martes, 2 de octubre de 2018

The Skin Game - 1931


Director: Alfred Hitchcock


No es de extrañar que las películas que comentaremos estos días, que no duran más de, a lo sumo, ochenta minutos, vayan a recibir buenos comentarios de mi parte. Es la capacidad de síntesis, reflejada en argumentos y relatos coherentes, cohesionados, compactos, que entretienen lo suyo, saben qué contar y demuestran mayor solidez en tanto ejecución formal/cinematográfica. "The Skin Game" rescata la crítica social que con tanta acidez y precisión Hitchcock aplicaba en sus películas mudas, en esta ocasión a través de una historia sobre una familia aristocrática que se ve enfrentada con uno de esos nuevos ricos de métodos medio mafiosos (propios de matón, ciertamente: intimidando, amenazando... nada muy educado, vamos) que quiere comprar y comprar tierras, expulsando locatarios a diestra y siniestra, aprovechándose de vacíos legales y todo el cuento (y eso que tiene el valor para victimizarse después), lo cual nuestra buena familia no puede consentir, escalando todo en una declarada guerra en donde todos recurrirán a pequeñeces, mezquindades y demás golpes bajos, no por nada el título, en español, vendría siendo "Juego sucio". Así es, mientras el empresario matón demuestra su poco elegante fuerza económica e influencias, la madre de la familia de alcurnia escarbará en el pasado de ciertos miembros del clan rival, y bueno, entre tira y afloja queda claro que no importa muy bien quién gana cuando los hechos se precipiten trágicamente por culpa de la codicia, de la vanidad, del orgullo, de la sed de materialismo y poder y dinero, destruyendo la bondad, la moral, incluso la inocencia de personas previamente ya atacadas y golpeadas por la lógica explotadora de los sistemas económicos. Por lo demás, no hay que pasar por alto las críticas a la industrialización salvaje (y todo lo que ello conlleva, todo desde lo que se origina) que, me parece claro, desprende la trama, y, supongo que también, este asunto de las aristocracias y las grandes familias y todo eso, aunque los palos a las industrias son más potentes y punzantes.
Aparte de la capacidad de síntesis mejorada, destaca, en comparación a las dos películas mencionadas previamente (y con poco entusiasmo de mi parte), el que sepamos qué se nos está contando, amén de la idea global que cimienta al entuerto y lo transparente del relato y los conflictos y demás elementos (personajes bien definidos, dotados de suficiente profundidad y dirección dramática); la decisión y pulcritud de la puesta en escena de Hitchcock, con escenas que no se alargan y dispersan innecesariamente, con una cámara y montaje que mantienen el propósito de las escenas y del conjunto total (sin contravenir la premisa ni el motor narrativo o lo que impulsa el discurrir argumental), y en general con una buena utilización de la escala de planos; y una dirección de actores propiamente cinematográfica. Ello se refleja en escenas tensas y capaces de generar genuina expectación, nervios, incluso desazón por lo bajo que caen todos los personajes...
Una buena película de la era temprana de Hitchcock, y el primer paso hacia una reconciliación que se irá afianzando estos días. Salud.

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