Director: Jack Arnold
Rápidamente: estos últimos días me dieron ganas de ver "Espíritu de lucha" (Hajime No Ippo), así que me vi todos sus 75 episodios, desde que el protagonista era un pobre muchacho que sufría bullying hasta que se convierte en el campeón de su categoría en boxeo. Sólo diré que es una serie tremendamente inspiradora y que su protagonista, Ippo Makunouchi, un verdadero héroe. Ahora bien, ¿recuerdan que hace un par de días, mientras comentaba "The Beat Generation" manifesté mi interés por "Man in the Shadow", un western dirigido por Jack Arnold? Pues bien, no me pude aguantar y acá me tienen, comentando el western dirigido por Jack Arnold, "Man in the Shadow".
"Man in the Shadow" es un western contemporáneo que toma prestado varios códigos del noir, así como su estructura, para contarnos una historia cargada de crítica social que apunta específicamente a la xenofobia, el racismo y el clasismo. Todo comienza una noche cuando, en uno de estos ranchos en donde los dueños hacen literalmente lo que quieren (se pueden pasar la ley por el forro como si nada), dos empleados de confianza del jefe irrumpen en las cabañas de los obreros, mexicanos todos, para darle una paliza a uno en particular. A los hombres de confianza se les va la mano y el mexicano muere, pero oye, era un mexicano nada más. Eso sí, uno de los colegas del difunto estaba ahí para presenciar el hecho y, aún con la imagen de su amigo siendo asesinado viva en los ojos, al otro día acude al sheriff local para avisarle del crimen. Jeff Chandler, que interpreta al sheriff, piensa que el mexicano debe estar exagerando o algo así, que la gente de los ranchos siempre son un pan de dios. Pero es su deber investigar y poco a poco se irá convenciendo del testimonio del trabajador a medida que experimente, de primera mano, no sólo una serie de obstáculos ligados a la corrupción política y económica sino que también al desprecio generalizado para con la muerte de un extranjero (¿por qué vale la pena investigar la muerte de un 'espalda mojada'?, ¿para qué arriesgarse a que el dueño del rancho se enoje y se cambie de ciudad, llevándose los beneficios, por un don nadie?), todo lo cual le muestra cuán podrido está el sistema y cuán dormida, domesticada y comprada está la gente. La escalada de indignación y de impune violencia explota cuando Jeff Chandler, luego de ser arrastrado por las calles atado a un vehículo conducido por los secuaces del jefe negrero (interpretado por Orson Welles, no menos), reaccione con ira ante el estupor de sus colegas y amigos: "¿Atónitos? ¿Ustedes, gente decente, están atónitos? ¿Por qué?, ¿por que mi nombre es Ben Sadler, en vez de Juan Martín?, ¿por qué soy un contribuyente en vez de un temporero? ¡Por fin están atónitos! El asesinato ni los inmutó, ¡¿pero se sienten atónitos cuando entran al pueblo disparando al aire y rompiendo ventanas caras!?". ¿Se puede ser más elocuente?
Sin embargo, a pesar de la fuerza y la potente honestidad de su discurso, el relato no va más allá de la corrección y la efectividad narrativa, dando como resultado una buena película con dos o tres grandes escenas, sin duda alguna, pero con elementos narratológicos (personajes bien delineados pero poco profundos, poco humanos, grises vehículos de grandes palabras) que no están a la altura, en términos de intensidad y pasión, del mensaje de fondo. No digo que no se vayan a sentir impotentes ante ciertas situaciones, ciertas palabras, y que no se van a indignar ante el descaro de varios personajes, porque la película está bien dirigida y logra meterte en la historia, en lo que implica, pero aún así el conjunto no me resulta del todo memorable, como si faltara algo. Quizás le faltó fuerza bruta a la ejecución formal, o quizás, esto me hace más sentido, le faltó ferocidad al guión; el final sabe a poco, se siente suave e indulgente... será, con toda seguridad, que la intención no es promover la violencia en masa ni la justicia tomada por propia mano, pero a veces hay que atreverse a darse el gusto de ser despiadado con aquellos que destruyen sin compasión y por placer todo lo que se les cruza por delante. "Wind River" lo hizo así, pero porque habla de la ley de la naturaleza y no la del hombre. En cualquier caso los antagonistas de ésta la sacaron barata. A lo mejor faltó desempolvarse de unos cuantos lugares comunes, pero tampoco llegaremos a ningún lado así...
De todas maneras estamos ante una muy buena película, sólida propuesta western-noir que además tiene el plus de traer rabia consigo, aunque contenida y no explotada. Un ejemplo de concisión, además: el metraje no supera los ochenta minutos. En definitiva, un imperdible. Mañana se viene otro western de Jack Arnold, así que ojo...
...demonios, ¿por qué me siento tan cansado los viernes?
"Man in the Shadow" es un western contemporáneo que toma prestado varios códigos del noir, así como su estructura, para contarnos una historia cargada de crítica social que apunta específicamente a la xenofobia, el racismo y el clasismo. Todo comienza una noche cuando, en uno de estos ranchos en donde los dueños hacen literalmente lo que quieren (se pueden pasar la ley por el forro como si nada), dos empleados de confianza del jefe irrumpen en las cabañas de los obreros, mexicanos todos, para darle una paliza a uno en particular. A los hombres de confianza se les va la mano y el mexicano muere, pero oye, era un mexicano nada más. Eso sí, uno de los colegas del difunto estaba ahí para presenciar el hecho y, aún con la imagen de su amigo siendo asesinado viva en los ojos, al otro día acude al sheriff local para avisarle del crimen. Jeff Chandler, que interpreta al sheriff, piensa que el mexicano debe estar exagerando o algo así, que la gente de los ranchos siempre son un pan de dios. Pero es su deber investigar y poco a poco se irá convenciendo del testimonio del trabajador a medida que experimente, de primera mano, no sólo una serie de obstáculos ligados a la corrupción política y económica sino que también al desprecio generalizado para con la muerte de un extranjero (¿por qué vale la pena investigar la muerte de un 'espalda mojada'?, ¿para qué arriesgarse a que el dueño del rancho se enoje y se cambie de ciudad, llevándose los beneficios, por un don nadie?), todo lo cual le muestra cuán podrido está el sistema y cuán dormida, domesticada y comprada está la gente. La escalada de indignación y de impune violencia explota cuando Jeff Chandler, luego de ser arrastrado por las calles atado a un vehículo conducido por los secuaces del jefe negrero (interpretado por Orson Welles, no menos), reaccione con ira ante el estupor de sus colegas y amigos: "¿Atónitos? ¿Ustedes, gente decente, están atónitos? ¿Por qué?, ¿por que mi nombre es Ben Sadler, en vez de Juan Martín?, ¿por qué soy un contribuyente en vez de un temporero? ¡Por fin están atónitos! El asesinato ni los inmutó, ¡¿pero se sienten atónitos cuando entran al pueblo disparando al aire y rompiendo ventanas caras!?". ¿Se puede ser más elocuente?
Sin embargo, a pesar de la fuerza y la potente honestidad de su discurso, el relato no va más allá de la corrección y la efectividad narrativa, dando como resultado una buena película con dos o tres grandes escenas, sin duda alguna, pero con elementos narratológicos (personajes bien delineados pero poco profundos, poco humanos, grises vehículos de grandes palabras) que no están a la altura, en términos de intensidad y pasión, del mensaje de fondo. No digo que no se vayan a sentir impotentes ante ciertas situaciones, ciertas palabras, y que no se van a indignar ante el descaro de varios personajes, porque la película está bien dirigida y logra meterte en la historia, en lo que implica, pero aún así el conjunto no me resulta del todo memorable, como si faltara algo. Quizás le faltó fuerza bruta a la ejecución formal, o quizás, esto me hace más sentido, le faltó ferocidad al guión; el final sabe a poco, se siente suave e indulgente... será, con toda seguridad, que la intención no es promover la violencia en masa ni la justicia tomada por propia mano, pero a veces hay que atreverse a darse el gusto de ser despiadado con aquellos que destruyen sin compasión y por placer todo lo que se les cruza por delante. "Wind River" lo hizo así, pero porque habla de la ley de la naturaleza y no la del hombre. En cualquier caso los antagonistas de ésta la sacaron barata. A lo mejor faltó desempolvarse de unos cuantos lugares comunes, pero tampoco llegaremos a ningún lado así...
De todas maneras estamos ante una muy buena película, sólida propuesta western-noir que además tiene el plus de traer rabia consigo, aunque contenida y no explotada. Un ejemplo de concisión, además: el metraje no supera los ochenta minutos. En definitiva, un imperdible. Mañana se viene otro western de Jack Arnold, así que ojo...
...demonios, ¿por qué me siento tan cansado los viernes?
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