miércoles, 4 de abril de 2018

The Last Frontier - 1955


Director: Anthony Mann

Se supone que hoy iba a comentar la opera prima de Valeria Bruni Tedeschi, última etapa en esta retrospectiva a su breve filmografía, pero no me había percatado que la copia que tenía era de tan baja calidad, y habiendo mejores, mejor esperar a conseguir dichos archivos. Mañana, entonces, sí que sí. Como tuve que reaccionar rápido, y como hace demasiado tiempo que vengo intentando ver los westerns de Anthony Mann, naturalmente me incliné por ver "The Last Frontier", de hora y media de duración, del año 1955, protagonizado por Victor Mature, y con una "irreconocible" (yo no la reconocí hasta que al final -ni siquiera al principio- me fijé bien en los créditos... es que andaba rubia y yo siempre la he visto con el pelo oscuro) Anne Bancroft. Ya, ya ¿y qué tal?


"The Last Frontier" es un western que se ve sin pena ni gloria pero que logra mantenerse a flote, e incluso dejarte con sensaciones positivas al final, gracias a la puesta en escena de Anthony Mann, un director que definitivamente sabe generar tensión, sabe rodar batallas y, por supuesto, crear breves pero bonitos (y elocuentes) momentos de poesía visual. El mayor achaque se lo hago al esquemático y poco inspirado guión en donde todo es exactamente lo que parece, y sin embargo Mann, amén de su siempre certera dirección de actores y de su ya mencionado dominio del lenguaje cinematográfico (algunas imágenes suyas rozan la belleza pictórica... y qué manera de crear espacios panorámicos: realmente imponentes), logra que este relato, descafeinado en el papel (y repleto de lugares comunes), se impregne de una justa y suficiente emoción aventurera que por el final, a pesar de su previsible y manido final feliz, aumenta de tal forma que uno queda con la impresión de que, en efecto, se acaba de ver una buena historia. Hasta hay espacio para ciertas reflexiones sobre el salvajismo y la barbarie, sobre la civilización y cuán difusos son los límites de cada estad(i)o, y cuán inseparables son en toda sociedad-comunidad-loquesea (sean indios, sean militares gringos, etc.).
La historia va sobre Victor Mature, un hombre que al parecer ha vivido toda su vida al aire libre, en las montañas, lejos de lo establecido y de las normas sociales de un Estados Unidos aún en guerra consigo mismo. Por esas cosas de la vida, Mature se ve envuelto en un enfrentamiento entre indios, que no quieren que el hombre blanco invada sus dominios, y el ejército estadounidense (o los restos que no se encuentran batallando en la Guerra Civil), que por supuesto quiere expandir sus fronteras (nótese que este término se utiliza más allá del mero significado territorial). Por alguna razón, Mature quiere ser parte del ejército (aunque claramente no tiene madera de soldado: ¿de dónde va a sacar la disciplina, habiendo vivido a sus anchas toda la vida?); los soldados están al mando de un insensato coronel cegado por los delirios de grandeza y el deseo de matar ("¿cómo es posible que ese hombre sea civilizado?"); y Mature, además, está enamorado de la esposa del coronel loco, interpretada por la mentada Bancroft (que tampoco hace gala de su poderío interpretativo: papel muy menor este), por lo que debe hacerse a la idea de "civilizarse". Ya pueden imaginarse la clase de previsibles conflictos, dramas y triángulos amorosos que se van a generar; así, el guión desaprovecha bastante recursos como el espacio único (gran parte del metraje ocurre dentro de los muros del fuerte asediado por indios) y el hervidero de tensiones y desprecios, aunque como dije, Mann logra paliar bastantes falencias escriturales con su buen dominio del tiempo y del espacio.
Por último, no obstante alabo la fotografía de día (los encuadres, sobre todo), qué mala es la fotografía nocturna o con escasa luz, por dios: había partes en que casi ni se podían distinguir las siluetas, o los malditos rostros, de los personajes, perdiendo la oportunidad, otra vez, de sacarle partido al rico uso de claroscuros que usualmente despliega Mann (que no se olvide que el hombre comenzó dirigiendo gran cantidad de cine negro).
En resumen, "The Last Frontier" es un western efectivo y sólido que cumple lo que promente, y que si sobresale y/o deja gratas impresiones al terminar el visionado, es porque tiene un director de primera categoría y porque el papel de Victor Mature es la mar de simpático y agradable, y de hecho el tono general es bastante ligero, casi como si fuera un western en clave comedia. Pero, en efecto, si no fuera por Anthony Mann, probablemente estaríamos ante algo bastante olvidable y, quién sabe, desastroso. Todo salió mejor de lo esperado, para qué amargarse solo.

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