martes, 10 de agosto de 2021

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Puedo decir que hoy ha comenzado el resto de mi nueva vida.

Esta será, tiene que ser, una entrada honesta, al menos lo más honesta posible, pues una cosa es ser honesto y otra cosa ser revelador o exhibicionista. Quizás sea una entrada larga, después de todo hablaré de hartas cosas, divagaré y dejaré que cualquier cosa que pase por mi mente quede escrito, porque cada cosa que se me venga a la mente será importante en esta situación. Nada grave, no se hagan ideas. Y no tienen por qué leerlo todo de una, pero eso ya es cosa de ustedes, amigas y amigos.

Probablemente ya lo sepan, sobre todo si son visitantes asiduos/as de este blog, que ya lleva casi siete años (¡siete años, cómo vuela el tiempo!) de vida online, en donde obviamente hablo de las películas (y series, en menor medida) que veo, pasando por varios estilos de escritura, pero en donde también he compartido cosas como el ser humano que soy, pues esa era la idea: no ser un robot, una máquina, un fantasma, un ser indistinto de cualquier otro; establecer cierta cercanía con quien sea que venga a leerme, que sepa que soy un tipo común y corriente que ama el cine (las historias en general, el arte y la narrativa, pero el cine en particular) y que por eso habla de él, entre otras circunstancias vitales y cotidianas que de vez en cuando, simplemente, no puedo esconder bajo la alfombra. No es exhibirse, pero tampoco es abstraerme de mi propia vida al hablar de cine. Por eso mismo, probablemente sepan que mi sueño era (o es, cómo saberlo) ser cineasta, hacer películas, escribir y dirigir y editar mis propias películas. Nunca lo había dicho antes de forma tan clara... básicamente, por pudor (y porque, creo, que se subentendía cuáles eran mis sueños): me daba una cierta vergüenza decirlo, como si ser cineasta fuera poco realista y tan solo soñarlo fuera algo ingenuo o directamente tonto.

A lo mejor saben, más o menos, lo demás: que fui a estudiar a una carrera (no tanto porque te enseñen cómo dirigir, eso se aprende solo y con el tiempo, sino por las herramientas, experiencias y oportunidades que te pueda otorgar la institución, además de que en un lugar así es posible encontrar personas afines con quienes crear asociaciones, todo lo anterior muy difícil yendo solo por la vida, especialmente en un país como Chile, que carece de verdadera tradición y estructura cinematográfica), y que era una carrera que odiaba y sigo odiando con toda mi alma, con todo mi ser, pues es una carrera que no elegí: sonará raro, estúpido, pero es así: la carrera de esa institución en particular, "la mejor universidad del país" como dicen los incultos arribistas que piensan que un título es más importante que el conocimiento, es una mierda, siempre lo supe, lo supe al ver su malla currícular, su infraestructura, todo lo que mostraban con tanto orgullo en su página web. Yo quería estudiar en otro lado, y no me dejaron. Quise salirme cada año, cada año que era un suplicio para mí, pues veía mi vida y mis sueños irse a la basura gracias a esa carrera de mierda que de cine no te enseña nada y que carece de herramientas sólidas para enseñar cine: equipamiento de mierda (cámaras, computadores, grabadoras de sonido); no enseñan a rodar en soporte fílmico ni nada relacionado a dicho soporte, plenamente vigente, que se usa porque es lo mejor técnicamente hablando, no por "nostalgia"; una malla en que la mitad es pura mierda ajena al cine (compartida con la carrera de periodismo, para que vean) y que la otra mitad es insuficiente (dos cursos de dirección de fotografía en cinco años, dos de montaje en el mismo período, uno de sonido directo y otro de post de sonido...) e incompleta (en esos cursos de fotografía ¡no te enseñan la temperatura de color!, y el concepto que tienen de dirección de fotografía es enseñarte a configurar la cámara para que se "vea bien", no a comprender la velocidad de obturación, diafragma, el rango dinámico, los stops y la profundidad de campo, la mencionada temperatura de color... Te decían que pusieras balance de blanco manual, cuando en cine -y en digital también- se trabaja en tungsteno o en luz de día... Podría desmenuzar uno por uno todo lo malo de esa carrera, pero no es el punto de esta entrada); profesores que mucho renombre tendrán pero que faltan a la mitad de sus clases (yo, prácticamente, no tuve clases de sonido), las cuales no se recuperan, y así podría seguir... Una carrera deficiente, estafadora y ladrona, porque no comprendo cómo demonios una generación  de más de cien estudiantes (ya luego disminuyen en segundo, tercero, cuarto y quinto año, pero aún así gran cantidad de alumnos/as) que pagan unos cuatro o cinco millones de pesos al año reciban equipamiento e infraestructura tan deplorable. ¿Por qué pagamos? ¿Por usar cámaras compradas en remates?, ¿por comprar grabadoras y micrófonos desechados en otros lados?, ¡¿para usar programas de edición pirateados?! ¿A dónde mierda iba nuestro dinero? Seguramente a mejorar otras facultades...

Y en cuanto a la administración, los directivos, cómo demonios quieran llamarse, el elitismo y el compadrazgo era escandaloso. La meritocracia no existe ni siquiera en una de las mejores universidades públicas del país, ejemplo: una compañera mía, una cinéfila de verdad, una tipa que devoraba cine, aún más que yo, mucho más que yo (y no lo digo porque me precie de mí mismo ni para ensalzarme, sino porque quizás ustedes, viendo el archivo de este blog, bastante numeroso -veía y comentaba películas diariamente, así por tres o cuatro años en mi mejor época-, piensen que yo soy un cinéfilo de tomo y lomo... Si piensan eso de mí, esperen a conocerla a ella, gran y admirable cinéfila sin duda), una persona que te creías su amor y pasión por el cine, no como la mayoría de mi generación y de otras, gente que prefería irse de fiesta o hacer cualquier estupidez a ver cine, a pensar cine, a respirar cine, a hablar de cine (cada vez que lo intentaba me tildaban de fanático, llegaba a sentirme mal, nunca tuve muchas conversaciones sobre cine en esta puta carrera), gente que decía que ver películas era aburrido, gente que sólo veía novedades o taquillazos y que trataban de "esnobs" (término muy erróneamente utilizado, especialmente porque ellos son los reales esnobs: los que se creen la gran cosa por ver todo el cine palomitero y desdeñan a quienes exploran variadas geografías y tiempos de ayer y de hoy) a quien guste de Tarkovsky, Bergman o Godard, gente que nunca te enterabas del porqué llegaron a esa carrera si nunca demostraron interés en el cine... Pero bueno, como decía, esta compañera, una persona que veía el cine como un arte, como algo que disfrutar a la vez que estudiar (no en el sentido de carrera universitaria, sino estudiar en tanto escudriñar, profundizar, cuestionar, idear, etc.), hizo un corto que ganó una competición de cortos nacionales en el FEMCINE, eso en tercer año. Uno de los pocos logros de esa basura de institución/carrera (cinco máximo), y ciertamente uno de los primeros si es que acaso no lo es. En el último año tuvo problemas en su grupo, que digan lo que digan y como sea que lo pongan, le hicieron la cama, y la echaron de la carrera. En el último año, a una ganadora de un festival de alcance nacional (e internacional). A ella, que estudiaba becada y que no contaba con contactos ni, por supuesto, dinero ni familia pudiente e influyente. Da risa porque varias profesoras y directivas, dando entrevistas en varios medios, se llenan la boca con las reivindicaciones feministas en el cine, que hay que dar más oportunidades al talento femenino, etcétera etcétera etcétera, y bueno qué pasa, ¡que echan de una patada en el trasera a una de sus estudiantes mujeres más talentosas! (Curiosamente, los que más reciben apoyo son estudiantes varones, protegidos de hierro de profesoras y directivas, que mueven hilos para beneficiarlos con todo lo que se pueda). Pero claro, a la hippie cuica que falta a todas las clases, es decir que no cumple con el mínimo de asistencia, que reprueba todas las asignaturas, que no sabe distinguir un teleobjetivo de un gran angular aún estando en quinto año (culpa de ella y de la institución, que no te enseña de lentes ni sus medidas, a lo más te dicen: "el teleobjetivo es muy cercano y el gran angular es de cerca, el del medio es como una vista normal"), a esa hippie cuica hija de una cercana amistad de las altas esferas de la institución, a esa misma que no cumple ningún requisito que a (casi) todos los demás nos exigen comprobarlo con certificados y cuanta burocracia más, le permiten hacer la defensa de título y titularse. Así es: titularse teniendo asignaturas reprobadas y sin asistencia mínima. Es que luego le permitieron hacer algún examen regalado o algo así. Es la realidad. Y ya ni hablar de otra estudiante de clase alta que en su proyecto final, con el cual la institución es estricta en ciertas normas (como duración, por ejemplo), se permite hacer algo de 70 minutos y exceder plazos, ¿por qué?, no hace falta señalarlo... o sí: influencia, poder. Otro caso: una compañera, medicada, que tenía crisis de pánico o algo así, también directora/líder del proyecto final de la carrera, le da una crisis, y una importante directiva se harta de sus "escándalos" y la echa, patada en el trasero. Bien bueno el apoyo al talento femenino, ¿eh? Y bien bueno el apoyo a la salud mental, tan en boga en estos últimos tiempos pandémicos, y más recientemente en los J.J.O.O. con esa atleta gringa, que se retiró de algunas competencias, o Novak Djokovic, que criticó a la gringa y luego en su partido por el bronce hizo el ridículo y luego también renunció a otras competencias (por la boca muere el pez, dicen). Qué lindo lidian con la salud mental de sus estudiantes en esa institución, tanto que el mejor apoyo es expulsarla de la carrera.

Aparte de las imperdonables carencias en la malla curricular o plan de estudios y en la infraestructura y equipamiento, se suma una indignante falta de apoyo a los estudiantes y sus proyectos. A los cortos semestrales e incluso con el final de carrera, cero apoyo (a menos que seas uno de las dos o tres personas privilegiadas, claro): los profesores y directivos lo evalúan y adiós, que les vaya bien, mándenlos a festivales, lo que sea pero adiós. Una institución de cine no tiene mecanismos para insertar a sus estudiantes en el mundo festivalero y comercial. Busquénselas solitos, nos dicen. Cero apoyo económico, además. Recién en mi último año comenzó a implementarse algo como una postulación de fondos de la institución, pero era tan poco transparente y de un monto tan asquerosamente bajo que no valía la pena, claramente los que ganan son los mismos. ¿Resultado? Nadie, al menos nadie de mi generación, podrá dedicarse a hacer películas. A lo más alguien, luego de titánicos esfuerzos, podrá hacer algo cada ocho o diez años. Nadie, claro, salvo esa estudiante de clase alta. El resto que se dedica a editar comerciales o videos corporativos, informativos o didácticos. A ser el cámara de las noticias o algo así. A poner y sacar focos y luces. A ser el sondista aquí y allá, no sin antes tener que aprender por cuenta propia todo lo que no te enseñaron en la carrera. A, solamente, manejar las redes sociales de productoras audiovisuales. Otros deberán simplemente trabajar en otras cosas, a veces "relacionadas" al audiovisual, pero nada que ver con el cine. Para eso se metieron a estudiar cine, supongo, en la mejor universidad del país (la segunda, me parece). Incluso gente que nada tiene que ver con el cine puede tener mejores oportunidades, como modelos o periodistas que fundan productoras audiovisuales... Parece que los periodistas tienen mejores oportunidades que los "cineastas" de triunfar en el audiovisual. Triste y terrible. De esa institución quise irme cada año, pero nunca me dejaron. Y no podía dármelas de rebelde, ustedes no conocen a mi padre y madre, habría sido para peor. Además, como los buenos seres arrogantes e ignorantes y carentes de autocrítica que son, jamás se darán cuenta ni aceptarán el daño que me hicieron obligándome a estudiar una carrera que no quería.

Desde luego, se me tratará de resentido o de respirar por la herida, pero eso dicen de todos quienes denuncian injusticias e irregularidades, y lo dicen siempre los y las privilegiadas o amistades de esos privilegiados: que no tenías suficiente pasión, que no pusiste esfuerzo... Bueno, ahí tienen casos claros y rotundos al respecto. Y con esto cierro, por fin, esta parte tan desagradable de mi vida (que, a pesar de todo, me perseguirá por siempre: en el fondo y ni tan al fondo, es lo que arruinó mi vida: mi odio, mi rabia, mi decepción nunca me dejarán).

Terminado el infierno pensé que iba a ser taxista o copero (los que limpian los utensilios de cocina en los restaurantes). Al final no pude ser nada de eso porque en mi casa me pusieron mil problemas. Da lo mismo, me dediqué a nadar y a ver películas. Una pelea familiar tuvo como consecuencia que por fin pudiera tener mi tan ansiada segunda oportunidad: estudiar en el lugar en donde siempre quise estudiar. Claro que entraba a los 25 en vez de a los 18. Siete años tarde. El primer año fue genial. Aprendí un montón, comprobé por qué ese lugar es EL LUGAR para estudiar cine (o lo era, pero ya llegaremos a ello). Te enseñan dirección de fotografía todos los semestres, lo mismo con sonido, edición, arte, producción, todas las ramas a decir verdad, y con harta práctica, por lo que los conocimientos teóricos se afirman en ese aprender haciendo, se imprimen en tu mente gracias a la actividad. Y las otras asignaturas más puramente teóricas eran sumamente interesantes, pues iban en pos del cine. Pude sacar fotos con cámara análoga, aprendí a revelar (aunque ya lo tengo más o menos olvidado los detalles, lamentablemente). La institución además tenía un boletín en permanente actualización con todos los festivales y actividades similares en donde uno podía mandar cortos o proyectos, y te prestaban equipamiento sin problemas y te ayudaban con detalles de postulación y todo eso. A cualquiera. Los equipos eran numerosos; algunos no en el mejor de los estados, pero en comparación a la basura de carrera que fui antes, era como el paraíso. Claro que eso no podía decirlo porque fui sin decir nada de mi pasado. Me daba vergüenza decir que había "estudiado" cine antes, nadie me comprendería, nadie sabría por qué esa institución era mejor que la otra y por qué la otra eran cinco años perdidos. La más mínima comparación, como ya he hecho, me da la razón. El equipo docente era comprometido, veía su trabajo como algo serio y responsable, no como algo meramente alimenticio. Y así el primer año fue un gran año, un año que lo pasé bien y me consideré feliz. Llegó segundo año y llegó la pandemia. Y con la pandemia se reveló una profunda crisis financiera e institucional. Así, por desgracia, a la luz de varias revelaciones y otras cosas, no estaban las condiciones para estudiar satisfactoriamente. A saber, y por partes:

Claramente la pandemia y sus cuarentenas y todo eso hace inviable estudiar bien algo que requiere tanta práctica, tanta actividad en persona. Ya en marzo estábamos con el covid y todo ese año fue confinado, fue estudiar a distancia. Sólo en noviembre, ya cuando me había salido hace rato, los alumnos pudieron volver, solamente a las clases de dos asignaturas y con varias restricciones para cumplir con las medidas sanitarias. Así quizás dos meses. Y luego el otro año, que fue lo mismo, recién ahora en agosto las medidas se han ido relajando (lo cual no augura nada nuevo, a pesar de la vacunación masiva), con el esperado regreso presencial de clases. Imaginen eso: estudiar cine confinado, desde tu casa: apenas dos meses y contando, en dos años. Incluso aunque la institución no estuviera enfrentado crisis, sería muy difícil sentirse satisfecho en esas condiciones de estudio de algo que requiere trabajo práctico y presencial. No es culpa de la institución, claro, pero es una verdad insoslayable el que las condiciones estaban muy lejos de ser ideales. En los meses venideros, ¿cómo recuperarán tanto tiempo práctico perdido los alumnos que se quedaron? La pandemia reveló la crisis institucional y financiera de la escuela: malas prácticas o abusos laborales (no pago de cotizaciones, sueldos impagos o tardíos), no pago del arriendo de la sede, y algo importante para mí: dejar de enseñar filmar en celuloide: es caro comprarlo (se compra al extranjero, se debe traer al país), es caro revelarlo (no hay laboratorios en el país, hay uno en NY), incluso salieron con que era un medio obsoleto. ¿Podía seguir estudiando en un lugar que, a pesar de su fuerte malla curricular y plan de estudios, no iba a enseñar algo que constituía el 90% de mi interés? Por último, la crisis institucional: las mencionadas malas prácticas, y algo más grave: las acusaciones de abusos y acosos sexuales del rector hacia alumnas y a veces profesoras. Pero el rector era también el máximo accionista de la directiva dueña de la escuela, por lo que renunciar a su cargo de rector era un chiste: seguía a cargo y el nuevo rector era un juguete, todos lo sabíamos, y con él las mismas prácticas continuarían. Todo el equipo docente renunció (como dije, no pago de cotizaciones, sueldos...), ese quipo que tanto me había enseñado, a mí y a los demás. En resumen, cómo seguir en esas condiciones. Mi pensamiento: si hubiera entrado a los 18, cuando aún enseñaban a filmar y trabajar en celuloide, cuando no había pandemia, cuando había otro rector y no había aún una directiva tan agresiva, cerrada y de mirada estrictamente lucrativa, en vez de a los 25, habría podido aprender de lo más bien, habría podido aprender todo lo que yo quería aprender y que sabía podría aprenderlo en esa institución en particular, ninguna más en el país, este país de mierda. Así es como me quedé sin formas reales de lograr mis sueños. La alternativa sería estudiar en el extranjero, y no en cualquier lugar, sino que en un lugar de prestigio y credibilidad intachables. La AFI (American Film Institute). Pero es imposible: el precio es exorbitante. Si la primera carrera de mierda costaba unos veinte millones en cinco años y la segunda unos dieciséis en cuatro, la AFI en un año te cuesta unos cien millones de pesos... y son dos años los cursos de cinematography (que es el que yo tomaría). Imposible. Y no es llegar y estudiar: hay que pasar por un proceso de selección bien complejo, y aunque me consiguiera el dinero (única alternativa: la lotería), nada me garantiza que mi postulación sea aceptada. Ante esta nueva decepción, que es una ramificación de la principal decepción que es haber sido obligado a estudiar en un lugar que no quería una carrera que no quería, había que agachar la cabeza y aguantar. Estamos en pandemia además, tampoco hay mucho que hacer salvo estar encerrado. Sin poder ver películas o leer libros por las condiciones ambientales. Viendo streamers solamente. Algún cómic de vez en cuando. Ni siquiera música puedo escuchar sin interrupciones. En otras palabras, un fracaso. Un absoluto fracaso, es lo que soy y siempre he sido. Un perdedor, un derrotado.

En todo caso, no obstante el tono de las últimas líneas, lejos estoy de la visión lastimosa y patética que me caracterizaba antes, lleno de quejas y todo eso, como puedan recordarlo quienes han estado largo tiempo por acá. ¿Recuerdan? Hablaba tanto de películas como de todas las cosas que iban mal y no me dejaban disfrutar lo que me gusta hacer. Hace tiempo decidí dejar de ser así; lo de decir que soy un perdedor y un fracasado es una verdad que he aceptado y punto, así como aceptar que ya no seré cineasta ni haré películas. Es la verdad, es la vida, es como es, fin del asunto. Por eso, y ante los deseos de recuperar cierta normalidad, cierta independencia que pude gozar mientras fui copero una vez a los 21 o 22 años (seguramente hablé de mi trabajo durante esos meses por acá, creo que fue gracias a ese trabajo que empecé a escribir entradas más cortas, pues el tiempo escaso me obligaba a ser conciso: a partir de febrero del 2015 o 2014), es que quiero pasar página. Y hoy he comenzado el resto de mi nueva vida: una vida en que ya no intentaré quijotescamente perseguir ese sueño de ser cineasta y hacer películas, una vida en que intentaré disfrutar lo que me gusta hacer: leer literatura y cómics, ver cine (cuando se pueda), jugar videojuegos, nadar, placer... Y para eso necesito dinero y un buen trabajo, que es, como ya he dicho antes, el de bartender. Y mi curso comenzó hoy, por eso hoy comienza el resto de mi nueva vida. ¿Por qué bartender? Lo he explicado igual, pero vamos de nuevo, porque quiero y es necesario: me gusta el ambiente y el horario de trabajo (si es de noche idealmente); eventualmente puedo ser docente en el Bar Academy; puedo crear un emprendimiento de cocktelería o algo así para eventos particulares (aunque esto me atrae menos porque es mucho enredo e inversión y blablabla, pero es una posibilidad que podría ser la única si es que, por ejemplo, volvemos a cuarentenas y el cierre de locales); o puedo dedicarme a la destilación, o a hacer cerveza, quién sabe. Los conocimientos de bartender me permiten varias posibilidades laborales, aunque por ahora lo que quiero es trabajar en la barra de un bar-restaurante-pub, hotel, disco, etc.

¿Por qué no dedicarme a algo relacionado al audiovisual? Fácil: no me interesa el audiovisual. No me interesa la publicidad ni los videos corporativos ni las redes sociales ni nada de eso. Esos trabajos, además, son explotadores: en todos te llevas trabajo para la casa, y yo quiero diferenciar mi tiempo de trabajo de mi tiempo de disfrute personal. A mí me interesa el cine, y en este país el cine es apenas paisaje, cero industria, cero estructura. El modelo no permite autores ni voces propias, solamente dueños, inversionistas y asalariados, empleados obedientes. A lo sumo, la poca "industria" que tenemos favorece a los productores, no los autores/cineastas, lo cual explica que alguien pueda dirigir una película cada cinco años (con suerte) pero que el productor de esa cinta produzca al menos una película al año, asegurándose las ganancias económicas para sí y su casa productora por más desapercibida que la película haya pasado por los mercados de exhibición. Y ojo, que no todas esas películas producidas son de autor o buscan ser un aporte cinematográfico, a veces son meros encargos o artefactos hechos con el solo fin de aprovechar los beneficios tributarios de los fondos y otras instancias similares (a lo sumo, disfrazándose de cine social o etiquetas manidas parecidas). Además los fondos concursables, esos que siempre me dicen que debería postular, no sirven para nada. No están hechos para cineastas emergentes y sus procesos son tan engorrosos e innecesarios, y la asignación de ganadores es tan poco transparente, que solamente acaban postulando los ingenuos y los productores ya plenamente establecidos que puede cumplir con todas las cosas que piden esos fondos: que debes tener todo tu casting contratado, lo mismo con las locaciones. ¿Qué cineasta emergente puede hacer algo así? Ningún actor/actriz se comprometerá a tu proyecto si no se asegura el pago, siempre privilegiará proyectos concretos y confirmados, porque esos son los que pagan seguro (y no culpemos a los actores, que deben ganarse la vida). ¿Pero cómo asegurar la contratación de un casting completo si no tengo dinero -por algo postulo a un maldito fondo- y no estoy seguro de que ganaré una asignación económica? Lo mismo con las locaciones. Por lo demás, no permiten proyectos que no estén grabados en digital. Yo, que quiero filmar en celuloide, quedo fuera por esa arbitraria discriminación, con la que además se mata el patrimonio fílmico (verdaderamente fílmico) del país. Peor aún, el guión de tu proyecto debe ser evaluado por un "evaluador de guiones" (otro de esos ridículos inventos... ¿evaluador de guiones? ¡todos salen ganando con estos fondos menos los cineastas de verdad!), cuya evaluación debes obedecer punto por punto para ser, quizás, aceptado. O sea, buscan mutilar y deformar mi voz, mi visión. Y así con más requisitos ridículos. Y si acaso quisiera buscar por fuera de los fondos concursables, que son una lotería, buscar en el mundo privado es igual de difícil. Al final los que quieren llegar hasta el final acaban endeudados y trabajando para pagar esas deudas. Y como dije, quiero disfrutar la vida: no quiero destrozarme la espalda trabajando para pagar las deudas que adquirí para hacer una miserable película que me tomó diez años. No quiero esa vida. Me aburrí de hacer las cosas a medias: a partir de ahora, haré las cosas según mis términos: todo o nada. Si no puedo hacer películas como yo quiero, es decir a la Fassbinder, es decir a lo loco, a lo bestia, sin parar, sin detenerse, tantas al año como se pueda, vivir por y para el cine, el cine como vida y como muerte (el tipo hacía películas todo el tiempo y veía películas todo el tiempo, así me gustaría ser a mí), entonces no quiero hacer películas. Si no es en celuloide tampoco. Leyendo a varios, muchos cineastas, he llegado a esa conclusión: uno no debe conformarse con poco: si amas el cine y tus ideas, debes aceptar lo mejor. Se celebra el bajo presupuesto y la precariedad de medios, y aunque es cierto que a veces la creatividad surge a pesar de esas contrariedades, es sintomático del modo de vida occidental actual el que la precariedad se vea como algo a celebrar y felicitar, sucede lo mismo en otros ámbitos, sean educacionales o laborales: en vez de hacer una sociedad más justo y equitativa, hacemos notas humanas mostrando como algo digno que una persona deba tener tres o cuatro trabajos (con sueldos injustos y condiciones laborales cuestionables), levantándose al alba y acostándose pasada la medianoche para alimentar, educar y cuidar la salud de hijos o hijas o familiares, todo porque no hay redes de protección social que ayuden a estas personas. Es una comparación que puede parecer forzada, pero el sector cultural sufre el mismo abandono. No celebremos la precariedad, por favor.

Con todo, el cine nunca me abandonará y yo nunca abandonaré al cine. Mis sueños seguirán conmigo, aunque mis objetivos de vida ya sean otros: 1.- Cuidado personal y/o gastos básicos (higiene, alimentación, piscina, bencina, arreglos auto cuando sean necesarios; 2.- Libros, libros, libros tanto de narrativa como de otras áreas (quiero salir de mi zona de confort, leer territorios nuevos e incómodos o complejos para mí) (y cómics, eventualmente); 3.- Placer; 4.- Videojuegos, PS5 y luego ojalá un buen PC; 5.- En algún momento ropa, quizás cambiar un poco mi forma de vestir; 6.- Me compraría varios discos duros para guardar todas las películas que pueda encontrar, lo mismo para libros y cómics, que aunque quiera privilegiarlos en formato físico, nunca está demás, como archivo, tener ejemplares digitales, ante lo cual también me compraría una tablet para leerlos (dependiendo de la tablet la lectura puede ser muy similar a leer un libro real, y lo sé porque mi mamá por su trabajo durante un tiempo tuvo una tablet que no usaba, y que yo aproveché para leer ciertos libros muy difíciles de conseguir); y 7.- Para cuando llegue el ansiado momento de volver a ver películas, comprar un telón o pantalla y un proyector.

A lo anterior se suman otros objetivos algo distintos, no sé cómo describirlos. Por ejemplo, aunque sé que no haré películas, tengo ganas de escribir guiones, que nadie leerá claramente, pero escribirlos, darles algo de vida a esas ideas mías. Además, nunca se sabe si puedan hacerse realidad. Yo les iría contando, en el momento en que termine un guión, de qué trata más o menos, aunque sin revelar casi nada, ni siquiera el título (por ejemplo, de un guión terminado podría decir solamente: "esta es una historia en blanco y negro sobre la relación que tenemos las personas con las ficciones propias y ajenas" y nada más), porque el cine es audiovisual y el guión es una etapa primera, no el resultado definitivo. Si alguna vez mis ideas se hacen realidad, deberán ser vistas en formato cine, es decir con mi visión emulsionada en imagen y sonido, no en formato guión, en donde la visión e imaginación del lector priman en la construcción visual y sónica. Antes de comenzar, eso sí, quiero comprarme unas libretas que me gustan mucho y que me parecen ideales para organizar ideas y apuntes (lo sé porque tengo dos de esas libretas: una en donde he anotado ideas originales, la otra para anotar ideas basadas en libros), también unos lápices de punta gruesa que hacen que mi caligrafía manuscrita se vea muy bella (lo sé porque en las mencionadas libretas las páginas escritas con esos lápices gruesos lucen mucho mejor que aquellas con lápices más delgados). Nunca abandonaré al cine y el cine nunca me abandonará.

Otro objetivo difuso es que quiero mejorar en el ajedrez (aunque sé que nunca seré realmente bueno). También quiero aprender ruso, sobre todo para leer literatura y poesía en su idioma original. Tengo grandes deseos de ver "El espejo" de Tarkovsky en ruso y sin la mediación de los subtítulos, de comprender los poemas de esa película yo directamente, no por las letras del tercio inferior. Por ahora tendré que ser lo más autodidacta posible, y creo que ya encontré un método, al menos para aprenderme el alfabeto cirílico. Más adelante, ojalá, pueda tomar el curso de ruso que imparte la embajada rusa en Chile. Otro objetivo difuso e incierto es que tengo esta loca idea de probar a ser un streamer y jugar en NoPixel, aunque también otros videojuegos, pero esto se ve muy, muy lejano. Tendría que perfeccionar mi pobre inglés antes que todo, y luego está lo técnico, en fin, una locura de pensamiento. Por último, aunque lo he intentado, sé que no tengo madera de escritor, cuentista o novelista, pero probablemente intente otra vez escribir algo. Ideas de novelas tengo, y son ideas que sólo deben ser contadas como novelas, no como películas o cualquier otra cosa. El problema es que no soy un literato; soy un buen lector, pero no literato. Pero lo intentaré, a ver qué sale, mejor dicho a ver si me sale algo. Con los guiones es otra cosa, puedo escribir guiones incluso aunque lo esté haciendo por cumplimiento o ayudándole a alguien cuya idea no me gusta, de todas formas me lanzo a escribir. Hace meses intenté participar en algo que requería tener un guión escrito para demostrar que puedes escribir guiones; como me enteré de esa instancia a última hora, debí escribir un guión de 55 páginas en tres días, en inglés más encima, y a pesar de todo (de partir de una idea vaga que no me convencía mucho, de ir inventando cosas sobre la marcha y, por ende, ir corrigiendo sobre la marcha) me quedó bastante decente. Sé que soy buen guionista, no novelista o cuentista, pero daré lo mejor de mí con lo segundo y con lo primero escribiré todas mis ideas en formato guión. Puede que intente también escribir cosas parecidas al ensayo, como unas Divagaciones cinematográficas, en donde reflexionaría sobre el arte del cine dividiendo el texto en los respectivos departamentos, o el In Cyberpunk We Trust, que explora y analiza el cyberpunk en el cine y otras artes, o una idea loca que me surgió sobre el soporte como realidad: ¿qué es la realidad, cuál es el soporte de nuestra realidad? ¿Es nuestra mente?, ¿si fuéramos una simulación, entonces nuestro soporte sería una computadora, un software? ¿En los cómics cuál es el soporte de la realidad de sus historias? ¿En el cine, en la literatura? ¿La realidad de los personajes y mundos literarios desaparece si la hoja queda en blanco?, ¿y el cine, qué pasa con el soporte fílmico como realidad? En realidad sería una reflexión, sin respuestas claras, sustentada en trabajos ajenos, como el de Shintaro Kago en el cómic, Peter Tscherkassky en cine, en fin... Podría hacerlo también.

Todo lo anterior depende de cómo le vaya a la humanidad en los próximos años. Parece que no ha aprendido mucho. En las películas, aparte de que los gringos siempre son los héroes y los que salvan al resto de la civilización, siempre se muestra a un planeta súbitamente solidario y unido, nada más lejos de la realidad: apatía, egoísmo y locura. Vean todos los fenómenos que ocurren: incendios, inundaciones, y el calentamiento global sólo aumenta y ninguno de los causantes va a dar marcha atrás. Pasa lo mismo siempre: siempre se culpa a la población, nunca a los grandes poderes políticos y económicos. Acá en Chile nos dicen a los ciudadanos que "gastemos menos agua, que báñense más rápido, no rieguen tanto el jardín", etc., y que así cuidamos el agua, pero la verdad es que los grandes empresarios que abusan del agua y destruyen y alteran ecosistemas consumen, no tengo el dato claro, más agua en un año que toda la población chilena en una década o quizás toda su vida. Pero claro, nuestros políticos defienden a estos empresarios y achacan la responsabilidad a nosotros, los simples mortales ciudadanos de a pie. Pasa igual en el resto del mundo. Solamente a los consumidores de carne se les puede culpar, pues mantienen viva una industria (la cárnica) que contamina más que la industria del petróleo y que la industria automotriz juntas. Eso por la parte ambiental, por la parte moral y ética no es necesario decirlo, es obvio maldita sea. Y por la parte nutricional lo mismo, seguramente tampoco van a querer entender. Y es obvio, es tan claro como son: es fácil apoyar reivindicaciones ajenas que sólo requiere eso, un apoyo verbal o moral, pero imposible apoyar causas que requiere verdaderas acciones y esfuerzos. Los veo en todos lados: apoyo el matrimonio homosexual y la adopción homoparental, pero es que lo primero no impedirá que puedas casarte y lo segundo tampoco te quitará posibilidades de adopción, puede que hasta la mayoría de "apoyadores" ni se case ni adopte; apoyo la igualdad de género y salarial, pero es que más sueldo para mi colega mujer no me quitará dinero a mí y la equidad de género tampoco me quitará trabajo, puede que en ocasiones me permita obtener empleo; apoyo el vegetarianis... espera, ¿hay que dejar de comer carne? Ay, pero es que son tan ricos los asados, las hamburguesas, mmmm, en realidad exageran, no es necesario dejar de comer, es que faltan nutrientes... ¿no faltan?, no, sí deben faltar, si la carne es básica, los humanos somos carní... ¿no lo somos? es que... es que... ¡la carne es rica qué importa! Y yo no soy el soberbio o arrogante; arrogante es quien se empeña en algo aún sabiendo que está mal y equivocado.

Como sea, así estoy yo ahora: dando los primeros pasos de mi nueva vida, una vida que ahora concentraré en disfrutarla lo mejor que pueda, cuidando mi cuerpo y mi mente. Espero que esta vez pueda cumplir mis objetivos. Por supuesto, este blog seguirá con vida, por ahora y de manera indefinida en modo blog de variedades hasta que pueda volver a ser un blog de cine como corresponde.

Si leyeron todo esto, se los agradezco de todo corazón.

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