Director: Takeshi Kitano
Vamos con calma pero vamos en serio con esto de ver la filmografía de Takeshi Kitano. Su penúltima película es "Ryuzo y sus siete secuaces" y la estrenó entre medio de la segunda y la tercera parte de su trilogía "Outrage". Dicen que lo próximo es una película romántica, basada en una novela de su propia autoría, que contará con escenas de animación (otros dicen que será un animé de inicio a fin). Y acabo de ver que Kitano dejó la productora que él mismo fundó más o menos a finales de los ochenta. Por un momento pensé que se retiraba del rubro y hasta me hacía sentido habiendo visto el final de "Outrage Coda", pero parece que Kitano, alegrémonos por ello, seguirá activo por un buen rato más. Demonios, un ya lejano amigo de la puta universidad de mierda es gran admirador suyo y cómo me encantaría hablar de esta película con él.
En "Ryuzo y sus siete secuaces" nuevamente vemos tratado el tema de la vejez y de los tiempos que se fueron para no volver, los cuales ya estaban presentes en la fallida "Outrage Beyond" y que se convierten en el alma de "Outrage Coda". Me pregunto cuánto influyó "Ryuzo y...", en tanto contenido e impulso dramático-argumental, en la entrega final de dicha trilogía yakuza. En "Ryuzo y...", Kitano nos cuenta la historia de Ryuzo, yakuza ya retirado que lleva una apacible aunque algo aburrida vida, alojando en la casa de su hijo, casado y padre de un hijo, y completamente ajeno y reticente a todo lo que su padre fue y representa. Ryuzo, sin embargo, sigue recordando con fruición y orgullo sus días de yakuza. Un intento de estafa telefónica (el típico cuento del tío: algún pobre diablo se hace pasar por un miembro de la familia, que llama a algún pobre despistado pidiendo grandes sumas de dinero que puedan salvarlo de una improbable emergencia. A veces, por desgracia, quien contesta cae en la trampa) hará que Ryuzo tome la determinación de reunir a sus antiguos compañeros yakuza, todos viejos y solos como él, para así recuperar la gloria perdida con el paso del tiempo y los cambios en la sociedad. Como en "Outrage Beyond" y "...Coda", acá se habla de yakuzas de la vieja escuela, con un sentido del honor y códigos que ya no se prodigan; de hecho, los yakuza ya ni siquiera representan lo que alguna vez representaron y son vistos, porque la pérdida de códigos así también lo demuestra, como viles matones y criminales comunes y corrientes guiados únicamente por las posibles ganancias económicas. Estos viejos en particular causan risa a los pendencieros de cuarta. Ryuzo y los suyos, así las cosas, no dejan de chocar con una corporación que, claro, no será ilegal en tanto crimen organizado, pero que, irónicamente, manejan sus negocios con la misma brutalidad e inclemencia que los yakuza, dedicándose sobre todo al préstamo de dinero (créditos, usura) y a la venta de artículos milagrosos que al final no cumplen ni mierda de lo prometido (y pobre de ti que vayas a reclamar). Es el capitalismo salvaje, amigas y amigos, que a lo mejor no te corta dedos o rompe las costillas, pero demonios, cómo derrumba a la gente a veces. No deja de ser elocuente la forma en que Kitano compara el modus operandi de los yakuza con el de estos respetables (eufemismo para repugnantes) hombres de negocio, desalmados tiburones impulsados por el olor de la sangre. Y cuando estos viejos arruinen demasiadas veces sus sucios chanchullos, la corporación esa no dudará en recurrir a métodos violentos o, justamente, mafiosos, sólo que hay algo que la edad no ha marchitado en estos viejos: su espíritu, su furia, su honor.
En todo caso, no obstante la contundencia del discurso de Kitano (de esa parte al menos, la más social y política), "Ryuzo y..." es una comedia. Una brillante comedia. Una hilarante, delirante y surreal comedia. Una comedia realmente genial. Tiene escenas y gags de antología. Sin embargo lo anterior, esta película también es profundamente triste; debajo de todo el negro (pero también blanco) sentido del humor que posee Kitano, hay también un hondo pozo de amargura. Y algo de furia. Es el perro rabioso de Kitano expresándose a través de la comedia.
No es que Kitano defienda a los yakuza, después de todo ellos también son criminales; quizás esté hilando fino, o quizás no esté recurriendo a los mejores argumentos o palabras, pero todo el asunto de los yakuza le sirve a Kitano para reflexionar en torno al fin de las cosas, al paso del tiempo, incluso para hablar de sí mismo, no sé. Él se está haciendo viejo en este mundo que "crece" (pero no madura) demasiado rápida y vertiginosamente, que lo... ¿está obligando a despedirse, a retirarse? Quizás esté hablando de la fidelidad a uno mismo, de la coherencia con uno mismo, de la valentía para ser uno mismo hasta el final, algo que tienen sus personajes, estos personajes, dispuestos a caer si caen en su propia ley en vez de dejarse vencer siendo unos sucios domesticados. Al demonio el resto, que se pudra el resto. Después de todo, la yakuza es lo único que estos personajes tienen. Kitano habla de los principios en los tiempos en que el dinero todo lo puede comprar o cambiar a su antojo; o no el dinero, sino otro tipo de divisas: fama, reconocimiento, me-gustas, seguidores, etc. No señor: no dejemos que el mundo, que el sistema o lo-que-sea doblegue nuestros espíritus.
El caso es que "Ryuzo y..." es una auténtica obra maestra, brillantemente interpretada por unos actores en estado de gracia (especialmente el protagonista, Tatsuja Fuyi, también protagonista de, por ejemplo, "El imperio de los sentidos" de Nagisa Oshima), una banda sonora sensacional (a cargo de Keiichi Suzuki) y dirigida como sólo el gran Takeshi Kitano sabe hacerlo, con humor, pero también con mirada y mano implacables, al hueso y con una fuerza arrolladora. Será una amena y conmovedora comedia, pero sigo viendo, y sintiendo, mucha furia subyacente, como me gusta en un director de cine y en una película. A todo esto, y esperando que no se tomen todo tan literal, "Ryuzo y..." y el sentido de la comedia que en ella despliega Kitano me ha recordado a John Ford, particularmente "Tobacco Road". Ya me dirán qué piensan ustedes.
En fin... lo cierto, lo único que no me podrán discutir es que con "Ryuzo y..." tendrán una experiencia maravillosa y endiabladamente divertida. Disfrútenla,
y que tengan buen fin de semana.
En "Ryuzo y sus siete secuaces" nuevamente vemos tratado el tema de la vejez y de los tiempos que se fueron para no volver, los cuales ya estaban presentes en la fallida "Outrage Beyond" y que se convierten en el alma de "Outrage Coda". Me pregunto cuánto influyó "Ryuzo y...", en tanto contenido e impulso dramático-argumental, en la entrega final de dicha trilogía yakuza. En "Ryuzo y...", Kitano nos cuenta la historia de Ryuzo, yakuza ya retirado que lleva una apacible aunque algo aburrida vida, alojando en la casa de su hijo, casado y padre de un hijo, y completamente ajeno y reticente a todo lo que su padre fue y representa. Ryuzo, sin embargo, sigue recordando con fruición y orgullo sus días de yakuza. Un intento de estafa telefónica (el típico cuento del tío: algún pobre diablo se hace pasar por un miembro de la familia, que llama a algún pobre despistado pidiendo grandes sumas de dinero que puedan salvarlo de una improbable emergencia. A veces, por desgracia, quien contesta cae en la trampa) hará que Ryuzo tome la determinación de reunir a sus antiguos compañeros yakuza, todos viejos y solos como él, para así recuperar la gloria perdida con el paso del tiempo y los cambios en la sociedad. Como en "Outrage Beyond" y "...Coda", acá se habla de yakuzas de la vieja escuela, con un sentido del honor y códigos que ya no se prodigan; de hecho, los yakuza ya ni siquiera representan lo que alguna vez representaron y son vistos, porque la pérdida de códigos así también lo demuestra, como viles matones y criminales comunes y corrientes guiados únicamente por las posibles ganancias económicas. Estos viejos en particular causan risa a los pendencieros de cuarta. Ryuzo y los suyos, así las cosas, no dejan de chocar con una corporación que, claro, no será ilegal en tanto crimen organizado, pero que, irónicamente, manejan sus negocios con la misma brutalidad e inclemencia que los yakuza, dedicándose sobre todo al préstamo de dinero (créditos, usura) y a la venta de artículos milagrosos que al final no cumplen ni mierda de lo prometido (y pobre de ti que vayas a reclamar). Es el capitalismo salvaje, amigas y amigos, que a lo mejor no te corta dedos o rompe las costillas, pero demonios, cómo derrumba a la gente a veces. No deja de ser elocuente la forma en que Kitano compara el modus operandi de los yakuza con el de estos respetables (eufemismo para repugnantes) hombres de negocio, desalmados tiburones impulsados por el olor de la sangre. Y cuando estos viejos arruinen demasiadas veces sus sucios chanchullos, la corporación esa no dudará en recurrir a métodos violentos o, justamente, mafiosos, sólo que hay algo que la edad no ha marchitado en estos viejos: su espíritu, su furia, su honor.
En todo caso, no obstante la contundencia del discurso de Kitano (de esa parte al menos, la más social y política), "Ryuzo y..." es una comedia. Una brillante comedia. Una hilarante, delirante y surreal comedia. Una comedia realmente genial. Tiene escenas y gags de antología. Sin embargo lo anterior, esta película también es profundamente triste; debajo de todo el negro (pero también blanco) sentido del humor que posee Kitano, hay también un hondo pozo de amargura. Y algo de furia. Es el perro rabioso de Kitano expresándose a través de la comedia.
No es que Kitano defienda a los yakuza, después de todo ellos también son criminales; quizás esté hilando fino, o quizás no esté recurriendo a los mejores argumentos o palabras, pero todo el asunto de los yakuza le sirve a Kitano para reflexionar en torno al fin de las cosas, al paso del tiempo, incluso para hablar de sí mismo, no sé. Él se está haciendo viejo en este mundo que "crece" (pero no madura) demasiado rápida y vertiginosamente, que lo... ¿está obligando a despedirse, a retirarse? Quizás esté hablando de la fidelidad a uno mismo, de la coherencia con uno mismo, de la valentía para ser uno mismo hasta el final, algo que tienen sus personajes, estos personajes, dispuestos a caer si caen en su propia ley en vez de dejarse vencer siendo unos sucios domesticados. Al demonio el resto, que se pudra el resto. Después de todo, la yakuza es lo único que estos personajes tienen. Kitano habla de los principios en los tiempos en que el dinero todo lo puede comprar o cambiar a su antojo; o no el dinero, sino otro tipo de divisas: fama, reconocimiento, me-gustas, seguidores, etc. No señor: no dejemos que el mundo, que el sistema o lo-que-sea doblegue nuestros espíritus.
El caso es que "Ryuzo y..." es una auténtica obra maestra, brillantemente interpretada por unos actores en estado de gracia (especialmente el protagonista, Tatsuja Fuyi, también protagonista de, por ejemplo, "El imperio de los sentidos" de Nagisa Oshima), una banda sonora sensacional (a cargo de Keiichi Suzuki) y dirigida como sólo el gran Takeshi Kitano sabe hacerlo, con humor, pero también con mirada y mano implacables, al hueso y con una fuerza arrolladora. Será una amena y conmovedora comedia, pero sigo viendo, y sintiendo, mucha furia subyacente, como me gusta en un director de cine y en una película. A todo esto, y esperando que no se tomen todo tan literal, "Ryuzo y..." y el sentido de la comedia que en ella despliega Kitano me ha recordado a John Ford, particularmente "Tobacco Road". Ya me dirán qué piensan ustedes.
En fin... lo cierto, lo único que no me podrán discutir es que con "Ryuzo y..." tendrán una experiencia maravillosa y endiabladamente divertida. Disfrútenla,
y que tengan buen fin de semana.
...¿qué aprendieron hoy, qué esperan de mañana?...
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