Tres cosas:
-Primero, Festival de Cannes. El día después de haber subido mi entrada sobre casi todas las películas que se iban a proyectar en el mejor festival de cine del mundo, resulta que liberan cuatro o cinco trailers que me habrían venido la mar de bien para complementar mis inútiles comentarios sobre las películas que podrían, o no, llamar la atención y causar sensación. De momento, el soso Tom McCarthy cosecha elogios con "Stillwater", una película que yo dije no sería la gran cosa, pero no es la primera vez que los críticos y la gente en general se rinde ante películas correctas, solventes, sí, puede ser, el tal McCarthy mal director no es, pero carentes de maestría, personalidad, originalidad, poderío, atrevimiento y proactividad cinematográfica. En todo caso hay que esperar a verla para confirmar o tragarme mis palabras, lo cual nunca eludo, como me sucedió con "Under the Silver Lake", de David Robert Mitchell, una película que yo adelanté que sería una nadería insulsa, pero que luego de su visionado a mí me pareció de lo mejor y más rabioso y valiente de ese año. Lo que sí está confirmado es lo que adelanté sobre lo que se diría sobre "Cow", el documental de Andrea Arnold: nadie habla del documental como documental, nadie valora o critica "Cow" de acuerdo a sus valores documentales/cinematográficos, simplemente se centran en lo que a sus limitadas mentes les irrita: que mostremos la complejidad emocional, psicológica y social de los animales, especialmente los animales más castigados y abusados por el humano, como lo son las vacas. Se ha comprobado que las vacas, y los cerdos, y los mamíferos, y los peces, y las aves, y los reptiles y anfibios, etc., desarrollan lazos afectivos y sociales tanto con sujetos de su misma especie como de especies distintas, incluso contraviniendo ciertas normas naturales "intocables", como lo es que se vean amistades entre leones adultos con gacelas o búfalos. Pero claro, cuando un documental te muestra la cotidianidad de un animal no humano, cotidianidad en la que claramente se puede apreciar esos lazos afectivos y sociales entre miembros de la misma especie, en la que se puede apreciar también conductas complejas individuales, como que una vaca prefiera esto y otra vaca prefiera lo otro (en lugar de un comportamiento uniforme), cuando se muestra eso, digo, salen estos estúpidos diciendo que es un error "humanizar o antropizar" a los animales, que es manipulador darle valores humanos a los comportamientos animales. ¿Y quién dice que la conducta humana, es decir los lazos afectivos y sociales, la complejidad psicológica y emocional, es exclusiva de los humanos? Los ignorantes, los tontos y, por supuesto, los malos e inmorales a quienes les da lo mismo el sufrimiento y el dolor de otros seres vivos. Podría hablarse de "Cow" según sus valores documentales y cinematográficos, pero mientras estos estúpidos rancios reaccionarios recalcitrantes sigan teniendo la palabra y escupiendo semejante veneno negacionista, pues de cine no se podrá hablar todavía. ¿Y saben qué es de lo más sangrante? Películas como "Okja", otra estupidez de netflix, que tal como las pelíuclas de superhéroes, crean sus propios e idealizados universos en donde hacen que los espectadores se comprometan con valores completamente ficticios e irreales, lo que a la larga los hace incapaces de reflexionar sobre la vida real, sobre lo que sucede en el mundo: se interesan más por si Batman o Superman o Ironman o el Capitán USA tienen razón que por la política mundial y sus problemas, les preocupan más las acciones de villanos interplanetarios que de políticos autoritarios que violan derechos humanos, y así sucedía lo mismo que con "Okja": un montón de gente a la que el maltrato animal les da lo mismo, pues consumen carne con la misma voracidad con que consumen películas, series y demás productos "culturales", de repente siente empatía por una criatura ¡¡que no existe!! ¿¿Ven lo que digo??
Como sea, he acá los trailers que salieron después de mi entrada: Les intranquilles (buen trailer), Emergency Declaration (la coreana sobre un avión en problemas, más o menos lo que se puede esperar de otro producto industrial coreano), France (la de Dumont), Nitram (Justin Kurzel, buen y sutil trailer), Todo está bien (la de Ozon), Intregalde (Radu Muntean, rumana, me gusta su ambiguo y sugestivo cruce entre comedia y thriller, incluso terror), Where is Anne Frank? (Ari Folman), La rodilla de Ahed (la de Israel, la verdad es que no se ve muy buena), Jane by Charlotte (la de Charlotte Gainsbour hablando sobre y con su madre... en las escuelas de cine está lleno de personas que quieren hacer documentales sobre sus familias, absolutamente todas con historias muy, muy interesantes), Lamb (Islandia, puede dar de sí, pero Noomi Rapace no me gusta), Serre-moi fort (Amalric, esta sí que se ve interesante), Val (el documental sobre Val Kilmer). Puede que vayan saliendo más trailers con el correr de los días y de los meses, pero a esas alturas sería banal e inútil seguir actualizando. Como les digo, les dejo el testigo a ustedes: vean que hay, vean qué les interesa, y decidan, esperen, vean. Así es el cine: un eterno descubrimiento.
Por lo demás, y por último, les dejo este útil artículo que lista las películas de Cannes 2021 rodadas en celuloide.
-Segundo, vacuna. Esta segunda dosis no me pegó tan fuerte como la primera, de hecho no me pegó fuerte. Mi abuelo dice que es porque como ya experimenté la primera, mi cuerpo se había acostumbrado. También puede ser que como después de los efectos de esa primera dosis me dije que era mejor tener una dieta aún más saludable (además de moral, ética y humanamente correcta), me he alimentado mucho mejor, con más porciones de frutas, verduras y menos porciones de masas y comida chatarra, quizás todo eso ayudó también. El caso es que, además de cierta fatiga menor, ahora se sumó algo de dolor en la zona de vacunación (lo que no sentí la vez anterior), y se repitió el tener harto frío durante la noche, aunque lo bueno es que no volvieron ni la diarrea, ni las naúseas, ni el mareo, ni las ganas de vomitar (que es lo mismo), ni una fatiga muscular mayor, ni sudoración, ni escalofríos más intensos, ni sensación de fiebre o altas temperaturas, ni todas esas cosas tan agradables. Ahora debo esperar catorce días y luego de eso, quizás, pueda comenzar a dar los primeros pasos en mi nueva vida de bartender, cuyo objetivo es ser un vividor, un gozador, alguien que disfruta las cosas que le gustan: libros, mujeres y videojuegos, esperando que el cine pueda volver a mi vida. Ya veremos. Espero que la vida o el universo, que en general me odian y siempre conspiran contra mí, esta vez me dejen tranquilo.
-Tercero, egoísmo. ¿No les molesta acaso esa definición propia de infantes (por y para infantes) que se tiene del egoísmo? Esa definición que señala que no prestar un objeto es ser egoísta. Esa es la definición que te dan en el colegio, en tu casa, cuando tienes cuatro o cinco años o antes, y que se va reforzando ya con los años. Dicha definición es muy egoísta, o al menos propicia el verdadero egoísmo. ¿Resulta que no soy egoísta porque no presto un lápiz? Y si lo presto, ¿con qué demonios escribo yo? Esta definición errónea crea otra errada definición: la de la generosidad: que es generoso quien más regala objetos materiales. Y así seguimos construyendo toda una red de conductas y visiones que sustentan un modelo social y económico injusto. Para mí el egoísmo es hacer y deshacer para el propio beneficio sin tomar en cuenta a las demás personas, pasándoles por encima (incluso si no es directamente) e ignorando sus necesidades o particularidades, obligándoles a alterar su vida, aunque sea mínimamente. Yo no presto libros y me dicen egoísta, pero la gente que pide libros y no los devuelve, o se demora meses, o deteriora el libro, ¿acaso no son egoístas? La otra vez mi abuelo se compró unos libros (con mi ayuda, por supuesto) y cometió el error de compartir su compra en el whatsapp de la familia; de inmediato sus otras dos hijas que no son mi madre saltaron a pedir y pedir prestados los libros, ante lo que mi abuelo se negó un poco, y resulta que la menor le dice que no sea egoísta, ella, la que abandonó a sus dos gatas para irse a vivir con su pareja, debiendo mi abuelo encargarse de las dos felinas, tanto en lo económico como en lo cotidiano. Claro que no parece abandono porque las gatas quedaron con la familia, por decirlo así, pero qué fácil tener mascotas de esa forma ¿cierto?, dejando que alguien más se encargue de todos los cuidados. Y, claro, la hija menor de mi abuelo aún no le ha devuelto el libro que pidió prestado, hace ya unos tres meses. Ni que decir que a mí siempre me han dicho egoísta, pero no a mi hermana que tantas veces ha salido para allá y para acá sin preocuparse de nada porque para devolverse puede llamar a su padre, o a mí, que no importa si estemos ocupados en algo o si altere nuestras rutinas o actividades diarias, hay que salir porque así lo quiere ella, pero eso no es egoísmo, lo soy yo por no querer prestar mis libros. Y así podemos seguir viendo casos más generales que siguen la misma lógica: los grandes empresarios que eluden impuestos, miles de millones, dinero que recaudado puede ayudar a financiar muchas políticas y medidas de soluciones sociales, de salud, educacionales, etc., pero que donan un milloncito a una localidad rural para arreglar el techo de un colegio, o donan no sé cuántos kilos de carne para que sus empleados celebren un asado (es más fácil donar kilos de carne que acceder a justas demandas laborales), y quedan como personas tan generosas. Y claro, en los colegios, si a un compañero le falta un lápiz, no seas egoísta, préstale un lápiz tuyo, pero olvídate de que el establecimiento deba preocuparse de poder proveer a sus alumnos con herramientas suficientes para educarse, especialmente para quienes tengan dificultades económicas, es mejor que los mismos alumnos dividan sus materiales o su comida en lugar de las instituciones. Y ustedes, ¿qué clase de egoístas son?
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