Director: Andrew Niccol
Antes que todo, un par de cosas ajenas a la película de hoy.
Primero, no entiendo como es que sigue habiendo gente que se toma en serio los globos de oro. Basta ver las horripilantes nominaciones para darse cuenta, por mencionar una cosa, que quienes hacen dichas nominaciones con suerte deben ver quince o veinte películas al año. Y que tienen el gusto en las uñas de los pies, seguramente. Para agregar la nota ecuánime al asunto, es cierto que las reglas para nominar tal o cual película se circunscriben a la fecha de estreno de las películas en Estados Unidos, y puede que quienes nominen hayan visto algo mejor de lo que finalmente nominaron, pero como no se estrenó, bueno, no les queda otra que hacer el papel de payasos. No debe ser difícil, globos de mierda.
Segundo, he estado leyendo entrevistas de S. Craig Zahler con la intención de enterarme de cuáles serán sus siguientes pasos tras "Dragged Across Concrete", película que sólo se ha estrenado en festivales pero no en cines-cines, como un estreno normal, para lo cual habrá que esperar, seguramente, al próximo año (en Australia se podrá ver recién en febrero; no he encontrado anuncios de un estreno en Estados Unidos o Europa, menos por acá). En fin, a lo que iba: en una entrevista, Zahler anunció que su próximo proyecto será, si mi traducción es correcta (ahí tienen la fuente ustedes, recomiendo que vayan ahí por supuesto), un relato gótico sobre un huérfano, basado en la última novela que ha publicado (el título alude a Mark Twain, si estoy en lo correcto), que al parecer (según datos de otra "entrevista") será en blanco y negro, será para todo espectador, aunque su guión es de 188 páginas. Si seguimos esa ley que indica que cada página de guión equivale a un minuto, pues bien, será una bastante curiosa película para todo espectador (lo cual no necesariamente significa que sea para un público infantil). Yo no puedo sino entusiasmarme; Zahler es un director absolutamente insobornable. Quiero ver cómo aborda dicho proyecto. ¿Alguien ha tenido oportunidad de leer sus novelas? Por ahí tradujeron al español su segundo western (el cual está siendo adaptado a guión cinematográfico por Drew Goddard, y la dirección correrá a cargo de Ridley Scott). A propósito, también anunció que otro guión suyo que acaba de terminar tiene ¡317 páginas! Ja, ja, es para emocionarse de verdad. Pocos se atreven en estos tiempos a acometer tales empresas. Será una miniserie basada en su primer western (no el segundo que ya está en proceso de adaptación). Sólo resta esperar. A pesar de lo, digamos, marginal de su obra y producción (definitivamente no es para todos los espectadores, que rasgan vestiduras cuando les susurran Jeremy Saulnier al oído; y, ciertamente, los grandes estudios no podrían controlarlo), me consta que el hombre maneja un buen ritmo de trabajo. Capaz que durante el ya cercano 2019 sepamos de esa fábula en blanco y negro y más larga que "El caballo de Turín" sobre un huérfano. El 2020 se estrena su miniserie... ¡y que Dios nos pille confesados para lo que Zahler planee después! Zahler, un autor absolutamente inspirador.
Por último, me alegra que, indirectamente, Zahler refrende mis palabras. Él se queja de las películas didácticas, las que se contentan sólo con decir que "el racismo es malo", que "el amor es para todos"..., lo que yo le reprocho a varias películas que han caído por acá, como "Un couteau dans le coeur". Me alegro que estemos en la misma página al respecto; eso sí, mencionó que le gustaría trabajar con Netflix (por la supuesta libertad creativa que otorgan, sin mencionar que los tipos botan dinero como si creciera en los árboles), pero no creo que ellos tengan las pelotas para un autor tan singular y arriesgado y valiente; se van a la segura con directores que, en cierta forma, se defienden solos: Scorsese, los Coen... ¿Pero Zahler? No deben ni saber quién es, esos pobres estúpidos netflitontos...
Uf... Ahora hablemos de "Anon". Con suerte, no me extenderé mucho; lo nuevo de Andrew Niccol tiene poco que ofrecer, es una película que pasa sin pena ni gloria. Una película totalmente intrascendente e insustancial. La película no cuenta nada nuevo ni tampoco sus "reflexiones" ofrecen apuntes interesantes o medianamente destacables. Nos ubicamos en un futuro en donde no existe ni la privacidad ni el anonimato, en tanto todas las personas tienen implantadas algo llamado... no recuerdo, pero es como una cámara en los ojos, o en el cerebro, que se transmite en tiempo real a las autoridades, y no es sólo una cámara, es todo un sistema operativo, uno puede hacer llamadas cerebrofónicas, mandar correos cerebrotrónicos, revisar archivos de audio y video como si fueran memorias... Es decir, se instala el tema de los gobiernos y las grandes empresas invadiendo la vida de las personas, atención, "por su propio bien". A la gente le da lo mismo porque seguramente lo pasa muy bien con Netflix, mientras tengan Netflix para qué quieren privacidad ¿o no? También, se supone, está instalada la vieja pregunta, o cuestión, sobre lo orgánico y lo cibernético; la memoria de verdad versus esos archivos cerebrales, toda forma de humanidad y sociedad reducida a informática, algoritmos y otros términos de esa índole. Lo cierto es que Niccol llega demasiado tarde y hasta el mentecato de Charlie Brooker con su apestosa y pomposa (e igualmente vacua e inocua) "Black Mirror" ha hecho lo mismo (es decir, nada nuevo; alguien que le da en el gusto al populacho), con menos calidad (en serio), pero con más popularidad. En fin, resulta que el protagonista es Clive Owen, un detective de policía (con un hijo muerto cuya muerte lo atormenta cada momento que el guión así lo necesite) al que le asignan la investigación de unos casos bien particulares (demás está decir que para ellos es un verdadero misterio, porque con el sistema de las cámaras-ojo, es cosa de ver los registros audiovisuales de las víctimas -guardadas en la nube, no en los cerebros- y ¡bum!, de inmediato se conoce al culpable; ahora, en cambio, les toca ser policías de verdad, usar la cabeza): en pocas palabras, el truco consiste en que no se puede conocer la identidad del asesino, pues es un hacker capaz de burlar todos esos mecanismos (seguramente creados por alguna empresa de telecomunicaciones, luego comprados por distintos gobiernos flojos). La sospechosa es Amanda Seyfried, Clive Owen se pone a investigarla, al final te ponen un giro completamente irrelevante, abrupto, sacado de la nada, y... ¿qué? ¿Cuál era el punto? ¿Qué se nos contó? Yo creo que ni el director (un Andrew Niccol en franca y acusada decadencia... fuera de "Gattaca" y "Lord of War", ¿qué de bueno ha hecho?) estaba muy seguro de ello, tampoco se le ve convencido. Por lo demás, "Anon" es la clase de película en donde la gente tiene sexo con la ropa puesta, serán las maravillas de la tecnología...
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