Director: Anthony Mann
¿Ciclo de westerns? Ojalá resulte así. Hace meses vimos "Winchester '73", el primero de los westerns en el que Anthony Mann y James Stewart colaboraron, así que hoy continuamos con el segundo que los reunió: "Bend of the River".
"Bend of the River" es un excelente, honesto y transparente western tradicional en el que James Stewart interpreta a un habilidoso vaquero de turbio pasado, muy probablemente ubicado en las brumas del lado opuesto de la ley, quien de todas formas parece haber dejado aquellos insensatos días atrás y que ahora lo vemos guiando a un grupo de granjeros colonizadores en el camino a las tierras que serán su nuevo hogar, cuidando que lleguen a salvo y protegiendo a la gente de toda clase de peligros, sean indios, bandidos o simples personas consumidas por el fuego de la codicia. Toda una aventura la que Stewart y los colonizadores deben sortear, y es que los peligros no necesariamente se esconden en la desafiante diversidad de la geografía: ¿qué puede ser más traicionero?, ¿una empinada montaña, nieves impredecibles o lo impredecible del ser humano reducido a instintos atávicos? Tal como en "Winchester '73" (el rifle como testigo de variedad de acontecimientos históricos o dinámicas socio-políticas), la presente película también se permite incluir cierto historicismo al relato, dando una visión de la historia (moral) estadounidense así como también de la naturaleza del hombre. Por ejemplo, instalado el conflicto entre personas correctas, conducidas por un estricto sentido del deber y del honor o el respeto, y sabandijas que venderían a su propia madre por un puñado de dólares, el contexto en el que se enmarca la trama es una de las tantas fiebres del oro que hicieron ebullición en el viejo oeste, fiebre que, más que esplendor, trajo consigo la usura, la inflación, la corrupción y, en definitiva, un proto-crimen organizado, mientras, por el otro lado, en otra clase de personas, el país busca crecer alimentándose de las bondades de la tierra y del trabajo honrado. Sentadas las bases de este western tradicional, lo que podemos apreciar es un relato sólidamente construido, con personajes perfectamente definidos en su ambigüedad o estrechez moral, dibujados en su justa medida (dejando al misterio determinadas claves), y variedad de tramas que se acoplan sin problema, manteniendo un ritmo dinámico y constante, a la premisa fundamental del film, que es, como dije, la lucha de la ética y los valores fundacionales contra la perversión y la debilidad del hombre. Por suerte, a veces hay sujetos como el interpretado por Stewart para proteger a aquellos que no están curtidos en la violencia y en el abuso.
James Stewart está genial en su rol (cuando se pone letal e implacable para sus cosas es para mojar las bragas) y básicamente todos, aprovechando los elocuentes pero también sutiles rasgos distintivos de cada personaje. También aparece un joven Rock Hudson interpretando a un bonachón apostador profesional, y Arthur Kennedy construye a un personaje de inquietante y poco confiable mirada, no obstante su relativamente amigable y amable rostro. Por lo demás, aparte de demostrar mano firme y ojo preciso para la puesta en escena, Anthony Mann también hace gala de una sencillez y una modesta sensibilidad que se puede apreciar, por mencionar sólo un ejemplo, en la breve pero bella escena de la despedida del barco que zarpa por el Mississippi. Es que en el western también hay que saber cómo filmar el paisaje y la mística que guarda.
Muy buena, muy recomendable. Así da gusto, maldición.
James Stewart está genial en su rol (cuando se pone letal e implacable para sus cosas es para mojar las bragas) y básicamente todos, aprovechando los elocuentes pero también sutiles rasgos distintivos de cada personaje. También aparece un joven Rock Hudson interpretando a un bonachón apostador profesional, y Arthur Kennedy construye a un personaje de inquietante y poco confiable mirada, no obstante su relativamente amigable y amable rostro. Por lo demás, aparte de demostrar mano firme y ojo preciso para la puesta en escena, Anthony Mann también hace gala de una sencillez y una modesta sensibilidad que se puede apreciar, por mencionar sólo un ejemplo, en la breve pero bella escena de la despedida del barco que zarpa por el Mississippi. Es que en el western también hay que saber cómo filmar el paisaje y la mística que guarda.
Muy buena, muy recomendable. Así da gusto, maldición.
...de verdad el dinero no vale tanto...
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