Director: Christian Petzold
"Phoenix", filmada en 35mm, es la película que Christian Petzold hizo antes de "Transit", que por acá la dejamos como de lo mejor del 2018, por lo tanto, el interés en verla (así como el resto de su filmografía) no era menor.
"Phoenix" no es una película que me haya entusiasmado o encantado demasiado, no obstante se le reconocen sus exquisitas y elegantes puesta en escena y narrativa, las múltiples capas de significado que ofrecen sus personajes y argumento, y, por supuesto, la dirección de actores y el desempeño de estos, encabezados por una estupenda Nina Hoss, a la sazón frecuente colaboradora de Petzold.
La película nos cuenta la historia de Nelly, una cantante judía que logró huir de la muerte, que logró escapar de un campo de concentración no sin salir con la cara tan desfigurada, que es necesario reconstruirle el rostro, tal cual como era antes a pedido de ella, aunque no es una expectativa que se pueda cumplir cabalmente y ni ella misma se reconoce mucho al ver la imagen que le devuelve un espejo. Regresa a Berlín para encontrar a su marido y volver a tener aquella vida destruida por el horror nazi, y de hecho lo encuentra pero él no la reconoce, aunque algo le ve, un resquicio de aquella mujer, y he ahí su utilidad: le pide que se haga pasar por su esposa con el fin de cobrar su cuantiosa herencia, y ella, enamorada aún de su marido, acepta la farsa, fingiendo ser una impostora que hace de sí misma, acaso con la esperanza de que él se enamore de ella nuevamente en el proceso. Durante este tiempo, sin embargo, irá conociendo verdades y la farsa que lleva a cabo será, a fin de cuentas, la llave que abra el baúl de tantas otras mentiras, como por ejemplo, por qué su esposo no la reconoce.
"Phoenix" habla, entre otras cosas, de la negación a enfrentarse a los horrores del hombre, del empeño en desterrar el pasado y disfrazarlo, maquillarlo de glamour y belleza y olvido, de la incapacidad para mirar de frente las propias mezquindades y culpas y errores... Ella le pregunta a él cómo conoció a su esposa; qué fue de él cuando a ella la arrestaron los nazis; él le habla de ella y ella cree que aún hay amor en esas evocaciones y que nada más importa. Él cuenta una historia, pero ella conoce la verdad aunque tenga otro rostro... Es un mecanismo que aparenta complejidad y sutileza, ciertamente.
Me parece que la tónica de esta semana ha sido el término medio. No niego los méritos de "Phoenix" en lo absoluto, sin embargo su relato, su puesta en escena, acaso su propuesta narrativo-dramática no me parecen tan fascinantes como lo hecho, por ejemplo, en "Transit", en donde también invoca elementos del melodrama combinados con lecturas históricas y críticas sociales, y el conjunto, aunque ejecutado con sobriedad y pulcritud y cuidado, carece de fuerza y profundidad, incluso de magnetismo o verdadero interés, en parte porque sabemos que a él le da lo mismo el paradero de su esposa (aunque la tenga frente a él sin saberlo, y si la reconociera, se quedaría como quien oye llover y hasta sería mejor, en tanto la farsa y tanta molestia no sería necesaria) y porque la sumisión e ingenuidad de la protagonista no suponen gran conflicto dramático. Como sea, no me ha gustado mucho esta película y, dada la calidad de "Transit" y lo que esperábamos del mismo director, diría que "Phoenix" me ha decepcionado bastante (aunque fue bastante aclamada cuando se estrenó).
"Phoenix" no es una película que me haya entusiasmado o encantado demasiado, no obstante se le reconocen sus exquisitas y elegantes puesta en escena y narrativa, las múltiples capas de significado que ofrecen sus personajes y argumento, y, por supuesto, la dirección de actores y el desempeño de estos, encabezados por una estupenda Nina Hoss, a la sazón frecuente colaboradora de Petzold.
La película nos cuenta la historia de Nelly, una cantante judía que logró huir de la muerte, que logró escapar de un campo de concentración no sin salir con la cara tan desfigurada, que es necesario reconstruirle el rostro, tal cual como era antes a pedido de ella, aunque no es una expectativa que se pueda cumplir cabalmente y ni ella misma se reconoce mucho al ver la imagen que le devuelve un espejo. Regresa a Berlín para encontrar a su marido y volver a tener aquella vida destruida por el horror nazi, y de hecho lo encuentra pero él no la reconoce, aunque algo le ve, un resquicio de aquella mujer, y he ahí su utilidad: le pide que se haga pasar por su esposa con el fin de cobrar su cuantiosa herencia, y ella, enamorada aún de su marido, acepta la farsa, fingiendo ser una impostora que hace de sí misma, acaso con la esperanza de que él se enamore de ella nuevamente en el proceso. Durante este tiempo, sin embargo, irá conociendo verdades y la farsa que lleva a cabo será, a fin de cuentas, la llave que abra el baúl de tantas otras mentiras, como por ejemplo, por qué su esposo no la reconoce.
"Phoenix" habla, entre otras cosas, de la negación a enfrentarse a los horrores del hombre, del empeño en desterrar el pasado y disfrazarlo, maquillarlo de glamour y belleza y olvido, de la incapacidad para mirar de frente las propias mezquindades y culpas y errores... Ella le pregunta a él cómo conoció a su esposa; qué fue de él cuando a ella la arrestaron los nazis; él le habla de ella y ella cree que aún hay amor en esas evocaciones y que nada más importa. Él cuenta una historia, pero ella conoce la verdad aunque tenga otro rostro... Es un mecanismo que aparenta complejidad y sutileza, ciertamente.
Me parece que la tónica de esta semana ha sido el término medio. No niego los méritos de "Phoenix" en lo absoluto, sin embargo su relato, su puesta en escena, acaso su propuesta narrativo-dramática no me parecen tan fascinantes como lo hecho, por ejemplo, en "Transit", en donde también invoca elementos del melodrama combinados con lecturas históricas y críticas sociales, y el conjunto, aunque ejecutado con sobriedad y pulcritud y cuidado, carece de fuerza y profundidad, incluso de magnetismo o verdadero interés, en parte porque sabemos que a él le da lo mismo el paradero de su esposa (aunque la tenga frente a él sin saberlo, y si la reconociera, se quedaría como quien oye llover y hasta sería mejor, en tanto la farsa y tanta molestia no sería necesaria) y porque la sumisión e ingenuidad de la protagonista no suponen gran conflicto dramático. Como sea, no me ha gustado mucho esta película y, dada la calidad de "Transit" y lo que esperábamos del mismo director, diría que "Phoenix" me ha decepcionado bastante (aunque fue bastante aclamada cuando se estrenó).
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