía perfectamente haber sido una suerte de negro y nihilista tratado sobre la fatalidad del hombre. En vez de ello tenemos una historia que luego es otra historia que además explica la razón de tanto asesinato fuera de contexto, diluyendo su propósito en un torbellino de, bueno, ya lo dije: un torbellino de innecesarios datos duros y giros poco emocionantes. Con todo, sirve para pasar el rato en un sábado caluroso y mareado. Además aparecen Bruce Willis, Ben Kingsley, Stanley Tucci, Morgan Freeman, Lucy Liu... ¿y qué ha sido de Josh Hartnett? Lo único destacable que ha hecho esta década es "Penny Dreadful", la serie con Eva Green.

2 comentarios:

  1. ¡Ah! Te entiendo, camarada: a mí me quitaron las cuatro muelas de un tirón y luego, por si fuera poco el anquilosamiento a que me vi forzado, los malditos antibióticos me causaron el dolor de tripas más formidable de mi puta vida: literalmente tenía que acostarme como John Merrick, con el torso levantado, y si no era eso me invadía la fiebre. Una mierda, el cierre glorioso a cuatro años de dientes anárquicos.
    Me alegra haberme encontrado esta película, pues hace ya algunos años yo también la veía por la tele y, aunque nunca la pude atrapar como Dios manda, de inicio a fin, tampoco me cansaba de verla. En realidad vi el final antes que el inicio, pero eso no le quitó encanto; de hecho me dejó intrigado sobre qué tanto había pasado antes.
    En fin, ciertamente se lamenta que no hayan resuelto muy bien una historia que daba para más, sobre todo teniendo al bueno de Josh Hartnett, el bomboncito Lucy Liu y, más importante aun, Morgan Freeman como enemigo de Ben Kingsley. ¡Qué mal han aprovechado a estos dos actores, sobre todo al segundo!
    Disfruta el pretexto que te ha dado el cielo para ver películas malas de TV, pues luego uno anda saludable y con tiempo para ver cosas importantes y el cerebro no deja de pedir que el cuerpo se revuelque en basura. O al menos así me pasa a veces, je, que siento una especie de estúpida nostalgia por ese tipo de productos. Recuerdo, por ejemplo, 'Bunraku', también con Josh, 'The Butterfly Effect', '11:14' o cosas más vulgares, como 'Waiting...'. ¡Maldita infancia inculta!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Esta película se la pasa más explicándose a sí misma que dejando que su relato, sus personajes y conflictos fluyan de una manera más natural. Y qué loco que se hayan conseguido tamaño reparto. A pesar de todo se nota el oficio y la calidad de Ben Kingsley al final, cuando se da cuenta que está cagado: su sola expresión demuestra cierta aceptación pero también autoreproche, aunque cierto es que su personaje es más sensato (e inteligente) que el de Morgan Freeman, que si no se lo aclaraban se iba a la tumba pensando que Hartnett era, en efecto, el tal Nick Fisher.
      Ja, ja, siempre es bueno tener su buena dosis de "placeres culpables". En todo caso el problema de El efecto mariposa es que se nota que apunta descaradamente a un público juvenil (no sólo por Kutcher), no aprovechando la potencia de sus elementos, siendo que tiene escenas y un trasfondo ciertamente trágico que bien pudo haber dejado más huella en más cantidad de público, sin mencionar que ese final no convencionalmente feliz lo aleja del típico producto. La otra vez andaba pensando en 11:14, que quería verla otra vez. A esa no le recuerdo fallas; inspiración tarantiniana pero ejecución honesta al fin y al cabo en un relato preciso y conciso.
      El dentista me dijo que en un par de meses más habrá que sacarme la muela del otro lado... Espero llegar en buena forma, ¡no me queda otra!

      Borrar

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...