Director: Na Hong-jin
La tercera y hasta el momento última película de Na Hong-jin (de su cuarto proyecto se sabe que está basado en un hecho real acaecido el '82, cuando un sujeto mató a más de medio centenar de personas en un período de menos de diez horas, claramente, material perfecto para el director de "The Chaser"), que se estrenó hace ya dos años (cómo vuela el tiempo, ¿eh?), es todo un pedazo de cine desconcertante e inclasificable que tiene tanto de thriller policial así como de terror sobrenatural, ocultista, demoníaco. El protagonista es Kwak Do-won, cuyo rostro nos fue fácil reconocer porque lo hemos visto en estos días tanto en "Nameless Gangster" como en "Asura: The City of Madness", películas en donde interpreta, miren qué coincidencia, a algún fiscal deseoso por capturar al malo-malísimo de turno. Acá interpreta a un policía torpe y algo inútil que se ve completamente superado y anulado por unos extraños asesinatos ocurridos en su pequeño pueblo, en donde los asesinos suelen actuar con inmoderada y extrema violencia, enajenados totalmente, enloquecidos y rabiosos casi. Por esas cosas de la sugestión y porque todas las personas tienen accesos de superstición de vez en cuando, nuestro protagonista da crédito a una teoría, que circula entre los habitantes del pueblo, que sostiene que un misterioso hombre japonés recientemente llegado a las inmediaciones es el responsable de los asesinatos y básicamente de todas las cosas malas que de un momento a otro comenzaron a ocurrir. Así las cosas, dejando de lado la narrativa policial, el director nos sumerge en una inquietante e incómoda espiral en donde se ven invocadas malvadas fuerzas sobrenaturales y suprahumanas, fuerzas que empequeñecen y aplastan a unos personajes incapaces de detener el infierno desatado frente a sus narices (y es que los asesinatos increíblemente se vuelven el menor de sus problemas, en tanto entran a escena demonios y posesiones, rituales y exorcismos). El director nuevamente destaca por el poderío atmosférico y dramático de su puesta en escena (la secuencia del exorcismo es alucinante, memorable, impresionante, una maravilla de montaje), por la creación de climas opresivos, ominosos y la mar de desconcertantes, que son la verdadera fuerza motora de esta película, su pilar fundamental: la sensación de indefensión, de fragilidad, incluso de estupidez y patetismo. Porque, para los menos entusiastas de esta película, la conjunción de múltiples estilos, tramas y visiones puede resultar algo incongruente. Por ejemplo, a mí me descoloca la inclusión de términos o imaginería religiosa (el diablo) para explicar acontecimientos y responder preguntas que durante gran parte del metraje te atrapan debido a su insondable y abismal misterio, y que resultarían mucho más aterradoras si fueran más allá (o más acá) del orden divino. En todo caso el mismo director quería abordar ciertas preguntas (como, por ejemplo, por qué determinadas personas, dígase familiares y seres amados, por qué justo la gente amada de entre toda la gente del mundo, deben morir y dejarnos a nosotros desamparados y desolados) desde una perspectiva religiosa, lo cual me sigue pareciendo algo vago. Entonces si nos ponemos a hilar fino, no sé si "Gokseong" ensaya en torno a conceptos cristianos, si reflexiona sobre la maldad y amoralidad y monstruosidad humana como algo sobrenatural y no puramente intrínseco a la misma condición de ser humano capaz de tomar decisiones (liberando de culpas a la persona poseída por el mal), o si habla de la fatalidad como castigo por los pecados cometidos. A lo mejor habla de todo esto y yo estoy siendo tan quisquilloso como siempre.
La única conclusión final es que el protagonista, y por extensión el hombre, nunca será capaz de escapar de su destino, maldición que puede ser religiosa, filosófica, metafísica, pero que siempre nos conduce al mismo resultado: la muerte, la derrota, el despojo. En realidad no hay mucho que hacer, pero justamente es característica del ser humano, por más penoso que sea, intentar nadar contra la corriente que inexorablemente lo arrastra, impulsado por la ilusión de que podrá sobreponerse a la fuerza del caudal.
Sigo pensando y afirmando que la gran obra maestra de este director es su tremebunda opera prima, pero "Gokseong", sin entusiasmarse demasiado (soy moderado hasta en mi poco entusiasmo), que quede claro, sí es uno de esos imperdibles thrillers capaces de transportarte con su intenso dominio del ritmo (la película dura dos horas y media y se pasan volando), de atraparte con tan única atmósfera y de arrebatarte con sus impactantes escenas. Muy por sobre la media.
No señor, no se la pierdan.
La única conclusión final es que el protagonista, y por extensión el hombre, nunca será capaz de escapar de su destino, maldición que puede ser religiosa, filosófica, metafísica, pero que siempre nos conduce al mismo resultado: la muerte, la derrota, el despojo. En realidad no hay mucho que hacer, pero justamente es característica del ser humano, por más penoso que sea, intentar nadar contra la corriente que inexorablemente lo arrastra, impulsado por la ilusión de que podrá sobreponerse a la fuerza del caudal.
Sigo pensando y afirmando que la gran obra maestra de este director es su tremebunda opera prima, pero "Gokseong", sin entusiasmarse demasiado (soy moderado hasta en mi poco entusiasmo), que quede claro, sí es uno de esos imperdibles thrillers capaces de transportarte con su intenso dominio del ritmo (la película dura dos horas y media y se pasan volando), de atraparte con tan única atmósfera y de arrebatarte con sus impactantes escenas. Muy por sobre la media.
No señor, no se la pierdan.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...