domingo, 8 de septiembre de 2019

Touch of Evil - 1958


Director: Orson Welles


Sí señor, este es el cine negro que me gusta: el cine negro bien negro, bien oscuro, bien sombrío y bien tenebroso. "Touch of Evil" es una obra maestra, apabullante obra maestra, sin duda alguna. Podría alabarla por tantos lados. Por su puesta en escena, por la poderosa e intensa maestría visual de Orson Welles director, por ese pulso nervioso y letal, por la cinematografía del genial Russell Metty. Por su entramado argumental, una pesadillesca red de personajes y acontecimientos enredados a partir de un hecho que poco a poco queda relegado a la banalidad (a una irónica obviedad: todo pudo haberse evitado, pero el sino fatal del hombre a veces no puede evitarse), soterrado bajo las sinuosas e insondables trampas del alma humana. Claro, todos hemos oído hablar de la bomba y del plano secuencia, que comienza en México y que explota en Estados Unidos. Debe investigarse: a cargo están los gringos, específicamente un policía interpretado por un magnífico Orson Welles, pero Charlton Heston es un policía mexicano que se autodenomina como "observador" de la investigación, y no le gusta como se hacen las cosas y a Welles no le gusta la presencia de ese mexicano y es esa tensión la que finalmente se irá acumulando y explotando, salpicando todo lo demás. Entre medio, ya se dijo, un buen puñado de personajes (interpretados por un reparto en estado de gracia) movidos por la podredumbre, la codicia, la venganza, la ira, la estolidez, porque todos tienen planes y todos son una molestia para alguien más. Welles nos introduce de lleno en la boca del lobo, en este laberinto de bajas pasiones, en este pueblo como apocalíptico, inhóspito, el mismo borde del abismo. Y casi sin tiros ni dosis de violencia, uno se siente atrapado en una atmósfera de terror y atropellado por este retrato, brutal y despiadado y pesimista, de la condición humana, en donde la maldad y la honestidad o una curiosa integridad moral pueden ser parte de la misma persona, en donde el amor y el odio no son entes excluyentes entre sí, en donde cualquier certeza puede ser barrida de un plumazo por el caos que nos atenaza.
"Touch of Evil", una película adelantada a su tiempo, ciertamente. "Qué difícil es ser un Dios", de Aleksei German, tiene mucho de este film, ¿qué me dicen? Y Béla Tarr, "Karhozat" o "El caballo de Turín". Tienen ese halo que desprende "Touch of Evil". Un halo que, esperemos, nunca pierda poder.

2 comentarios:

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...