Director: Stéphane Brizé
La última película de Stéphane Brizé, "En Guerre", protagonizada nuevamente por Vincent Lindon, compitió por la Palma de Oro el año pasado en Cannes (¿supieron que el presidente del jurado de este año será el orgullosamente mexicano Alejo González I.?). Datos más, datos menos, "En Guerre" es la crónica, rodada en un estilo cuasi documental (entendiendo este concepto, de manera simplista y meramente ilustrativa, como cámara en mano y un cierto aire distanciado o de "no intervención"), de una huelga de trabajadores de una fábrica que será cerrada por no ser competitiva, aunque el asunto es que hubo un acuerdo, entre jefes y trabajadores, en donde los segundos accedían a trabajar cinco horas semanales más además de renunciar a ciertos bonos bajo la promesa que no cerrarían la fábrica durante cinco años, pero luego de dos años los de arriba dicen "bueno, cerremos la fábrica", por la competitividad amigos, la cosa es muy dura, el mercado ya saben, y, naturalmente, los trabajadores no aceptarán que le cierren la fábrica en sus narices, menos aún cuando hay un maldito acuerdo que ellos cumplieron (trabajar horas "de gratis" y renunciar a ciertos bonos) y que los de arriba se pasan por el culo. Así las cosas, iremos viendo cómo se desarrollan las cosas, cómo escala el conflicto, la política y los empresarios y la justicia, y no es tan complaciente el asunto, se mete el dedo en la llaga, dentro de los huelguistas hay diferencias y unos quieren las indemnizaciones, mientras el líder, Lindon, aboga porque no cierren la fábrica, que la indemnización es pan para hoy hambre para mañana, pero que la fábrica, ahí en esa región que depende exclusivamente de dicha fuente de trabajo (si se cierra, ¿en dónde conseguirán empleo? ¿Deberán mudarse, recorrer kilómetros por otro trabajo? ¿Quién recibirá a algunos de esos trabajadores casi a punto de jubilar?), es garantía de bienestar y estabilidad...
La película está bien rodada, bien facturada, bien ejecutada. Como se dijo, no es complaciente; como se dijo, mete el dedo en la llaga. Sus casi dos horas se pasan volando, básicamente porque, a fin de cuentas, es imposible no sentirse involucrado con la lucha de estos personajes, pisoteados por el mercado, sí, pero también sobrepasados por sus propias taras, contradicciones y hasta hipocresías, pero digo, para qué pelear entre hermanos, ¿no era eso lo que fatalmente se decía el final de "Blue Collar" (de Paul Schrader)? Aunque sí, qué le vamos a hacer, a nadie le pagan por tener convicciones insobornables y algunos creen que ser mártir es que te mate un policía o algo así, ¿pero y si tus hermanos son los que te tiran abajo?
Buena película, totalmente recomendable. No la considero lo mejor de Brizé, pero funciona, tiene intensidad y muestra la doble fragilidad de la gente de a pie: la de la displicencia institucional y, claro, la inconsciencia individual. Supongo que también se puede reflexionar o discutir (dependiendo de si estamos solos o acompañados... ojalá bien acompañados maldita sea) sobre la no menos compleja cuestión de cuándo es necesario ceder y cuándo una posición pasa a ser demasiado rígida, o cuáles son los límites de las convicciones, los principios morales y éticos, etcétera... En este sentido, Vincent Lindon ¿es héroe o villano? ¿Los principios y esfuerzos de un hombre pesan menos que diez mil euros extra de indemnización? En fin, como digo, muy bien planteada y desarrollada película.
Sin ser una maravilla, no se arrepentirán en lo absoluto de verla.
Sin ser una maravilla, no se arrepentirán en lo absoluto de verla.
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