Creadores: David Lynch & Mark Frost
Director: David Lynch
Todavía quedan un par de películas de Abel Ferrara por ver, sin embargo hoy haremos una pequeña pausa para comentar la tercera temporada de "Twin Peaks", la que, al final, me tomó diez días ver y no el mes y medio que había vaticinado. Es que una vez metido en este universo es imposible salirse; demasiado adictivo y magnético, irresistible y tentador. Me han encantado estos 18 episodios. Me han parecido geniales, únicos, completamente originales. Una temporada sensacional, en definitiva. Honestamente, me siento rebosante de alegría y entusiasmo. Tanta es la euforia del momento que tengo el loco impulso de ver estos 18 episodios de nuevo (y no precisamente para "analizar" más detalladamente sus elementos misteriosos, ¡sólo por el puro placer de disfrutar de nuevo este fabuloso viaje!). No se preocupen, me pondré a ver otras cosas, pero, ciertamente, tengo todas las ganas de degustar nuevamente esta temporada. Es una actividad que les recomiendo encarecidamente.
Brillante me parece esta temporada. Es cierto que hay muchas cosas que pueden parecer innecesarias y sobrantes (lo único que se me ocurre que encaje en esta categoría es la inútil y fugaz aparición de Michael Cera como hijo de Lucy, la recepcionista de la comisaría de Twin Peaks, y Andy Brennan, el bonachón y torpe ayudante de sheriff... No sé, quizás haya algún críptico mensaje en su propósito de presentarle sus respetos al sheriff), pero es más cierto aún que "Twin Peaks" siempre se ha alejado de los cánones convencionales de narración y que, si bien hay un hilo conductor central, no todo lo que vemos debe responder al argumento principal, o ni siquiera a algún tipo de argumento, toda vez que el amplio entramado de personajes y situaciones funciona, en esencia, como una suerte de espejo deformante de nuestra propia realidad, de los conflictos y cambios que sufre la sociedad, y ya ni decir de las escenas surrealistas/oníricas/fantásticas, la mayoría de ellas perteneciente a este asunto del Black Lodge, los doppelgängers y el buen Cooper perdido en las profundidades del mal, pero, en última instancia, creaciones que acaban por trascender al argumento mismo (ya por el final nos damos cuenta que BOB es una pequeña parte de un enorme mar de oscuridad y maldad subyacente, lista para emerger a la superficie y atrapar al primer incauto) y apuntan a ser un reflejo o una representación de las pesadillas y los sueños del individuo moderno: el vacío, el monstruo de la tristeza y la ira, etc. Así, por ejemplo, cobra "más sentido" la trama de Amanda Seyfried y Caleb Landry Jones, la primera interpretando a la hija de Shelly, la camarera del Double R, y Bobby Briggs, y el segundo interpretando a su inútil y violento novio, relación bastante tormentosa y dañina que viene a reflejar un crucial problema actual. De hecho, muchas de las cosas que vemos en el pueblo de Twin Peaks pueden obtener una lectura similar: pueblo chico, infierno grande (corrupción, tráfico de drogas, delincuencia, violencia intrafamiliar y de género, etc.). También de esta forma se pueden entender de manera más cabal varios de los símbolos y metáforas visuales con que Lynch nos descoloca de vez en cuando, sin ofrecernos respuestas o explicaciones posteriores (es innecesario: la existencia de estos símbolos, como dije, se encuentran a un nivel superior del argumento; si sólo existieran para explicar algo determinado, pienso que sus respectivos significados caerían en la banalidad y la superfluidad), pero sí imborrables y potentes sensaciones.
En cualquier caso, el hilo central no puede ser más interesante: por un lado tenemos las actividades del Cooper malo (el doppelgänger, el hombre poseído por el espíritu maligno de BOB), que quiere salvar su pellejo para no tener que volver al Black Lodge; los intentos del Cooper bueno, nuestro verdadero agente especial del FBI Dale Cooper, por volver a la realidad y acabar con el mal; los seguimientos de los amigos del FBI, liderados por el Gordon Cole interpretado por David Lynch en persona, a las distintas pistas relacionadas con todo este asunto sobrenatural; las investigaciones de los policías de Twin Peaks, sobre todo del buen Hawk, que surgen luego de unos crípticos mensajes entregados por la señora del tronco, y; los extraños sucesos que toman forma tanto en el Black Lodge como en el White Lodge, con sus extrañas criaturas prestando especial atención a todo cuanto ocurre con Cooper y cía. Así es imposible no interesarse y fascinarse. Además están el resto de personajes no vinculados a este rollo paranormal pero que, desde luego, deben atender sus propios líos. Y es que, a fin de cuentas, me parece que la intención de fondo es hacer un seguimiento a la vida que han tenido estos personajes tan conocidos y queridos (y odiados, claro): los cambios, el paso del tiempo, la mutación del paisaje y de los lugares, pero también el peso del pasado, los fantasmas presentes y el proceso cíclico de la vida. Y por si fuera poco, tenemos el agrado de contar con un amplio repertorio de nuevos memorables personajes, tales como los hermanos mafiosos interpretados por James Belushi y Robert Knepper, la pareja de asesinos a sueldo conformada por Tim Roth y Jennifer Jason Leigh, Naomi Watts como ama de casa, y bueno, tantos otros que, por ser tantos, se me hace imposible nombrar algunos así a la rápida.
Esta temporada de "Twin Peaks" es todo un viaje, una experiencia única, indescriptible y completamente personal. Es Lynch puro y en plena forma, algo más calmado y parsimonioso (aunque no por ello menos intenso), pero Lynch con todas sus putas letras. Toda la trama de Dale Cooper como Dougie Jones es oro puro, desde su buena racha en el casino hasta su tierna pero efectiva ingenuidad infantil como única arma, luz y guía, ante la mierda del hombre. La acción que transcurre en Twin Peaks es puro sentimiento, no nostalgia barata pero sí una oda al paso del tiempo (gran escena esta: cuando Bobby se pone a llorar al ver el retrato de Laura Palmer). La trama de Lynch y compañía, así como de los distintos criminales que van de allá para acá, es una lección de comedia negra (la escena de Tim Roth y Jennifer Jason Leigh contra el vecino enojado es... uf, inmejorable. O la de los gallitos -vencidas, pulseadas, etc.-). Pero qué digo: la temporada completa es un delicioso, encantador y perturbador cóctel de surrealismo, drama social/psicológico, comedia negra, thriller criminal, fantasía, humanismo, imaginación sin límites... Y lo mejor es que el conjunto nunca pierde un ápice de coherencia interna, de integridad artística... Es una cosa decididamente extraña y peculiar pero absolutamente exquisita y fabulantástica.
Y el baile de Audrey Horne, y la mirada diáfana del gran Harry Dean Stanton, y la bondad de Andy Brennan, y el corazón puro de Dale Cooper/Dougie Jones, y los números musicales en el Roadhouse (¡qué variedad de artistas!), y la bella sonrisa de James Hurley, y el discurso reivindicatorio de Lynch, y Dale Cooper salvando a..., y el episodio final, tan abatido, elegíaco, lleno de desazón... ¡Pero qué temporada más inolvidable! ¡Grandiosa "Twin Peaks: The Return"!
Brillante me parece esta temporada. Es cierto que hay muchas cosas que pueden parecer innecesarias y sobrantes (lo único que se me ocurre que encaje en esta categoría es la inútil y fugaz aparición de Michael Cera como hijo de Lucy, la recepcionista de la comisaría de Twin Peaks, y Andy Brennan, el bonachón y torpe ayudante de sheriff... No sé, quizás haya algún críptico mensaje en su propósito de presentarle sus respetos al sheriff), pero es más cierto aún que "Twin Peaks" siempre se ha alejado de los cánones convencionales de narración y que, si bien hay un hilo conductor central, no todo lo que vemos debe responder al argumento principal, o ni siquiera a algún tipo de argumento, toda vez que el amplio entramado de personajes y situaciones funciona, en esencia, como una suerte de espejo deformante de nuestra propia realidad, de los conflictos y cambios que sufre la sociedad, y ya ni decir de las escenas surrealistas/oníricas/fantásticas, la mayoría de ellas perteneciente a este asunto del Black Lodge, los doppelgängers y el buen Cooper perdido en las profundidades del mal, pero, en última instancia, creaciones que acaban por trascender al argumento mismo (ya por el final nos damos cuenta que BOB es una pequeña parte de un enorme mar de oscuridad y maldad subyacente, lista para emerger a la superficie y atrapar al primer incauto) y apuntan a ser un reflejo o una representación de las pesadillas y los sueños del individuo moderno: el vacío, el monstruo de la tristeza y la ira, etc. Así, por ejemplo, cobra "más sentido" la trama de Amanda Seyfried y Caleb Landry Jones, la primera interpretando a la hija de Shelly, la camarera del Double R, y Bobby Briggs, y el segundo interpretando a su inútil y violento novio, relación bastante tormentosa y dañina que viene a reflejar un crucial problema actual. De hecho, muchas de las cosas que vemos en el pueblo de Twin Peaks pueden obtener una lectura similar: pueblo chico, infierno grande (corrupción, tráfico de drogas, delincuencia, violencia intrafamiliar y de género, etc.). También de esta forma se pueden entender de manera más cabal varios de los símbolos y metáforas visuales con que Lynch nos descoloca de vez en cuando, sin ofrecernos respuestas o explicaciones posteriores (es innecesario: la existencia de estos símbolos, como dije, se encuentran a un nivel superior del argumento; si sólo existieran para explicar algo determinado, pienso que sus respectivos significados caerían en la banalidad y la superfluidad), pero sí imborrables y potentes sensaciones.
En cualquier caso, el hilo central no puede ser más interesante: por un lado tenemos las actividades del Cooper malo (el doppelgänger, el hombre poseído por el espíritu maligno de BOB), que quiere salvar su pellejo para no tener que volver al Black Lodge; los intentos del Cooper bueno, nuestro verdadero agente especial del FBI Dale Cooper, por volver a la realidad y acabar con el mal; los seguimientos de los amigos del FBI, liderados por el Gordon Cole interpretado por David Lynch en persona, a las distintas pistas relacionadas con todo este asunto sobrenatural; las investigaciones de los policías de Twin Peaks, sobre todo del buen Hawk, que surgen luego de unos crípticos mensajes entregados por la señora del tronco, y; los extraños sucesos que toman forma tanto en el Black Lodge como en el White Lodge, con sus extrañas criaturas prestando especial atención a todo cuanto ocurre con Cooper y cía. Así es imposible no interesarse y fascinarse. Además están el resto de personajes no vinculados a este rollo paranormal pero que, desde luego, deben atender sus propios líos. Y es que, a fin de cuentas, me parece que la intención de fondo es hacer un seguimiento a la vida que han tenido estos personajes tan conocidos y queridos (y odiados, claro): los cambios, el paso del tiempo, la mutación del paisaje y de los lugares, pero también el peso del pasado, los fantasmas presentes y el proceso cíclico de la vida. Y por si fuera poco, tenemos el agrado de contar con un amplio repertorio de nuevos memorables personajes, tales como los hermanos mafiosos interpretados por James Belushi y Robert Knepper, la pareja de asesinos a sueldo conformada por Tim Roth y Jennifer Jason Leigh, Naomi Watts como ama de casa, y bueno, tantos otros que, por ser tantos, se me hace imposible nombrar algunos así a la rápida.
Esta temporada de "Twin Peaks" es todo un viaje, una experiencia única, indescriptible y completamente personal. Es Lynch puro y en plena forma, algo más calmado y parsimonioso (aunque no por ello menos intenso), pero Lynch con todas sus putas letras. Toda la trama de Dale Cooper como Dougie Jones es oro puro, desde su buena racha en el casino hasta su tierna pero efectiva ingenuidad infantil como única arma, luz y guía, ante la mierda del hombre. La acción que transcurre en Twin Peaks es puro sentimiento, no nostalgia barata pero sí una oda al paso del tiempo (gran escena esta: cuando Bobby se pone a llorar al ver el retrato de Laura Palmer). La trama de Lynch y compañía, así como de los distintos criminales que van de allá para acá, es una lección de comedia negra (la escena de Tim Roth y Jennifer Jason Leigh contra el vecino enojado es... uf, inmejorable. O la de los gallitos -vencidas, pulseadas, etc.-). Pero qué digo: la temporada completa es un delicioso, encantador y perturbador cóctel de surrealismo, drama social/psicológico, comedia negra, thriller criminal, fantasía, humanismo, imaginación sin límites... Y lo mejor es que el conjunto nunca pierde un ápice de coherencia interna, de integridad artística... Es una cosa decididamente extraña y peculiar pero absolutamente exquisita y fabulantástica.
Y el baile de Audrey Horne, y la mirada diáfana del gran Harry Dean Stanton, y la bondad de Andy Brennan, y el corazón puro de Dale Cooper/Dougie Jones, y los números musicales en el Roadhouse (¡qué variedad de artistas!), y la bella sonrisa de James Hurley, y el discurso reivindicatorio de Lynch, y Dale Cooper salvando a..., y el episodio final, tan abatido, elegíaco, lleno de desazón... ¡Pero qué temporada más inolvidable! ¡Grandiosa "Twin Peaks: The Return"!
Tan portentoso era el tono enigmático con que se conducían los episodios que empecé a temer cuando Lynch se puso (aparentemente) muy explicativo. Mis esperanzas recaían en que la serie nunca perdiera ese misterio y esa eterna ausencia de resoluciones, esa prolongación de los encuentros entre personajes... Y nos dan ese final. Todavía no sé cómo sentirme al respecto. Creo que es al mismo tiempo definitivo, abierto y una oportunidad para borrón y cuenta nueva o continuación. Tremendo. Si Lynch ya no hace otro filme, al menos nos habrá dejado esta... esta especie de película que salió del Black Lodge en 18 pedacitos.
ResponderBorrarEn efecto podría considerarse una película: se escribió y rodó sin divisiones episódicas, lo cual se hizo solamente llegado el momento del montaje. Lo gracioso es que el presidente de Showtime, la cadena que apoyó esta empresa, decía, más o menos, "Lynch tiene total libertad. No sé cuántos episodios serán, ya veremos, que salga lo que tenga que salir". Así daría gusto trabajar, ¿no?
BorrarEs paradójico, porque del final me parece hermosa la idea de que Cooper salve a Laura Palmer de tan terrible destino. Pero por otro lado tenemos esa atmósfera derrotada, contrariada, desilusionada... Es una jugada valiente y dura.
Lynch dijo que se demoró cuatro años y medio en escribir y rodar esta temporada. Ojalá siga viviendo unos quince años más, ¡por lo menos!, así nosotros seguiremos adentrándonos en los misterios de este fascinante universo. Yo creo que hay más ahí. Debe haberlo.
Estaba pensando, ahora que me puse a ver varias escenas en youtube, sobre todo a partir del sueño que Lynch tiene con Monica Bellucci (qué lujo, ¿eh?), en donde ella dice "Somos como el soñador que sueña y que luego vive dentro del sueño... Pero, ¿quién es el soñador?" ¿Podría ser que todo lo que vemos, el misterio de Laura Palmer y sus múltiples ramificaciones, sea un sueño y que el soñador sea Cooper? ¿Que el último episodio sea el despertar y por eso se siente tan "normal", tan sucio, tan real, tan sin cosas raras, sin mencionar que por ello la mujer esa no sea Laura Palmer y esa casa no sea su casa? ¿O será que ese episodio es un sueño que se torna pesadilla al final, cuando no llega el momento deseado, la reunión familiar?, ¿por eso explota la luz y llega la oscuridad? ¿Es una secuencia similar al baile de Audrey Horne? ¿Será que en realidad hay muchos soñadores, muchos sueños y pesadillas, muchos despertares?
BorrarCada vez pienso más que "Twin Peaks" T3 es una genialidad única en su especie...