jueves, 13 de junio de 2019

The Best Years of Our Lives - 1946


Director: William Wyler


Sorpresa sorpresa, hoy me he visto una película de casi tres horas, a veces pasan estas cosas...
"The Best Years of Our Lives", grandiosa, magnífica, magistral película. Bella y emocionante. Ya el arranque te deja con un nudo en la garganta, aunque por encima la cosa parezca simple: tres hombres (uno de la marina, otro de la fuerza aérea y el otro de infantería) que vuelven a casa, a su pueblo natal, después de años de combatir en la guerra. Se suben a un avión y miran el paisaje desde el cielo, todo pequeño, en silencio, un silencio que pesa aunque compartan anécdotas para aligerar esa sensación de miedo o nerviosismo, mientras poco a poco se acerca el momento en que deben afrontar la realidad, con un nuevo reto encima: retomar su vida de civiles, con la familia, en el trabajo, donde sea y con quien sea y como sea. Y no será fácil. A veces la suerte es dispar, a veces la gente no sabe cómo reaccionar aunque tengan las mejores intenciones y en realidad nada se les pueda reprochar, a veces a estos mismos soldados les cuesta acoplarse a una dinámica que, luego del horror de la guerra, parece absurda y banal, prefiriendo evadirse a un pequeño caos que a estas alturas se siente más familiar. Porque volvieron a un país que trata muy bien a sus veteranos, a sus héroes de guerra, idealizados en discursos y proclamas, pero que en el día a día, durante el contacto cotidiano, de tú a tú, frente a frente, quedan ensombrecidos por un poder más grande, relegados por una mancha voraz que lo consume todo: el dinero. Y otras cosas más, supongo, pero al final del día, utilitarista como es la sociedad, quien no pueda producir o mantener un estilo de vida decente por propia cuenta (¡porque en la tierra de las oportunidades, derecho de todos, nadie le regala nada a nadie!) no es más que un pobre gusano. Y es culpa de estos gusanos que no les otorguen préstamos, es culpa de estos gusanos que no encuentren trabajo, es culpa de estos gusanos que no puedan agachar la cabeza ante el ideal común, la orden perentoria de la nación. Porque, claro, los preparan para lanzar bombas, para apuntar y disparar, para cometer actos atroces, para usar garfios como reemplazo de miembros mutilados, pero no los preparan para acariciar y abrazar y besar a la novia ilusionada, tampoco los preparan para enlistarse de vuelta en una sociedad deshumanizada, aunque desde sus particulares trincheras intenten combatir tanto egoísmo, tanta superfluidad, tanta decepción... Desde luego, a la gente tampoco se les enseña a tender una mano, por último a tener empatía, a ponerse en los zapatos del otro, menos si son zapatos rotos bajo ropas sucias y rostros quebrados, y quizás algunas de esas personas vean patrioterismo en esta película, pero yo veo un baño de humanidad, con todas sus letras.
Y es que además la película está muy pero que muy bien hecha, qué gran director es William Wyller. No les contaré nada, pero el penúltimo plano de la película es sensacional, memorable, genial: en una pequeña porción de pantalla, dos seres humanos se acercan, se abrazan y se besan, casi como si no quisieran que los veamos, mientras en la porción restante se atiborran gran cantidad de personajes celebrando a todo dar. Y yo pregunto: ¿recuerdan aquella escena de "The Searchers" en la que John Wayne se despide de aquella mujer, todo casi al fondo del plano, mientras en primer término Ward Bond se come un pan con algo como si eso fuera lo más importante? Bah, conexiones que hace la mente de vez en cuando. La película entera es una lección de cine.
Sí señor, "Los mejores años de nuestra vida", obra maestra.

2 comentarios:

  1. es una película que dejó en mí un recuerdo imborrable, con figuras para mí, muy queridas: ANDREWS, WRIGTH, MARCH Y LOY

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    Respuestas
    1. Son seres humanos de carne y hueso, imperfectos, pero reales en cierto modo. Imposible no empatizar con ellos, imposible no dejarse atrapar y emocionar por sus historias y sus vidas.
      Gracias por comentar!
      Saludos!

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